Por: Juvenal Bolívar Vega/ El año 2024 se convirtió en el punto de inflexión crucial para el desarrollo territorial en Colombia. La llegada de nuevos alcaldes y gobernadores, tras las elecciones locales, plantea la necesidad de establecer una hoja de ruta clara y efectiva que no solo cumpla con las promesas de campaña, sino que también aborde las profundas necesidades de las comunidades, especialmente en las zonas rurales.
Desde esta tribuna debemos exponer la importancia que fue la planeación en el desarrollo territorial del 2024 y la expectativa de que, en 2025, comiencen a materializarse inversiones y programas que mejoren la calidad de vida de los pobladores
La planeación es un proceso fundamental para el desarrollo sostenible de cualquier región. En Colombia, donde las disparidades económicas y sociales son marcadas, la formulación de planes de desarrollo en los entes territoriales se convirtió en una tarea imprescindible.
Los nuevos líderes se enfocaron en la creación de estrategias que respondan a las necesidades específicas de sus comunidades, priorizando sectores como la educación, la salud, la infraestructura y el acceso a servicios básicos.
De hecho, la participación ciudadana fue un eje central en este proceso, lo que aseguró que las voces de los pobladores fueran escuchadas y tenidas en cuenta en la formulación de las políticas locales.
Uno de los desafíos más grandes que enfrentan los gobernantes territoriales es la gestión de los recursos públicos. En un contexto de limitaciones presupuestarias, es esencial que los alcaldes y gobernadores implementen una administración austera y eficiente.
En tal sentido, deben evitar el despilfarro y dirigir los recursos hacia proyectos que generen un impacto real en la calidad de vida de las comunidades. La austeridad en el gasto público no significa la reducción de inversiones en áreas críticas, sino más bien la optimización de los recursos disponibles para maximizar su efectividad.
Para multiplicar los pequeños presupuestos municipales y asegurar que las inversiones se traduzcan en mejoras concretas, es crucial establecer una gestión nacional que fomente la cooperación entre los diferentes niveles de gobierno.
La articulación entre el Gobierno Nacional y los entes territoriales es vital para canalizar recursos y garantizar que los programas lleguen a quienes más los necesitan. La creación de alianzas estratégicas puede permitir que los municipios accedan a financiamiento adicional y a la implementación de proyectos que, de otra manera, resultarían inviables
La transparencia en el manejo de los recursos también es un aspecto fundamental que debe ser priorizado por los nuevos líderes.
La corrupción ha sido un obstáculo significativo para el desarrollo en Colombia, y es imperativo que se implementen mecanismos de control y rendición de cuentas que aseguren que los recursos públicos sean utilizados de manera adecuada. La ciudadanía tiene el derecho de conocer cómo se gestionan sus impuestos y cómo se invierten en el bienestar de la comunidad.
La promoción de una cultura de transparencia fortalecerá la confianza entre la población y sus gobernantes, facilitando la colaboración necesaria para llevar a cabo proyectos de desarrollo
Además, la atención a las zonas rurales es una necesidad urgente. A pesar de que estas áreas albergan una gran parte de la población colombiana, frecuentemente son las más olvidadas en términos de inversión y desarrollo.
Las promesas de campaña de los actuales alcaldes y gobernadores deben traducirse en acciones concretas que garanticen el acceso a servicios básicos, infraestructura adecuada y oportunidades económicas para los habitantes de estas regiones. La implementación de programas que fomenten el desarrollo agrícola, el acceso a educación de calidad y la atención en salud son esenciales para mejorar las condiciones de vida en el campo
El 2025 debe ser un año en el que los esfuerzos de planeación del 2024 comiencen a dar frutos. Las comunidades esperan ver resultados tangibles que reflejen las promesas realizadas. Este período debe ser aprovechado para evaluar el impacto de las políticas implementadas y realizar ajustes si es necesario. La capacidad de adaptación y respuesta a las necesidades cambiantes de la población será crucial para el éxito de los planes de desarrollo
Debemos dejar claro que el 2024 fue una oportunidad única para que los nuevos alcaldes y gobernadores en Colombia formularan planes de desarrollo que puedan responder a las necesidades de sus comunidades.
La planeación efectiva, la austeridad en el gasto público, la transparencia en el manejo de recursos y la atención a las zonas rurales son elementos clave para lograr un desarrollo sostenible y equitativo.
Las comunidades tienen expectativas altas, y es responsabilidad de sus líderes cumplir con los compromisos adquiridos, convirtiendo las promesas en realidades que mejoren la calidad de vida de todos los colombianos.
La gestión nacional debe ser un aliado en este proceso, multiplicando los recursos disponibles y asegurando que cada peso invertido tenga un impacto positivo en las vidas de los ciudadanos.
Si esto se cumple, se podrá construir un futuro más justo y próspero para Colombia.
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*Comunicador Social, Candidato MBA con concentración en Marketing Digital, Diplomado en Marketing Político y docente universitario.
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