Por: Carlos Roberto Ávila Aguilar/ Las Cámaras de Comercio iniciaron en el mundo en 1599, cuando los franceses se organizaron y propusieron unirse para estimular el comercio y el desarrollo industrial, con el fin de buscar soluciones a los problemas del sector.
En Colombia se adoptó en 1877, bajo el gobierno del general Julián Trujillo Largacha y en 1878 el 6 de octubre, nació la Cámara de Comercio de Bogotá, como una entidad que representa los intereses de los empresarios, un organismo asesor y consultor del gobierno, fortalecida a través de la Ley 111 de 1890, el Decreto 62 de 1891 y el Decreto 410 de 1971, conocido como nuestro Código de Comercio.
En la actualidad, dos aspectos afectan nuestra economía; la pandemia del Covid-19 y la caída de los precios del petróleo, impactando cada espacio de la economía mundial y por ende la nuestra; desacelerando el crecimiento, perjudicando los mercados internos y regionales, siendo estos, el motor de desarrollo.
Fedesarrollo plantea en su informe de marzo 2020, unos escenarios que nos pone a pensar, entre el menor y el peor escenario, muestra que la recesión actual del país, podría significar una caída del 7% del Producto Interno Bruto, algo inesperado para el país, incluso no se vio en la crisis de 1999 cuando el PIB, se desplomó en un 4.2% y también plantea que el desempleo podría romper la barrera del 20%.
En la actualidad, la situación económica de Colombia agobia a los empresarios (pequeños, medianos y grandes), personas naturales o jurídicas; generado por esos dos golpes a la economía; el Dane posee cifras estadísticas tanto de las pérdidas económicas y el desempleo, pero el impacto real de estos choques dependerán para su cálculo, de la magnitud y la prolongación en el tiempo, por lo tanto, a la fecha son incalculable, hasta que esta pandemia no cese y los precios del petróleo no se estabilicen.
Algunas empresas siguen funcionando, no generan lo mismo que antes del 15 de marzo 2020, la gran mayoría de establecimientos de comercio cerraron sus puertas, cumpliendo con el aislamiento social, buscando proteger sus vidas, la de sus trabajadores, clientes y comunidad en general y eso estuvo bien, estoy de acuerdo con el confinamiento para protegernos, de lo contrario estaríamos peor que Italia o USA; lo que está mal es la falta de medidas públicas contundentes para salvar al sector productivo, a los empresarios olvidados por el gobierno, ya que sus decretos no son suficientes, en verdad, se requieren medidas urgentes, que alivien a los sectores de la económica, sin generar mayores endeudamientos y no llevarlos a la quiebra.
La gran mayoría de comerciantes inscritos no han encontrado apoyo en los alivios económicos ofrecidos por el gobierno nacional y menos alguna propuesta alentadora, en términos económicos por parte de las Cámaras de Comercio del país, solo nos invitan a buscar los bancos como los salvadores y a pagar la renovación de matrícula, llevando al empresario a un mayor endeudamiento y una posible quiebra.
Esta pandemia ha generado un golpe fuerte, los establecimientos de comercio no tienen nada de ingresos pero si muchos pasivos como arriendos, servicios públicos, nominas, proveedores, deudas a bancos o particulares y gastos adicionales; es el caso de actividades asociadas al comercio de bienes y servicios, restaurantes, bares, discotecas, cines, turismo, salones de belleza, las industrias y otros, que serán también afectados, ya que al parecer, serán los últimos en la cadena, en abrir sus puertas, por la desconfianza de la gente al reencuentro social y por lo tanto, su recuperación será lenta.
Uno de los requisitos u obligaciones dispuestas en el Código de Comercio para los comerciantes, con el fin de desarrollar su actividad, es la inscripción en el Registro Mercantil de la Cámara de Comercio del lugar donde va a funcionar o funciona el establecimiento de comercio y por esa inscripción se paga un valor de conformidad a los activos de la empresa y cada año las Cámaras de Comercio exigen la renovación de la matricula mercantil con el fin de continuar su actividad, si el trámite de renovación no se realiza, incurre el comerciante en incumplimiento de una de las obligaciones en el ejercicio del comercio y acarrea sanciones.
Las Cámaras de Comercio del país, tienen el deber legal (Art. 30, ley 1727 de 2014), de reportarle a la Superintendencia de Industria y Comercio, la base de datos de las matrículas no renovadas, es decir, reportan a todo comerciante moroso o en deuda por la no renovación y como consecuencia una investigación y posible sancionan con multa. Confío que esos procesos cumplan el rigor del debido proceso constitucional.
Es por ello, que frente a la situación que estamos viviendo, le propongo al Gobierno Nacional, a las Cámaras de Comercio de Colombia, a la Federación de Cámaras de Comercio de Colombia y a la Superintendencia de Industria y Comercio, la exoneración en el pago de la renovación de la matricula mercantil del año 2020, a las empresas que durante este año no puedan abrir su establecimiento de comercio al público, ni siquiera por domicilios o virtualmente; previamente, el comerciante realizará la solicitud y la entidad revisará sus argumentos del cierre de sus actividades y establecimiento por causas de la pandemia.
Este sería un gran alivio económico y moral, un apoyo real de las Cámaras de Comercio del país, a todos los empresarios y comerciantes que tienen establecimiento de comercio y el cual está cerrado por fuerza mayor y hasta nueva orden, o, hasta que se exista vacuna y confianza social para salir a la calle; el dilema que tiene a muchos pensando, es, si realizan la renovación o cancelan la matricula mercantil.
Por lo tanto, invito a la Cámaras de Comercio de Colombia para que antes del 3 de julio de 2020, plazo último para pagar la renovación de la Matricula Mercantil, revisen la propuesta de exoneración, ajusten su presupuesto empresarial a la realidad de todos y que los comerciantes que cerraron, tengan la garantía de seguir y continuar inscritos en el registro, sin cancelar; de lo contrario, podría generarse una gran avalancha de cancelaciones de matrículas y por ende retiros de comerciantes de las cámaras de comercio del país, ya que es más barato cancelar que renovar, creando informalidad y una mayor crisis en el comercio y economía nacional.
Llamo a la solidaridad de las Cámaras de Comercio del país, frente a quienes son el motor de su existencia y de la economía regional, les pido con respeto atender esta petición, este alivio, ayudaría a muchas personas, familias, empresas, y al país, a quedarse en casa, mientras pasamos este momento inolvidable y volvemos a rencontrarnos.
*Abogado Especialista en Derecho Público, Contratación Estatal y Derecho Penal y Magister en Derecho del Estado.
Twitter: @CarlosRobAvila
Facebook: Carlos Roberto Avila Aguilar
Correo: carlosrobertoavila@hotmail.com