El deseo de Carlos Lehder de “morir en Colombia” lo condujo a un desenlace inesperado. Ayer sábado, el juzgado 02 de garantías de Bogotá legalizó la captura del exnarcotraficante y ordenó su detención provisional, luego de que el día anterior fuera detenido tras aterrizar en Bogotá, en condición de turista.
A sus 75 años, y después de haber pagado una condena de más de tres décadas de prisión en Estados Unidos por tráfico de cocaína, el exjefe del cartel de Medellín regresaba con la esperanza de volver a pisar su tierra natal. Pero fue detenido por la Policía después de que funcionarios de Migración Colombia encontraran que había una orden de captura vigente en su contra, por los delitos de fabricación, tráfico y porte de armas y municiones de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas.
Ledher quedará detenido provisionalmente en la sede de la Dijín, en la capital colombiana, y el lunes será presentado ante el Juez 18 del Ejecución de Penas, quien será el encargado de llevar el proceso.
Quien fuera uno de los jefes del cartel de Medellín en los años ochenta, volvía al país con la tranquilidad de que no tenía cuentas pendientes con la justicia.
Según ha declarado su abogada, Sandra McCollins, a varios medios de comunicación, antes de que su defendido regresara a Colombia ella elevó un derecho de petición ante la Fiscalía, que le respondió que él no estaba vinculado a ningún proceso penal. Por eso ella le dio luz verde para que hiciera el viaje.
McCollins, además, señala que la orden de captura es antigua, por lo que considera que el delito está “totalmente prescrito”. En ese sentido, ha exigido que la situación jurídica de su representado sea aclarada en un plazo máximo de 36 horas. Y ha advertido que Lehder teme por su vida.
Otro asunto llama la atención, y es que la ausencia de cargos contra Lehder en Colombia, quien quedó en libertad en Estados Unidos en 2020, fue lo que permitió que pudiera viajar a Alemania, país en el que ha estado radicado en los últimos años, y del que también es ciudadano, por ascendencia paterna.
Su padre, Guillermo Lehder, fue un ingeniero alemán que llegó a Colombia en los años veinte, mientras que su madre, Helena Rivas, era oriunda de Manizales. Carlos Lehder nació en Armenia, en septiembre de 1949, y era allí hacia donde se dirigía. En caso de que hubiera sido solicitado por las autoridades colombianas al momento de su excarcelación en Estados Unidos, no hubiera podido viajar a Europa, donde llevó una vida apartada del ojo público.
“El señor Lehder quiere vivir tranquilo, en compañía de su familia y con muchas ganas de conocer a sus nuevo nietos”, dijo en su momento su abogado, Óscar Arroyave.
El regreso del exnarcotraficante, quien fue socio de Pablo Escobar y de Gonzalo Rodríguez Gacha, revive episodios de violencia de la década de los ochenta, pero también despierta la esperanza de que ayude a esclarecerlos, sobre todo respecto a las conexiones entre el cartel de Medellín y las instituciones del Estado.
Juan Manuel Galán, el hijo del asesinado líder Luis Carlos Galán —cuya muerte, además de la de otros políticos, fue ordenada por Escobar—, destacó que la presencia del excapo en el país podría ser positiva, pues abre la posibilidad a que haga nuevos aportes a la verdad, más allá de sus confesiones del libro Vida y muerte del cartel de Medellín, en el que cuenta sus años en el mundo del crimen, y de las entrevistas que ha concedido a algunos medios.
En 2024 aseguró que, a diferencia de Escobar, nunca había participado en ningún asesinato.
El cartel de Medellín, pese a su guerra contra el Estado, perdió el pulso contra la extradición. En febrero de 1987, Lehder fue capturado en Colombia, y en 1988 se convirtió en el primero de los grandes capos colombianos en ser extraditado a ese país. Fue condenado a 135 años de prisión por el envío de más de 2.000 kilos de cocaína.
Su papel en el cartel de Medellín consistía en organizar el transporte de droga hacia Miami, para lo cual introdujo los aviones en ese negocio ilícito.
Sus últimos años en prisión los dedicó a buscar que se le aplicara la reducción de la pena que había pactado con la Fiscalía de Florida tras convertirse en el testigo estrella en el caso contra el dictador panameño Manuel Antonio Noriega, quien estaba en el negocio del tráfico de cocaína y fue depuesto de su cargo tras la invasión estadounidense de 1989. Finalmente, logró reducir su condena, inicialmente a 55 años, y luego a 33.
En agosto de 2015, cuando aún no tenía certeza sobre si lograría salir de prisión, Lehder le escribió una carta al entonces presidente colombiano, Juan Manuel Santos, en la que le pedía que lo ayudara a regresar al país.
“Con la humildad y la esperanza del arriero paisa, que expulsado de su Colombia ha permanecido y sobrevivido 28 años de cautiverio… ya me acerco a los 70 años de edad y merezco morir en Colombia”, decía la misiva.
Bien sea que se tratara de una estrategia judicial o de un deseo genuino, su regreso a Colombia ha resultado más accidentado de lo que tenía previsto. Por el momento, el juzgado 02 de garantías solo ha confirmado que la captura de Lehder es legal, y será en próximas audiencias en las que se defina su futuro.