Por: Yessica Molina Medina/ Muchos dirán que no es momento de hablar de economía, en medio del pico más grave de la pandemia, el que verdaderamente puso contra las cuerdas a nuestro sistema de salud. Ojalá todos pudiéramos confinarnos por un par de semanas, que todos pudiéramos darnos el lujo de estar en casa 10 días sin pasar ninguna dificultad, con la nevera llena y la cuenta de servicios y arriendo pagadas. Ojalá el Estado pudiera garantizarles los mínimos vitales a quienes no pudieran darse ese lujo, que son la inmensa mayoría de los colombianos.
Pero la realidad está muy lejos: desempleados, millones de personas que viven del rebusque, negocios quebrados o a punto de la quiebra. Esa la realidad y va más allá de la gestión de un gobierno u otro: es el sistema total el que falla. Entonces sí es necesario hablar de economía, por cuanto si por un lado el Covid-19 ataca, por el otro las necesidades sociales aprietan, ahorcan.
Así que, entre todos, pero en especial el Estado y los gremios, tenemos que poner en la reactivación económica. Y quiero mencionar aquí un ejemplo, un buen ejemplo que, espero, sea uno de muchos procesos de incentivo. En el Carmen de Chucurí, municipio cacaotero de Santander, esta semana se firmó un convenio entre el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y la Federación Nacional de Cacaoteros para potenciar la producción de cacao, de la cual dependen, solo en dicho departamento, 22.000 familias.
Este convenio incluye, en breve resumen, asistencia técnica, entrega de herramientas, mejoramiento de suelos y otros esfuerzos para mejorar el proceso y lograr un producto que cumpla con estándares internacionales.
Es buen ejemplo, reitero. Y lo es porque le apunta a la reactivación de un sector específico del cual dependen cientos de familias en todo el territorio nacional, y porque es un esfuerzo entre Estado, gremios y pequeños productores.
Esfuerzos como este serán vitales en la reactivación de la economía porque van más allá de la mera repartición de subsidios, no siempre garantía de buenos frutos. Mientras que el acompañamiento como parte de estos proyectos, sin duda, siempre deja mejores resultados, unos más sólidos y duraderos, que realmente aportarán en el crecimiento de Colombia, más a sabiendas de que las finanzas estatales quedarán maltrechas cuando pase la pandemia.
Creo que lo más valioso es el mensaje de trabajo mancomunado: de esta crisis salimos entre todos, con el aporte de cada uno, de cada trabajador, de cada campesino, de cada empresario, de cada productor… Desde el tendero del barrio hasta los grandes empresarios. Todos, cada quien aportando lo suyo y en la medida de sus posibilidades.
No es realista ni fructífero esperar que el Estado venga a salvar la economía a punta de subsidios: primero, no puede, no tiene músculo para hacerlo; y, segundo, ello no aporta a la construcción de proyectos productivos sólidos y de largo plazo, y se queda en la solución cortoplacista y parcial, que en muy poco tiempo caerá por su propia debilidad.
Colombia necesita visiones de futuro, visiones económicas modernas. Colombia necesita que cada uno de sus ciudadanos, desde su sitio, ponga su grano, no su granito, de arena. El barco flota si todos remamos.
*Master en comunicación estratégica, profesional Comunicadora Social- Periodista, asesora política y relacionamiento público y experta en marketing político.
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