Por: Jairo Vargas León/ En el Génesis de la Biblia se describe el paraíso como el lugar original en el que la primera pareja de la humanidad vivía libre de la enfermedad y la muerte, ello significa que por la mente de Adán y Eva jamás imaginaron circular un paper para adquirir los frutos del jardín del Edén.
Del paraíso del Edén tomamos el tranvía del tiempo para encontrar la primera estación titulada “paraíso fiscal”, cuyo nombre surgió en 1932 en Francia a raíz del escándalo suscitado por evasión fiscal en el que aproximadamente 1000 personas de la élite francesa a través de entidades suizas habían depositado sus dineros escapando al control del Estado, doce generales, tres senadores y dos obispos fueron el foco de atención de la época en mención.
Diversos conceptos difusos y equivocados se han tejido sobre lo que significa un paraíso fiscal, adicional a ello se ha estigmatizado la connotación que tiene. Podríamos de primera mano conceptualizarlo como aquellos territorios o Estados en la que es escasa o casi nula la tributación, ello motiva a que personas o sociedades comerciales encuentren un amparo para usarlo en favor de sus intereses económicos, libres de la carga fiscal que implica poseerlo.
Un paraíso fiscal se distingue además por la ausencia de transparencia, poco intercambio de información para ejercer control tributario por parte de otros países que pretendan hacerlo, no requiere la presencia del contribuyente en el espacio geográfico donde funcionan las mentadas jurisdicciones.
Estas condiciones sumadas a las del secreto, la confidencialidad, el anonimato del titular, sin límite en sus montos, son condiciones propicias que hacen atractivo su uso, pero además la legalidad y la criminalidad del origen de sus recursos no se distinguen, he ahí el cuestionamiento que surge respecto a la legitimidad del capital.
Ha estado en el tintero del estigma el paraíso fiscal por cuanto pese a no ser ilícitos; el fraude, la evasión fiscal, el blanqueo de capitales, siguen un tránsito amplio e incalculable en la monetización que circula en estos. Ante la imposibilidad de acceder los gobiernos y el sistema financiero internacional la medida que han adoptado es calificar como práctica irregular quienes posean capitales en este jardín fiscal.
Los paraísos fiscales se clasifican en varias tipologías, entre estas las siguientes:
Países sin ningún impuesto: Corresponde a países que no aplican impuestos sobre ingresos ni tampoco sobre ganancias de capital. En este segmento se ubican países como: Islas Bermudas, Caimán, las Bahamas.
Países sin impuesto sobre ganancias territoriales: Este tipo de países aplican impuestos sobre aquellas ganancias que se obtengan en el respectivo paraíso. En este rango se ubican países como: Gibraltar, Man, Panamá, Jersey, Guernsey, Liberia.
Zonas con baja imposición: Se aplica a todas las personas o sociedades, pero con tasas muy bajas en su tributación. En esta categoría se ubican países como: Chipre, Malta.
Países con tributación especial: son países que imponen las cargas impositivas similar a los demás países, pero hacen exenciones para aspectos muy concretos. En esta condición se ubican países como: Liechtenstein, Austria, Holanda.
Según la Organización para la cooperación y el desarrollo económico-OCDE al igual que el fondo monetario internacional-FMI, han estimado alrededor de 40 países en el mundo que se caracterizan como países fiscales, por ende, se consideran con escasa tributación, poseen leyes sobre secreto tributación y no cooperan con ningún país en los asuntos tributarios.
Nueve de cada diez empresas de las 200 más importantes del mundo tienen presencia en al menos un paraíso fiscal. Entre el año 2001 y el año 2014, la inversión empresarial en estos lugares se cuadruplicó.
En 2015, las 50 mayores empresas estadounidenses ocultaron 1,6 billones de dólares en paraísos fiscales mientras los 20 principales bancos europeos registraron 25.000 millones de euros en paraísos fiscales.
Es indiscutible que la evasión y elusión fiscal por parte de las grandes multinacionales priva a los países pobres de al menos 100 mil millones de dólares cada año en ingresos fiscales, dinero suficiente para escolarizar a 124 millones de niños y niñas y evitar la muerte de cerca de 8 millones de madres, bebés, niños y niñas cada año.
El informe Oxfam estima que el uso de paraísos fiscales por parte de los más ricos supone pérdidas por valor de 14 mil millones de dólares anuales en ingresos fiscales para los países africanos, fondos suficientes para financiar servicios sanitarios que podrían salvar la vida de cuatro millones de niños y niñas y, además, contratar a los profesores y profesoras necesarios para escolarizar a todos los niños y niñas del continente
Un paraíso llamado Pandora Papers
En la reciente investigación global del Consorcio Internacional de Periodista de Investigación-ICIJ basada en la filtración de casi 12 millones de documentos confidenciales de 14 estudios de abogados especializados en la creación de sociedades y fideicomisos offshore en paraísos fiscales, como Panamá, Belice y las Islas Vírgenes Británicas, entre otros. Son documentos que van desde 1970 a 2018, considerando fecha de creación de empresas, pero la mayoría de los archivos relacionados cubren el rango temporal hasta 2020. Muestran distintas operaciones como el establecimiento de empresas fantasma hasta movimientos de cuentas bancarias en más de 30 jurisdicciones y al menos 10 paraísos fiscales. El trabajo revela negocios y secretos financieros de más de 30 líderes de Estado, 330 políticos y funcionarios de más de 90 países, decenas de multimillonarios que integran los rankings de la revista Forbes.
Los rasgos de los Pandora Papers en Colombia
Según la investigación los Pandora Papers incluyen 588 nombres de personas naturales y jurídicas de Colombia que figuran como dueños reales de sociedades offshore. Entre estas personas hay dos expresidentes (Andrés Pastrana y César Gaviria), destacan también la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez, la ministra de transportes Ángela María Orozco, el exministro de la defensa y actual embajador en Chile y expresidente de Fenalco, Guillermo Botero; la exministra de educación Gina Parody, el director de la División de Impuestos Nacionales, DIAN, Lisandro Junco Riveira; también aparece Enrique Peñalosa y el expresidente de Ecopetrol, Isaac Yanovich al lado del presidente de la Federación de Aseguradores de Colombia-Fasecolda, Miguel Gómez Martínez.
También son propietarios de sociedades offshore los principales grupos
económicos y las personas más ricas del país. Encabeza este listado Luis Carlos Sarmiento Ángulo el hombre más rico del país propietario del grupo AVAL dueño de los principales bancos colombianos como el Banco de Bogotá, el Banco Popular, el Banco de Occidente y AV Villas, así como del fondo privado de pensiones Porvenir y Corficolombiana.
No es de buen recibo para la sociedad colombiana que la élite colombiana evada las obligaciones tributarias escondiendo sus capitales en estos paraísos fiscales. ¿Porque se le priva al Estado de unos recursos que algunas investigaciones calculan en 50 mil millones de dólares para la inversión en programas sociales?, como superar la pobreza y la inequidad de la sociedad con la reducción de recursos que permitirían implementar sendos programas?
No es dable ir al paraíso a través de los papers, porque no seguir el buen ejemplo de Adán que todo lo dejó en el jardín del Edén. ¡Colombia es nuestro paraíso!
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*Abogado-Economista, Magister en filosofía, Doctorando en Derecho, Docente Universitario