Por: Javier Antonio Rojas Quitian/ A poco más de seis meses para realizarse la primera vuelta en las elecciones presidenciales, es muy poca la claridad que existe sobre quienes serán los verdaderos candidatos y candidatas a reemplazar al presidente Duque y cuáles serán esas coaliciones y alianzas entre partidos y movimientos políticos para fortalecerse electoralmente.
Actualmente existen más de medio centenar de precandidatos, pobres, ricos, de derecha, de izquierda, de centro, hombres, mujeres, rezanderos, ateos, jóvenes, viejos, tibios, extremistas, todos se sienten caudillos de la patria y merecedores de establecerse en el trono presidencial.
Cada uno de estos candidatos, cree tener la solución a la crisis social, política y económica que afronta nuestra País, como si contaran con una varita mágica, como si fueran los dueños y merecedores de la verdad absoluta y lo que sí es cierto, es que despotrican y se atacan entre sí, más que lo que proponen.
Los de derecha nos quieren salvar de los de izquierda, los de izquierda se consideran los redentores y a los del centro, estigmatizados como tibios, aunque son prácticamente ignorados, permanecen criticando a los de izquierda y a los de derecha, unos nos venden miedo, otras falsas esperanzas, pero ninguno asume su responsabilidad frente a las dificultades de los colombianos.
Es cierto que los gobiernos Colombianos han sido de derecha, y que son los mayores causantes de la desacreditación institucional en que vivimos, de la crisis económica y social y de la muerte injusta de muchos líderes y ciudadanos, pero que no se nos olvide de las atrocidades, de los crímenes y las violaciones al DIH cometidas por la guerrilla de Colombia y que aunque la izquierda o centro – izquierda no hayan gobernado el país, si lo han hecho en varias ocasiones en ciudades como Bogotá y ahí la vemos con los mismos problemas de las demás ciudades, insegura, con desempleo, con problemas de transitabilidad y pobreza, etc.
No es que crea que Colombia no tiene esperanza o que no se pueda mejorar, es más, las próximas elecciones se constituyen como una oportunidad para empezar a cambiar nuestra historia, pero una sola persona no lo va a hacer, más cuando la mayoría de los candidatos a la presidencia sobresalen por ser presumidos, prepotentes y autoritarios, carentes de nobleza y empatía.
Esto no es un tema de derecha, de centro o de izquierda, Colombia debe cambiar su rumbo y creo que aún estamos a tiempo para hacerlo, pues, la verdad es que cada vez nos parecemos más a Venezuela, índices de pobreza y desempleo por las nubes, pérdida de valor del peso, desacreditación y mala imagen de las instituciones, autoritarismo, persecuciones políticas, perfilamientos, abusos de autoridad, entre otras situaciones hacen que sea visible el mal momento que estamos pasando.
Tengo la ilusión, que de este más de medio centenar de candidatos surja una gran alianza, no fundada en pendejadas ideológicas o caprichos fundamentalistas, una gran alianza que escuche y acoja las buenas propuestas de la izquierda, las buenas propuestas del centro y las buenas propuestas de la derecha y en torno a una buena fórmula presidencial se construya un plan de gobierno pensando en las soluciones a los problemas del país y no en los intereses partidistas.
No le creo a ningún candidato que se promueva como nuestro salvador, le creeré a aquel que defienda sus ideas, por supuesto, pero que también sin odio permita participar, entienda y acoja las buenas propuestas y experiencias de los demás candidatos, a aquel que más tenga poder de unificar criterios y quiera construir sobre lo ya construido, eso le permitirá llegar al poder y gobernabilidad para adelantar las grandes reformas que requiere nuestro país.
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*Exalcalde de Sucre (Santander), Administrador de Empresas, Especialista en Gestión Pública y Magister en Políticas Públicas y Desarrollo.