Por: Holger Díaz Hernández/ En Corea hay un término que está haciendo carrera: “godoksa” que hace referencia a quienes mueren solos, sin familia o amigos que los acompañen, son mayoritariamente hombres entre 50 y 60 años, o lo que han llamado los japoneses “el hikikomori” que realizan jóvenes que deciden encerrarse en sus casas de manera voluntaria a menudo durante meses.
En la medida que la población envejece, cada vez hay menos jóvenes y las tasas de natalidad retroceden, conllevando a complicar los problemas de una sociedad que cada vez se siente más sola.
Situaciones como la pasada pandemia de Covid-19 agravaron esto, con medidas como el confinamiento en muchos casos en soledad absoluta, el distanciamiento social y el aumento del trabajo unipersonal en casa, que implicaron una disminución de las interacciones sociales y afectivas, a lo cual se sumó la sensación de frustración y de no estar aportando al bienestar de la familia y de la sociedad.
El hombre es una multitud solitaria de gente, que busca la presencia física de los demás para imaginarse que todos estamos juntos: Carmen Martin Gaite.
La tecnología creciente y la cada vez más apabullante presión de las redes sociales, escenario en el cual accedemos a la información de lo que ocurre en el mundo de manera casi instantánea pero donde se generan niveles muy altos de competencia, matoneo virtual y se establecen paradigmas difíciles de alcanzar que producen sentimientos de minusválida social frente a una realidad distorsionada.
Es importante diferenciar entre la soledad voluntaria y la soledad padecida, la primera es producto de la toma de decisiones
que incluso pueden producir placer y la segunda se acompaña de insatisfacción, tristeza y desamparo, sentimientos que se sufren generalmente en la intimidad del hogar.
La soledad no deseada genera consecuencias muy graves no solo en la salud mental, sino que también afecta la salud física, las funciones cognitivas y la calidad de vida de las personas de todos los grupos sociales y en todas las edades.
La soledad implica no la ausencia de las personas, sino la falta de falta de conexión con ellas, podemos sentirnos solos aun en medio de un millón personas.
Y no solamente es el estar solo, sino además el sentirse excluido, rechazado o despreciado; quienes han sido víctimas de bullyng, que es más frecuente entre los jóvenes y es causa del aumento de suicidio, tienen la tendencia a aislarse y sufren en soledad su drama.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud las personas que tienen dificultades para obtener relaciones sociales estables, tienen también mayores probabilidades de sufrir accidentes cerebro-vasculares, depresión, ansiedad, alcoholismo, drogadicción, demencia y suicidio.
Esta problemática está empezando a ser abordada por gobiernos como el de Reino Unido, que incluso desde antes del Covid había creado en el 2018 el Ministerio de la Soledad, el Japón lo hizo en 2021, el Estado de New York nombró a una terapeuta sexual como su primera Embajadora de la soledad en 2023, en Corea del Sur el parlamento votó la Ley de prevención y gestión de la muerte en soledad, como una política integral, la cual también apoya económicamente a jóvenes solitarios que sean elegibles.
La tendencia general está encaminada hacia crear grupos interdisciplinarios para abordar esta problemática que impacta de manera dramática al mundo.
Se considera de 1 de cada 4 adultos tiene problemas de soledad, esto es casi 1.000 millones de personas y la mitad de los jóvenes en una encuesta en 142 países, manifiestan sentirse solos con frecuencia.
Los problemas económicos, la pérdida del empleo, el acoso laboral o sexual y la interacción exclusiva por redes sociales tienden a generar mayor sensación de soledad.
Por lo tanto necesitamos mejorar la autoestima de las personas, disminuir su inseguridad afectiva, el temor a ser rechazados, hay que propiciar espacios de interacción social, buscar grupos de pertenencia donde haya afinidades intelectuales, laborales o económicas, colocarse metas de encontrar así sea solo un amigo por vez y también desarrollar potencialidades para que la soledad no sea sentida siempre como algo malo y cultivar la capacidad de cuidar de nosotros mismos y si es posible, de los demás.
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*Médico cirujano y Magister en Administración.