Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Se lo leí en una ocasión a Carlitos y Snoopy: le dijo Carlitos a Snoopy: “sólo se vive una vez Snoopy”, a lo que Snoopy le respondió: “Error sólo se muere una vez, vivimos todos los días”, no sé si se muere una vez, no pretendo entrar en esos temas, de lo que sí estoy seguro es que vivimos todos los días, la pregunta es: ¿cuántos días de nuestra vida los hemos vivido realmente?, o ¿Cuantos días hemos dejado de vivir y sólo nos hemos limitado a respirar para mantenernos con vida, y los hemos dejado de vivir como deberíamos?
Por ello vale la pena preguntarnos, ¿qué es la vida? Hagamos un símil con una partida de póker, al ingresar a una partida nos entregan un paquete de cartas y esas cartas las podemos jugar de muchas formas, recordemos que lo importante no son las cartas, es la forma como las juguemos, en ocasiones nos apresuramos a jugar, o nos demoramos en jugarlas y perdemos esa ventaja con que arranca la partida; ¡juguemos bien¡, ese es el secreto, saber jugar nuestras cartas.
Antes que nada debemos saber que estamos vivos, claro que sí, ya estamos aquí, ocurrió el día y mes en que llegamos a la tierra; año a año celebramos los cumpleaños, y lo hacemos porque aprendimos, crecimos, disfrutamos, ayudamos, si fue un buen año, felicidades; si el escenario fue distinto, también aprendimos, corregimos y sobre todo vivimos, es que estar vivo significa habitar totalmente el presente, fortalecerse con las adversidades, danzar con los problemas, poseer las riendas de nuestra vida, está en nuestras manos enfrentar la hoguera de la incomprensión y convertirnos en felinos cuando corresponde.
Después de saber que estamos vivos podemos decir que la vida es un sueño que hacemos realidad con nuestros actos, la vida es la pasión fugaz por la evolución, la transformación, es la embriaguez estática que nos habla el lenguaje de la unicidad, la vida es de cabellera frondosa y suelta y flores en los ojos, de miel en los labios, es emoción convertida en temblor corporal y corazón apurado por el amor, es posibilidad de beber cada instante, es de enseñanzas y aprendizajes que debemos almacenar para mejorar, es besar la fugacidad, donde fluir es la mejor manera de vivir, es saber renunciar, es endulzar esta existencia temporal para ello es fundamental que nada nos amarre, nada nos ancle, porque la vida es movimiento sagrado e indetenible.
Estar vivo significa jugar a ser mortales y reconocerlo, sin que esto nos impida vivir, es reencontrarnos, contemplarnos a los ojos, convertir nuestras manos en caricias y esculpir el silencio con palabras que roben suspiros, es olvidar por un momento que somos polvo en un universo lleno de estrellas, que estamos habitando una zona de misterio, es deshojar el calendario para vivir cada día con pasión, entendiendo que un día será nuestro último día en la tierra, que por ello estar vivos es sentir la belleza del amanecer y la obra de arte de la hora vespertina, la misteriosa y romántica noche donde la oscuridad permite contemplar el universo, es contener la respiración con el canto del pájaro y llenarse de colores con el pétalo de la flor, es hacer que cada instante sea como esa oruga que se convierte en una hermosa mariposa de colores y volar iluminando nuestro andar durante toda nuestra vida porque un mañana se apagarán sus colores.
Si bien es cierto no existe la perfección, todos tenemos errores, eso también es vivir, en las autopistas rectas es donde ocurren más accidentes, por ello consientes de nuestros errores trabajemos para ser ese tipo de personas que hacen bonito un enfado, o ser esos alquimistas que transformemos lágrimas en risas, que saquemos sonrisas aun cuando las lágrimas estén rodando por las mejillas, que regalemos flores, sí, de esas que no necesitan riego, esas que están en nuestras palabras, en nuestro mirar, hacernos querer y sentirlo en las miradas que nos dan, como dice esa buena salsa de Guayacán “cuando hablan las miradas”.
Estar vivo significa por un momento, que dejemos de ser estrellas y contemplemos el cielo, que titiritemos de frío, sentir el calor y deshidratarnos con él, administrar nostalgias, sentir ganas de abrazar y ser acariciados, naufragar un día en el mar de la fugacidad, es embriagarnos de buenos recuerdos, y que podamos gritar a viva voz ¡misión cumplida!, porque la vida, es la oportunidad de poner en acción, la inteligencia existencial que posibilite la germinación del potencial con el que vinimos a la tierra.
Es fundamental activar nuestra inteligencia emocional y existencial, recordemos estamos acá por algo, por una misión que cumplir, encontremos esa misión: como padres, como educadores, como hijos, como empleados, como empresarios, como hermanos, como esposos (as), estamos acá por algo, no se trata sólo de vivir, sino de dejar huella, sé que no es fácil descubrir nuestra misión, aprendí que tampoco es difícil comprenderla, es sólo necesaria e inevitable.
¿Por qué estoy aquí?, ¿quién soy?, ¿qué tengo que hacer?, ¿será que vine a la tierra por razones laborales? ¿Por qué hago lo que hago?, recordemos que vinimos equipados con unos talentos los cuales debemos desarrollar, usar para permitir que nuestra misión se manifieste en nuestras vidas, está bien enfocarnos en lo externo en nuestra apariencia, en los logros educativos y económicos, pero no debemos olvidar la parte interior y es ahí cuando la existencia parpadea y surgen preguntas, ¿qué hacer con mi vida? ¿Qué significa estar vivo? Si hemos leído sabemos que significa estar vivos.
Vivamos y hagámoslo con pasión, con alegría, que nadie pase por nuestra vida sin que se sienta valorado.
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*Profesional en Mercadeo
Twitter: @heraldoru