Por: Martin Camilo Carvajal Cámaro/ Una empresa sostenible genera valores económicos, sociales y medioambientales a corto y largo plazo, contribuyendo en el crecimiento del bienestar y el progreso de las generaciones presentes y futuras, haciendo de su gestión, una acción responsable con los recursos al establecer parámetros de medición respecto a cómo se utilizan sus recursos financieros, humanos y operacionales y cómo se tratan sus recursos tangibles; insumos, materiales y residuos.
La sostenibilidad empresarial permite gestionar recursos y hacerlos más eficientes para la empresa, sociedad y el ambiente, de esta forma al evaluar y controlar el consumo responsable de insumos como energía eléctrica, agua, gas y papel entre otros, manejar responsablemente sus residuos, generar buenas prácticas ambientales y establecer un contacto permanente con la comunidades, se logra reducir costos y aumentar ingresos, fomentando con este ejercicio el crecimiento económico y la competitividad.
Invertir en tecnologías, implementar prácticas comerciales respetuosas con el ambiente, economizar recursos energéticos, aprovechar los recursos cercanos, implementar principios de economía circular, cumplir con la legislación y evaluar los impactos sociales de la producción y la actividad empresarial debe ser un compromiso serio e inaplazable de los empresarios, con la participación activa de todos sus colaboradores y el apoyo, acompañamiento y seguimiento del Estado.
Las empresas que invierten en tecnologías y prácticas comerciales amigables y respetuosas del ambiente tienen mayores posibilidades de garantizar su permanencia en el mercado y mejorar su posicionamiento.
Ser sostenible implica, promover relaciones sociales trasparentes y proteger los recursos que han tardado siglos en formarse, una empresa sostenible crea valor económico, ambiental y social, contribuyendo y participando en el crecimiento del bienestar y el progreso de generaciones presentes y futuras al conservar, proteger y preservar la naturaleza y la biodiversidad. Las evidentes consecuencias del cambio climático y de la actividad humana en el planeta tierra, necesariamente nos conducen a la toma de medidas que permitan vivir en un entorno lo más saludable posible.
Todo negocio debe tener en cuenta los límites ambientales, pues contaminar y deforestar sin responsabilizarse ya no es un modo válido para crecer, aunque en el ámbito empresarial se consideraban las exigencias de responsabilidad ambiental como gastos, hoy día los empresarios reconocen que con una gestión ambiental responsable en una organización se pueden derivar impactos financieros positivos y crear oportunidades para la organización, las que no se adapten a los constantes cambios que exige el mercado actual para ser competitivo corren el riesgo de desaparecer.
La visión del desarrollo sostenible en las empresas debe ir más allá del cumplimiento de las regulaciones ambientales y de la implementación de conceptos de producción más limpia, en este sentido, el Estado Colombiano bajo el liderazgo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y las Corporaciones Autónomas Regionales vienen de manera acertada promocionando y ejecutando en todo el país el Plan Nacional de Negocios Verdes, el cual como ellos lo definen, “contempla actividades económicas en las que se ofertan bienes o servicios, que generan impactos ambientales positivos y además incorporan buenas prácticas ambientales, sociales y económicas con enfoque de ciclo de vida, contribuyendo a la conservación del ambiente como capital natural que soporta el desarrollo del territorio.”
Los Negocios Verdes permiten visibilizar las empresas, abrir mercados nacionales e internacionales, promover patrones de producción y consumo sostenibles, facilitar la toma de decisiones a los consumidores y fomentar una cultura alineada con principios ambientales, sociales y éticos.
*Abogado, Especialista en Gerencia Pública.
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