Quienes tienen buena suerte por lo general tienen una actitud positiva ante las experiencias que viven, incluso cuando éstas, aparecen como un revés, una dificultad o una crisis.
Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Son muchos los conceptos sobre la suerte, uno de ellos proviene de la voz latina sortis, que eran unos dados o huesecillos empleados para el reparto de los lotes de tierra (de allí proviene, también, lotería) con que premiaban a los soldados que cumplían su servicio en la Antigua Roma, considero que suerte es la suma de preparación y oportunidad.
En nuestro país este es un segmento que mueve miles de millones, empresas, personas que viven de esta palabra, basta caminar por la Caracas, en Bogotá para ver avisos de magos, médiums, lecturas del tarot, etc. Y así por todas las ciudades del país, apuestas, chances, loterías, el zodiaco, el futbol, etc. De igual forma muchas personas viven esperando como dice la canción “pronto llegara el día de mi suerte, sé que vendrá”.
Quienes creen en la suerte, sostienen que las condiciones de vida pueden depender del destino, de la existencia y utilización de amuletos, esta superstición hace que la gente utilice ciertos objetos como una herradura, un trébol de cuatro hojas, una pata de conejo, cruzar los dedos o tocar madera y consideran que ello trae buena suerte, de igual forma otras cosas, en cambio, generan mala suerte: un gato negro, romper un espejo, derramar sal o abrir un paraguas dentro de una casa y así una innumerable lista.
Creer en la suerte no daña a nadie, todos deberían ser libres de explicar aquellas situaciones aparentemente fortuitas como puedan y deseen, de igual forma ninguna persona puede probar que un amuleto cambió su suerte, y tampoco existe un científico, un sacerdote capaz de demostrar lo contrario de forma incuestionable.
También se tiene como teoría que la suerte es producto de una serie de factores que podemos controlar, hablamos del estado de ánimo y las decisiones que tomamos en torno a un cierto objetivo, el estado mental, quien se mantiene positivo ante los desafíos y no deja de luchar hasta conseguir lo que busca, tiene más probabilidades de conseguirlo que aquel que duda y anuncia el fracaso aun antes de empezar; ¿el primero atrae la buena suerte?, ¿ o el segundo atrae la mala suerte?, ¿o es cuestión de actitud?, ¿Ud. qué dice?.
Son muchos los personajes que nos hablan sobre este tema; Kant, Voltaire, Maquiavelo y en especial Schopenhauer, quien es sus escritos de juventud escribió: “Ten en cuenta que Azar, ese poder que domina esta tierra, junto a su hermano Error, su tía Necedad y su abuela Maldad, nos amarga la vida con pequeños y grandes reveses propinados a diario. Hazte cargo de que a ese malvado poder le has de agradecer tu bienestar e independencia, al darte lo que no concede a tantos miles para poder ofrecérselo a un individuo como tú. Cuando lo medites bien, advertirás que cuanto tienes no has de agradecérselo a tu esfuerzo, sino al favor de una caprichosa princesa y que, si le diera el antojo de arrebatártelo parcial o totalmente, lejos de clamar por tal injusticia”
Muchos de nosotros hemos participado de una conversación coloquial y se escucha: “¡Fulano de Tal, sí que tiene buena suerte!”. Esta expresión nos lleva a pensar espontáneamente en que la fortuna parece favorecer a la persona que se hace referencia, al profundizar con detalle los motivos por los que se le atribuye esa buena fortuna, observamos en la mayoría de los casos, detrás de ella existen un conjunto de elementos que nos llevan a pensar que más que cuestión de suerte (que, sin duda, puede también estar ahí) la buena suerte de la persona es el resultado de su trabajo, de su preparación, de su entrenamiento, de sus actitudes; no de los caprichos de una suerte o un amuleto, o que se levantan siempre con el pie derecho.
La suerte entendida como la define el diccionario tiene que ver con el azar, así que se trata de la aparición de circunstancias que no son controlables ni reproducibles por la voluntad humana y cuyos efectos, favorables o adversos, tienden a ser efímeros, la buena suerte, la crea uno mismo: es decir uno es la causa de su buena suerte.
Quienes tienen buena suerte por lo general tienen una actitud positiva ante las experiencias que viven, incluso cuando éstas, aparecen como un revés, una dificultad o una crisis.
Su optimismo se ancla no en la ingenuidad sino en la lucidez y en el compromiso con su trabajo, cuando la adversidad se presenta, se cuestionan en qué medida han contribuido a la situación y actúan, en consecuencia, para resolver la circunstancia que se haya generado.
Estas personas se saben responsables de sus actos, ante el error o la adversidad no tienden a culpar a un tercero, sino que se preguntan en qué medida ellos son, consciente o inconscientemente, causa de lo que les ha ocurrido, no viven el error como una mácula en su currículum o algo de lo que avergonzarse, sino que hacen de él una fuente de aprendizaje continuo.
Disponen de buenas dosis de asertividad y de sentido de la autoestima, siempre visualizan, utilizan su imaginación para ver con su mente su anhelo realizado, son perseverantes, no postergan las cuestiones que tienen pendientes de resolver, tienden a atribuir un significado constructivo a aquello que les sucede.
Colombia es un país con suerte? Diría que sí y mucha, tiene una posición geográfica envidiable, cuenta con inmensas riquezas, naturales, variedad de climas, agua, dos mares, cordilleras, riquezas minerales en fin es una lista interminable que cualquier país le “envidiaría su suerte”, ¡aaahh, pero tiene una “muy mala suerte” porque quienes la habitamos la hemos destruido eligiendo a malos gobernantes, no la cuidamos, nuestro egoísmo nos ha llevado a acabar con esas riquezas, no permitiendo disfrutar de la buena suerte de tener un país maravilloso e inmensamente rico.
Entonces pregunto; ¿es cuestión de suerte? ¿o de actitud? ¿o es la suma de las dos?
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*Profesional en Mercadeo
Twitter: @heraldoru
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
