En tiempos donde el desempleo lleva a la desesperación no faltan los aprovechados que abusan de sus empleados o que hacen todo tipo de propuestas engañosas disfrazadas de soluciones para aquellos desesperados.
Por: Fray Andrés Julián Herrera Porras, O.P/ En días pasados tuve una conversación muy interesante con una estudiante universitaria a la que quiero mucho y que por diversas razones ha tenido que buscar algún ingreso extra y se encuentra en búsqueda de trabajo, nada extraño para la mayoría de estudiantes universitarios del país quienes necesitan trabajar y estudiar para sostenerse o poder vivir con mayor tranquilidad económica su proceso académico.
Buscar trabajo en el país ha sido una odisea desde tiempos inmemoriales, mal haría en culpar al gobierno de turno o al anterior, la situación es estructural y mientras no garantizamos unos mínimos de democratización de capitales la situación no cambiará en el futuro cercano.
La estudiante con la que converse encaja perfectamente dentro de los cánones de belleza generales establecidos por nuestra sociedad patriarcal, es una mujer realmente bella. Ahora bien, eso parece no ayudarle en su búsqueda de empleo, me contó que entró a varios grupos de Facebook donde se publican ofertas laborales y lejos de encontrar lo que se ajustará a su necesidad, terminó encontrando propuestas para diferentes trabajos sexuales por mensaje interno.
En Colombia el desempleo es de más del 10%, y si vamos a ver puede ser mucho mayor porque falta contar a los informales que harían que el porcentaje aumentaría considerablemente. La informalidad y la explotación están a la vuelta de la esquina.
Mi intención en este texto no es condenar a quienes ejercen algún tipo de trabajo relacionado con la sexualidad, aunque no estoy de acuerdo con la venta del cuerpo, lo que quiero resaltar aquí es un llamado de atención frente a la forma en que se ofrece este tipo de trabajos a algunas mujeres aprovechándose de la situación de su necesidad y la urgencia que pueden tener.
Dentro de las peculiares ofertas que me mostró ella se puede hacer varios análisis, las formas en que se presentaban, la oferta económica que ofrecían, la supuesta “seguridad” de las propuestas realizadas, todo un cuento de hadas económico, ¡una ganga!
En cuanto a la forma en que se hace la propuesta existen quienes la publican abiertamente: “se busca dama de compañía” o “modelo webcam” etc. También quienes de forma un poco invasiva envían su propuesta por mensaje interno advirtiendo que “se te puede dar hasta universidad” o explicando que “los clientes son jóvenes entre 32 y 27 años”. Y, por último, quienes primero preguntan por edad, intereses y otros temas para luego proponer “Muy bien es para tener sexo con una sola persona fija, nada de viejos, a cambio de un dinero”.
Frente a todo esto me han surgido muchos interrogantes que aún no resuelvo: ¿le habrían insistido de la misma forma a mi amiga si no se adecuara a los estándares de belleza?, ¿A los hombres que se encuentran buscando empleo también los invaden ofertas laborales de este tipo?, ¿pagarán realmente los dineros prometidos?
Gracias a la familia de la estudiante que me contó su historia, no le hará falta lo necesario. Sin embargo, es evidente que otras personas con mayor urgencia económica terminan accediendo a este “dinero fácil” por la premura del cumplimiento de sus obligaciones económicas y la insistencia de quienes ofrecen constantemente este tipo de empleo.
Aunque la prostitución es uno de los oficios más antiguos del planeta, es también tradicionalmente se ha rechazado e incluso marginado a quien lo ejerce. Hoy la situación no ha cambiado, aún se rechaza y se margina a quien se le pone el rotulo de “prostituta”, empero, se reconoce que hay una estratificación en quien desempeña el oficio y quienes son más “exclusivas” son menos rechazadas socialmente. Además, la internet ha posibilitado muchas formas para hacer dinero con todo tipo de contenido erótico que responde a su vez a la hípersexualización de nuestra sociedad.
Mi repudio a lo sucedido no se da por el tipo de trabajo que se oferta, sino a la forma en que se hace. Adicionando también que, es necesario asumir que la oferta aumenta si la demanda aumenta, somos nosotros mismos como sociedad los responsables de que a las mujeres que son consideradas “sexys” y necesitan empleo lo primero que se les ofrezca sea emplearse haciendo uso de sus atributos, menospreciando por completo cualquier tipo de actividad que podría llevar a esta mujer a desempeñar otro rol en la sociedad y dejando claro que su valía (para la sociedad) está en su belleza.
Es tiempo de que como sociedad deconstruyamos la forma en que vemos a aquellas personas que nos parecen atractivas, no podemos seguir sexualizando y normalizando esa hipersexualidad. No me refiero a que volvamos al sexo de nuevo un tabú, sino que lo pongamos dentro del justo medio, que una persona pueda usar una falda sin el temor de ser desnudada o acosada.
Apuntaciones:
- Queda pendiente una reflexión más profunda sobre aquellas profesiones que se han sexualizado sin ser un trabajo sexual. Me refiero al papel de las secretarias, de las auxiliares de vuelo y otros oficios que se han vuelto “fantasía” para muchos y que menoscaban la dignidad de quienes ejercen dichas profesiones.
- Me parece excelente que cada quien pueda marchar, a favor o en contra del gobierno. Sin embargo, ¿tiene sentido que el gobierno apoye marchas en su favor? ¿No debería mejor dedicarse a gobernar con más altura? Y, en cuanto a la oposición, ¿no deberían haber dado un mejor ejemplo de ciudadanía en las calles? ¿Qué culpa tienen el arte y la paz?
- A lo largo y ancho del territorio nacional se siguen cocinando alianzas políticas de todos los colores y sabores, la mayoría con el mismo objetivo de siempre: prometer para no cumplir, es urgente hacer veeduría desde ya.
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*Abogado. Estudiante de la licenciatura en Filosofía y Letras. Miembro activo del grupo de investigación Raimundo de Peñafort. Afiliado de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino.
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