Santander se podría quedar sin poder servir carne al almuerzo si las políticas del Gobierno Nacional continúan como hasta el momento.
A la Asociación de Surtidores de Carne de Santander – Asurcarnes – solo la salvaría que los gobiernos locales, tanto el departamental como los municipales, les tendieran una mano amiga para salir de la crisis.
2021 se convirtió en la piedra de toque de la crisis de los surtidores, comercializadores y expendedores de carne de vacuno, aunque desde hace 14 años empezaron a redoblar las campanas de la alarma para el sector cárnico.
En el 2007 nació la criatura denominada Decreto 1500 de 2007. Ese Decreto establece el reglamento técnico en el cual se crea el sistema oficial de inspección, vigilancia y control de la carne.
Los primeros en sentir la cachetada de la norma fueron los peseros y más tarde los mataderos municipales. Ese Decreto en palabras más complejas señalaba que solo se autorizaba el sacrificio de ganado vacuno en lugares que cumplieran con las exigentes normas sanitarias del Decreto 1500.
Como los peseros no cumplían ese Decreto y muy difícilmente llegarían a cumplirlo fueron a los primeros en prohibírseles el sacrificio. Peseros de tradición desde tres o más generación se vieron en un solo decreto amarrados de manos.
La norma continuó con los mataderos municipales. En varios municipios en donde era tradicional comprar la carne de la semana o del mes los negocios empezaron a cerrarse, la oferta de carne bajó y los compradores no volvieron. Esos pueblos perdieron su movimiento y mientras se reinventaban cundió la crisis.
En ese tiempo se especulaba, ya hace unos ocho años o más, sobre el interés de entregarle el negocio a una sola persona o empresa en Santander. El Decreto 1500 parecía definitivo para acabar con los comercializadores menores. El primer sector en reaccionar fue el sector avícola que en Santander siempre ha estado muy organizado. Pero en las primeras de cambio pasaron las verdes y las maduras para lograr tener las plantas de sacrificio en Santander que cumplieran el Decreto 1500.
Los peseros y mataderos municipales de sacrificio de ganado vacuno desaparecieron, al menos para la vista del público. Los mataderos municipales se cerraron y se abandonaron o se convirtieron en lugares de otro uso.
El decir del monopolio que se establecería para el sacrificio de carne en Santander no fue del todo cierto, pero casi. Y hoy se ve.
La Asociación de Surtidores de Carne de Santander – Asurcarnes – con una planta en zona rural de Floridablanca convocó a los periodistas de la región a una rueda de prensa para explicarles el viacrucis actual.
Lo primero que el abogado Anderson Rico Suárez, Director de Asurcarnes, señaló fue la necesidad de pedirle al “Gobierno Nacional intervenir de manera urgente en el comercio de ganado en pie, ya que desde el año 2020 se viene presentando un desabastecimiento lo cual está llevando a un incremento desmesurado en el precio de la carne en canal”.
A la solicitud de Rico Suárez le hicieron eco los comercializadores y expendedores de carne del Departamento de Santander, quienes denunciaron en rueda de prensa que “se ha presentado una disminución en los volúmenes de ganado a sacrificar, incremento en el costo del ganado en pie de hasta un 30 por ciento en los últimos seis meses y un aumento en el comercio de carne ilegal”.
Advirtieron que “la situación se viene agravando desde que los nuevos dueños del anterior frigorífico de Vijagual, hoy la multinacional Athena Foods, comenzaron a negociar directamente con el productor en las fincas, monopolizando la compra de ganado, ofertando un precio de compra muy por encima del alcance del comercializador local”.
Es decir que lo que peseros y mataderos municipales alertaron hace años se cumplió, más de una década después, pero con tanta fuerza que afectó a los comercializadores mayores de carne en Santander.
Explicaron en Asurcarnes que “esta cadena productiva está conformada por más de 1300 familias en el área metropolitana de Bucaramanga y por lo menos cinco mil en el Departamento, quienes han dejado de comercializar un 20 por ciento de ganado en pie de origen legal, debido a las nuevas condiciones del mercado”.
Según ellos mismos, “de ahí la urgente necesidad de que el Gobierno Nacional intervenga con una solución a una crisis económica y social, ejerciendo control para proteger el hato ganadero, al comercializador y al bolsillo del consumidor”.
El abogado Anderson Rico Suárez, Director de Asurcarnes, explicó en la presentación que el ganado para el sacrifico escasea cada día más.
A esa escasez se le suman las exportaciones de ganado en pie y carne en canal que anuncia el Gobierno Nacional a diferentes países.
“Estamos de acuerdo con la exportación”, explicaron, “pero el Gobierno primero tiene que mirar el hato que hay en el país, revisar qué ganado se puede exportar sin afectar la ganadería local”.
Al exportar ganado en pie hay un cierto control para no comercializar la ternerada, los toros y ganado muy joven, porque al hacerlo desocupa los corrales y si aumentan las exportaciones como se anuncia, ya el ganadero no tendrá qué criar, el comercializador no tendrá qué comprar y la planta ya no tendrá ganado para sacrificar. Y a menor oferta de carne, los precios se incrementarán para el consumidor final, con lo que en muchas mesas desaparecerá la carne debido a los altos costos.
“Hemos – dijeron voceros de Asurcarnes – mantenido los precios al consumidor final, pese a que el ganado se ha comprado más costoso, pero a ese ritmo no hay plata que aguante y al final el costo tendrá que pasarse al producto final, es decir al comprador que lleva la carne para la casa”.
Jorge Quintero, Gerente de Colbeef, la planta certificada de sacrificio de ganado en jurisdicción de Floridablanca en donde se hizo la rueda de prensa, explicó que en el año 2020 se exportaron 264.000 reses de 350 kilos, es decir faltaron dos franjas de crecimiento para lograr los 480 kilos de cada res. Esto qué significa, que cada vez se exporta ganado más joven y con ello se disminuye el hato nacional. En Colombia hoy escasea el ganado de 400 y 450 kilos.
En Santander hay cinco empresas fuertes en la compra de ganado, pero de ese ganado solo se comercializa en Santander el 5% el resto se va para Bogotá o Medellín.
Dijo Quintero que en Santander los impuestos departamentales para sacrificar un ejemplar son de 45 mil pesos a los que se suman los impuestos municipales. Esa es otra carga.
En Colombia el consumo per cápita de carne de vacuno ha bajado del 23% al 17,4%.