Miles de personas marcharon este miércoles 8 de marzo por las calles de Georgia en una serie de protestas que suma varios días contra la denominada ley de “agentes extranjeros”. Para muchos, la ley es una muestra de un acercamiento del Gobierno hacia el Kremlin. ¿Qué busca esta ley y por qué la relación entre Georgia y Rusia es tan complicada?
Miles de personas alumbrando con las linternas de sus teléfonos móviles, enfrentamientos con la policía, que usó gases lacrimógenos y granadas aturdidoras, banderas de Georgia y un vídeo que ya ha inundado las redes sociales: el de una mujer agitando la bandera de la Unión Europea posteriormente rociada con el cañón de agua de una tanqueta policial. Un símbolo que bien podría ser la imagen fija de la actual situación social del país.
Las calles de Tiflis, la capital georgiana, se llenaron este miércoles de manifestantes, así como las de otras urbes del país, para pedir que se retire la denominada como ley de “agentes extranjeros”, un controvertido texto que fue aprobado el martes en una primera lectura en el Parlamento. En las protestas del día anterior hubo al menos 66 detenidos y medio centenar de heridos en los enfrentamientos con la policía.
La ley tiene el apoyo del partido Sueño Georgiano, del primer ministro Irakli Garibashvili, que cuenta con la mitad de los 75 escaños más los nueve del partido Fuerza del Pueblo, impulsor de la medida. El pasado lunes 6 de enero, el primer debate sobre el texto en el Parlamento acabó con una pelea entre diputados.
¿Inspirada en Rusia o en Estados Unidos?
De aprobarse finalmente, la ley obligaría a registrar como “agente extranjero” a las empresas u organizaciones civiles que superen el 20% de financiación extranjera en sus cuentas. Además, tendrán que someterse a la supervisión del Ministerio de Justicia y enfrentar significativas multas si no acatan las normas.
La polémica está servida. Para Fuerza del Pueblo, el proyecto de ley se basa en uno similar estadounidense, adoptado en 1938, sobre el registro de agentes extranjeros. Para los manifestantes, la presidenta del país y la Unión Europea, entre otros, el texto se inspira en uno similar aprobado por Vladimir Putin en Rusia en el año 2012; una ley que ha servido para reprimir a la sociedad civil rusa y a los medios independientes.
El Gobierno asegura que solo busca aumentar la transparencia y que el texto no contradice los principios europeos.
La UE, sin embargo, ha advertido este miércoles que la ve “incompatible” con sus valores y que su aprobación puede «tener graves consecuencias en las relaciones».
Este episodio es «muy malo para Georgia y su gente», aseguró Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea.
¿Acercamiento a Rusia?
Las banderas europeas en las protestas no son una casualidad. El país pidió en 2022 formar parte del club europeo e incluso el primer ministro actual firmó en 2014 un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea y la liberalización del régimen de visados entre Georgia y el ente comunitario.
Pese a ello, la UE rechazó los intentos de la exrepública soviética de convertirse en candidata a miembro, diciendo que necesitaba acelerar los cambios en áreas como el Estado de derecho, la independencia de la Justicia y la libertad de prensa.
Desde el inicio de la guerra en Ucrania, muchos creen que el horizonte político del primer ministro parece haber virado hacia el Kremlin en un país donde el 85% de la población aprueba la entrada a la UE.
El martes, desde Berlín, Garibashvili llamó «a no sucumbir a las especulaciones irresponsables de la oposición».
«Hay muchas ONG que se pronuncian contra los intereses nacionales con el dinero que reciben del exterior. El futuro del país pertenece a los patriotas y no a aquellos que sirven a Estados extranjeros», comentó al tiempo que reiteró que Georgia será miembro “de pleno derecho de la familia europea” y que están “esperando el estatus de candidato a la Unión Europea lo antes posible».
La presidenta del país apoya las protestas
La jefa de Estado en Georgia es Salomé Zurabishvili, una europeísta nacida en París en el año 1952, hija de una familia ilustrada georgiana que se refugió en Francia durante los años 20 del siglo XX. Tuvo una larga carrera en el servicio diplomático galo y en 2018 ganó las elecciones presidenciales con el apoyo de Garibashvili y la intención de acercarse a Europa sin levantar el enfado de Rusia, pero ahora se han distanciado.
Zurabishvili ha apoyado a los manifestantes. «Me dirijo a vosotros, que os encontráis en la Avenida Rustaveli. Hoy me encuentro en Nueva York y ante mí está la Estatua de la Libertad. Ella es símbolo por lo que siempre luchó Georgia. Estoy con vosotros, ya que hoy vosotros representáis a una Georgia libre”, espetó al pueblo georgiano.
Para la presidenta, la ley fue “redactada bajo el dictado de Moscú». Una alocución muy fuerte en un país que aún guarda tensas relaciones con la potencia que dirigía la maquinaria de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la URSS, de la que Georgia formó parte hasta su desintegración en el año 1991.
Además, el Kremlin apoyó los intentos separatistas de los territorios de Osetia del Sur y Abjasia, al norte del territorio georgiano, que desembocó en la denominada como guerra ruso-georgiana de 2008.
Actualmente, Tiflis no controla los territorios, los cuales se encuentran en un limbo legal. Rusia aún tiene desplegadas tropas en Osetia del Sur.
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