Por: Javier Antonio Rojas Quitian/ Desde el pasado 28 de abril, Colombia literalmente está ardiendo. Desde las ciudades capitales, hasta en los rincones más recónditos del país, muchos ciudadanos han manifestado su inconformidad con el gobierno nacional, con sus reformas y con la manera como se ha administrado el país en los últimos años.
Estos días de paros, marchas, protestas, bloqueos de vías, daños a bienes públicos y privados y confrontación entre el pueblo y el Estado, representado en la Policía Nacional y el ejército, han dejado al descubierto varias situaciones, que hablan de la fragilidad de nuestra democracia y del descontento generalizado.
Vale la pena resaltar primero que todo, el gran liderazgo que los jóvenes están adquiriendo en el contexto político, hay una nueva generación, la generación que ha tenido acceso ilimitado a la información, que tienen ideas propias, más pacifistas y cuidadores del medio ambiente, una generación que no cree en los políticos tradicionales, que empieza a ganar espacios y a decidir y que en algunos años cambiará por completo las características de nuestros líderes y gobernantes.
Por otro lado, ha quedado en evidencia la falta de credibilidad, imparcialidad y objetividad de los medios tradicionales y públicos de comunicación, Canal Caracol y Canal RCN, lejos de informar con veracidad, actúan como brazos de la estructura del gobierno y con noticieros de 3 horas, dan más importancia a vidrios rotos, paredes rayadas o acciones de los vándalos, que a la pérdida de vidas tanto de los manifestantes, como de la policía, así como a la causa de miles y miles de personas que han marchado pacíficamente.
Con estos días de paro, el mayor perdedor hasta el momento es el Gobierno, pues luce indolente y desconectado de la realidad del país, el respaldo político de sus partidos aliados está en entredicho y hasta su propio partido, está empezando a ver que respaldar las reformas planteadas por el gobierno les va a representar una perdida electoral y de opinión sin precedentes, por lo que no están dispuestos a cargar con esa responsabilidad y han empezado a cuestionarlo y a desmarcarse de él, estamos entonces frente a la peor derrota política del alicaído gobierno de Duque.
Otra gran perdedora y quizá la que más preocupa es la frágil democracia Colombiana, el gobierno se ha apoderado de las Instituciones y campea un aire de inseguridad jurídica y de abuso del poder por el territorio de nuestro país, una fiscalía que no investiga y que por el contrario amenaza con expropiar vehículos que estén en la protesta, aun cuando la ley de extinción fue creada solo en contra de los bienes de origen o destinación ilícita, una procuraduría que exhorta a gobernantes a utilizar la fuerza sin temor, ya que no serán investigados por ello, una defensoría del pueblo indolente y antipática que no sabe lo que está pasando en el país, mientras el defensor del pueblo al inició del paro, prefirió tomar un descanso en su casa de verano y unas fuerzas armadas y de policía con licencia para matar, han profanado nuestro tesoro más valioso, nuestra democracia.
Mientras tanto, las protestas continúan, al igual que el descontento generalizado que ya los medios no pueden ocultar, el gobierno ha perdido su norte y ante su incapacidad de persuadir ha optado por la represión, mostrando su más monstruosa cara, a un pueblo inconforme y con hambre, que ha demostrado ser persistente y que le teme más a perder hasta la esperanza, que al mismo coronavirus.
*Exalcalde de Sucre (Santander), Administrador de Empresas, Especialista en Gestión Pública y Magister en Políticas Públicas y Desarrollo.