Por: María Isabel Ballesteros/ Algunos creen que empezamos a envejecer desde que nacemos, pero lo cierto es que no somos conscientes de ello hasta que aparecen algunas limitaciones físicas o ciertos signos externos en nuestros cuerpos. Biológicamente hablando, envejecer es inevitable e irreversible para todos, pero actualmente no solo tenemos alternativas médicas, dietéticas, ocupacionales y hasta deportivas, que nos inducen en esta nueva etapa de la vida, de manera óptima y saludable, sino que debemos considerar que la edad avanzada, aunque nos mengua en lo físico, nos permite alcanzar con los años mayor sabiduría, madurez emocional y experiencia, que pueden aportan mucho a la historia presente.
Llegar a los 60 años y convertirse en adulto mayor suele generar ansiedad o preocupaciones, que van desde lo psicológico hasta lo social y que muchas veces se basan en prejuicios y miedos, pues tendemos a asociar la tercera edad con ser improductivos, limitados o sin autonomía y nos aterra la idea que, al finalizar nuestra vida, los demás nos vean como una “carga” y terminemos siendo por ello maltratados u olvidados.
Ahora bien, si ojeamos las estadísticas podremos ver que la situación de los adultos mayores en Colombia es una de nuestras realidades más crudas. Según el censo del DANE del 2019, la población del país ha envejecido rápidamente y hoy representa el 13.5% (o sea, 6.657.455 personas), de las cuales el 20%, en promedio, viven solas por lo que tienen que lidiar, además de sus problemas de salud, con la dificultad que les implican las actividades básicas dentro de su entorno.
También el más reciente Estudio Nacional de Salud, Bienestar y Envejecimiento (Sabe), de la Universidad de la Sabana, indica que más de 400 adultos mayores son abandonados anualmente en nuestro país y cerca del 12% de ellos ha sufrido algún tipo de maltrato, mientras el 74% no tiene pensión y el 40% padece de depresión. Como dato final, según el Departamento Nacional de Planeación, uno de cada cinco adultos mayores se encuentra en condiciones de pobreza.
Estas situaciones recurrentes conllevaron a que se modificaran varias leyes relacionadas con el maltrato intrafamiliar y que a través de la Ley 1850 del 2017, se tipificara el delito de abandono de los adultos mayores. Ahora, quien(es) dentro del entorno familiar restrinja(n) la libertad de locomoción de un adulto mayor puede(n) ser sancionado(s) con multas de hasta 24 salarios mínimos o con prisión, a partir de 16 meses, y quien(es) descuide(n) o no vele(n) por la satisfacción de sus “necesidades de higiene, vestuario, alimentación y salud” o los agredan física, verbal y psicológicamente, puede(n) perder su libertad, con penas que van desde los 4 a 8 años.
Por otro lado, el marco legal de protección al adulto mayor también contempla el derecho a la recreación y por ello se han creado los llamados “Centros Vida”, que facilitan su atención con actividades artísticas y de esparcimiento, donde cuentan con áreas múltiples, enfermería, zonas de juegos, comedor, cocina y baños.
En cuanto al derecho a la educación, que pareciera ser menos reconocido, los adultos mayores tienen el beneficio de acceder al 50% de descuento en el costo de su matrícula, en las universidades públicas del país.
Todas estas disposiciones, indudablemente, promueven la protección y libertades de las personas de la tercera edad, que se consideran población vulnerable, pero es evidente que desde los diferentes sectores hay mucho por hacer, como en el de la salud, donde a pesar de que la cobertura supera el 90% de la población colombiana, siguen presentándose muchas barreras en la atención del público en general y por ende en la de los mayores.
Si miramos el modelo laboral colombiano vemos que siempre ha existido un sesgo en temas de edad y solo hasta ahora se están implementando leyes como la 2040, del 27 de julio del 2020, que busca impulsar el enganche, por parte de las empresas, de aquellas personas mayores y no pensionadas. También sorprende el déficit de profesionales especializados en atención a la tercera edad, pues desde 1982 hasta el 2017 apenas teníamos 2.000 gerontólogos, de los cuales solo el 4% ejerce su actividad, lo que significa que hay menos de 90 especialistas atendiendo en todo el país y la mayoría ubicados en Bogotá.
Retomando lo que inicialmente mencioné, es importante recordar que el aporte de los adultos mayores puede verse reflejado claramente en lo económico o social (salvo cuando padecen de un grado importante de discapacidad), pues muchas veces los que son pensionados pueden acoger en tiempos de crisis a hijos o familiares, cuidar de aquellos que son dependientes, por estar muy enfermos, cuidar de los nietos y apoyar obras sociales o religiosas no remuneradas.
Todas estas actividades pueden permitir a los mayores seguir activos, pues la edad de jubilación o tener más de 60 años no necesariamente afecta las capacidades o el estado de salud de las personas, especialmente ahora, que la esperanza de vida se ha ampliado tanto.
Igualmente, los adultos mayores, dado su bagaje personal o profesional, pueden ser perfectos formadores de los más jóvenes, pero todo este abanico de alternativas, definitivamente, no se darán si no se replantean desde la política, la empresa privada e incluso las ONG, pues más que subsidios, lo que necesitan las personas son oportunidades que las hagan sentir útiles, integradas socialmente y realizadas.
La misma palabra de Dios ordena “Ponte de pie y muestra respeto ante las canas…”, lo que sitúa a nuestros mayores en un lugar de honra, sin embargo, cuánta gente no respeta a sus “viejos” al burlarse de ellos, al ignorarlos o al no escuchar su consejo. Cuando los años pasen la juventud será un recuerdo, pero no esperemos llegar hasta allá para poder comprenderlo. Entonces, frente a la involución natural que trae la vejez veamos también todos los matices positivos que nos presenta y adoptemos medidas que puedan beneficiarnos a futuro, para continuar siempre teniendo nuevos planes.
Por ello, si algunos te menosprecian por llegar a la tercera edad, recuérdales cada vez que sea necesario esta inspiradora frase de camiseta: “¡No tengo 60 años, tengo 18, con 42 de experiencia!”.
*Asesora en Sistemas Integrados de Calidad
Twitter: @Maisaballestero
Instagram: @Maisaballesteros
Fan page: Facebook.com@Maisaballesteros