Por: César Camilo Hernández Hernández/ Después de tensas semanas en el país, ocasionadas por el aumento de los efectos de la pandemia y el crecimiento de la protesta del pueblo, es momento de actuar de manera resiliente desde las dos partes de la historia.
El futuro de una nación se cimienta desde un contexto económico y social, que por obvias razones en la actualidad estos dos factores están deteriorados para la mayor parte de los colombianos, agudizados por la fuerte correlación en el comportamiento desequilibrado de los demás componentes qué afectan estas dos variables.
Desde lo económico, encontramos una sociedad golpeada por el estancamiento de los negocios, reducción de consumo, aumento de precios en materia prima, desmejoramiento de ingresos, incremento de tasa de desempleo y una serie de secuelas de los malos manejos del estado, seguido del arrasador Covid, profundizado por los bloqueos del paro.
En lo social, un atraso en la evolución como personas, falta de oportunidades, disfunción familiar, resentimiento, violencia, decadencia de la calidad de vida, disminución del acceso al estudio, brechas entre clases, restricción en acceso a servicios y un lastre de sucesos que nos han ido convirtiendo en una sociedad mas vulnerable y menos esperanzadora.
Dejando a un lado fanatismos, conveniencias y egos, el gobierno y la ciudadanía deben tener una actitud resiliente para darle el viraje adecuado al país. El tesón de los colombianos está hecho para la resistencia, con la capacidad de recuperar el rumbo sobre los resultados adversos que se viven; pero no la de parar sin proponer, sino capaz de reformar la estructura y aportar desde su campo de acción.
Es deber de los lideres y representantes de los diferentes frentes, sentarse y plantear una estrategia sostenible de activación y replanteamiento del sistema económico, donde se gestione y se administre los recursos del pueblo de forma equitativa y responsable, lo cual desencadenará un bienestar progresivo en la sociedad.
La articulación y participación de todos los actores, establecerá esa ruta de medidas y acciones como: negociación de tratados de libre comercio, generación de empleo, aumento del consumo interno, gratuidad y financiación blanda para estudio, lucha contra la evasión y corrupción, flexibilidad tributaria, acceso universal a servicios; todo estos, hitos en la concertación para establecer un nuevo impulso económico con enfoque social.
Es necesario superar las discrepancias para restablecer la organización económica de la sociedad. El gobierno debe velar por solventar las necesidades tangibles e intangibles que acarrean los hogares, fortalecer los integrantes de los ciclos de producción y consumo de bienes y servicios, dentro de un marco legal, ético y trasparente.
La construcción de un futuro feliz se nutre de personas y familias con posibilidades de consecución de empleo, comida, estudio, servicios y recreación, para esto necesitamos empresas robustas y solidas que permitan lograr los espacios, un gobierno amigo que brinde mas soluciones sin preferencias y unos ciudadanos capaces de cosechar los traspiés en oportunidades.
Es tiempo que el estado y la sociedad hagan un alto en el camino para dialogar de manera consensuada la adaptación y reactivación del país. Es claro que nadie estaba preparado para vivir en esta olla presión, pero si es la excusa para replantear las prioridades a corto y mediano plazo.
Dentro de la nueva visión se debe rescatar la generación de valor a nivel personal y colectivo, logrando en todos los ámbitos un valor compartido. El resarcir del estado a la nación y sus habitantes tiene la oportunidad de basarse en la construcción de seres humanos, sociedad y país, como eje central del desarrollo.
Una acción resiliente de los todos interesados pavimentará un futuro económico y social con equidad, raciocinio y duradero.
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*Ingeniero Industrial, Especialista en Gerencia de Proyectos y Magister en Administración.
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