Este histórico despido de ministros deteriora la confianza de los partidos políticos y de los ciudadanos en el gobierno, además de tener una repercusión en la economía.
Por: Jhon F Mieles Rueda/ Hace unos días los colombianos evidenciamos lo que se podría denominar como ‘un revolcón político’ ocasionado por la repentina decisión que tomó el presidente Gustavo Petro de cambiar súbitamente a siete de sus ministros y la Dirección Administrativa de la Presidencia.
Sin embargo, este revolcón tiene un oscuro trasfondo ya que esto se trataría de una retaliación de Petro a causa de la decisión tomada por los partidos de Gobierno como el Liberal, Conservador y de La U de no apoyar la reforma a la salud, tal como la pretende hacer aprobar el Gobierno Nacional.
A pesar de los esfuerzos del gobierno por llegar a un consenso con los líderes César Gaviria del Partido Liberal, Efraín Cepeda del Partido Conservador y Dilian Francisca Toro del Partido de la U, no se logró conseguir la aprobación de dichos partidos para que sus congresistas voten la reforma que se tramita en el Congreso, ya que las negociaciones parecen haber llegado a un punto muerto.
“La invitación a un pacto social para el cambio ha sido rechazada. Quienes se han enriquecido con el uso del dinero público no se han dado cuenta que la sociedad demanda sus derechos y que eso implica el diálogo y el pacto”, publicó Petro en su cuenta Twitter el pasado 25 de abril.
Después de esto y ante la negativa de esas tres las colectividades políticas, el presidente Petro sin más preámbulos, citó a un consejo de ministros donde rodaron las cabezas de 7 de sus 18 ministros, los cuales eran cuotas de los partidos en mención, anunciando la salida de los ahora exministros de Hacienda, José Antonio Ocampo; de Agricultura, Cecilia López; del Interior, Alfonso Prada; de Salud, Carolina Corcho; de Ciencia, Arturo Luna; de Tecnologías, Sandra Urrutia; y de Transporte, Guillermo Reyes.
En su reemplazo, llegaron los ahora ministros de Hacienda, Ricardo Bonilla; de Agricultura, Jhenifer Mojica; del Interior, Luis Fernando Velasco; de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo; de Ciencia, Yesenia Olaya; de Tecnologías, Mauricio Lizcano; y de Transporte, William Camargo.
Así mismo, se anunció el reemplazo de Mauricio Lizcano en la Dirección del Departamento Administrativo de la Presidencia al cual llegó Carlos Ramón González, copresidente del Partido Alianza Verde.
Esto es preocupante ya que además de romperse la coalición de gobierno que proporcionaba las mayorías en el congreso, revela el verdadero carácter autoritario e impulsivo del Presidente Petro quien no está dispuesto a tolerar quien le lleve la contraria y hará lo que este a su alcance así sea convocar nuevamente a un estallido social al mismo estilo que cuando era opositor para presionar el congreso y llevar a cabo sus reformas.
Este histórico despido de ministros deteriora la confianza de los partidos políticos y de los ciudadanos en el gobierno, además de tener una repercusión en la economía ya que en cuanto esto ocurrió, los mercados se sacudieron, en parte por la salida del Ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo y la Ministra de Agricultura, Cecilia López quienes eran quizá los dos mejores y más centrados ministros del gabinete y que generaban confianza en los mercados.
La trayectoria política y experiencia profesional de cada uno de los ministros que formaran el nuevo gabinete, deja ver su carácter blandengue y la estrecha cercanía ideológica con el presidente Petro en una radicalización en su ideología que más allá de los aspectos técnicos, lo que busca es un comité de aplausos, que no le critique sus decisiones ni en público, ni en privado.
En cambio, si quedan en el gobierno ministros como Iván Velázquez de Defensa e Irene Vélez de Minas y Energía que hasta el momento han hecho una gestión muy deficiente y dejan mucho que desear, pero que se siguen manteniendo por ser obedientes ya que se dice que Petro no admite el disenso y no admite que alguien pueda desde un criterio diferente al que él tiene, plantear una alternativa distinta.
Respecto a lo que sería de ahora en adelante la ejecución de políticas y la toma de decisiones en el país, se presume que habrá mucha más presión por parte del Gobierno para que se cumpla lo que el presidente Petro solicite.
La ejecución y decisión de políticas públicas seguramente van a estar asociadas a posiciones ideológicas y sistemas de creencia de lo que debe ser un Gobierno del cambio y no en lo que puede ser la realidad económica, social y cultural de nuestro país.
El Gobierno tendrá que sacar adelante su Plan Nacional de Desarrollo (PND) que será su carta de navegación, la cual si o si tendrán que dejar ajustado antes de que se acabe este semestre.
En síntesis, este gran ‘revolcón’ le permitió a Petro deshacerse de gente que le incomodaba en su estructura de gobierno y ahora tiene más libertad de acción. Pero también ha hecho que el partido Conservador que ya se declaró en oposición, el Partido Liberal y el Partido de la U, le retiren su apoyo, por lo que tendremos un congreso y un país más polarizado políticamente en los próximos meses, donde empezarán a ser más recurrentes las protestas en las calles a favor o en contra de las reformas que pretenda implementar el gobierno del presidente Petro.
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*Escritor, agroforestal y político local.
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