Por: Roberto Aponte/ Tener una vivienda forma parte de los derechos fundamentales, cada vez más personas pueden a acceder a un resguardo donde habitar y muchas veces ya no necesitan de construirlo por su cuenta y con lo que consigan, sino que el gobierno puede asegurarles un sitio donde establecerse tanto el terreno para edificar como la construcción en sí, sin embargo, el derecho va sumado al hecho de que la consigna completa agrega un adjetivo, digna. En ese caso podemos notar que esta cualidad muchas veces no es tenida en cuenta.
Los planes de vivienda de interés social buscan suplir una demanda de personas sin un sitio donde establecerse, este ámbito se ve influenciado por fenómenos como el desplazamiento y la migración uniéndose al sector de poblaciones vulnerables que junto a las personas de escasos recursos se convierten en los principales beneficiarios de estos proyectos, aunque también pueden incluirse algunos habitantes del municipio.
En la etapa de formulación y establecimiento de estos proyectos de urbanización recae una gran responsabilidad, sobre la cual debe lograrse la dignidad que pregona el derecho, de esta forma se garantiza bienestar a los habitantes, pero ese bienestar no se suma solo al interior de la casa, el lugar donde el nuevo barrio esté situado debe garantizar zonas verdes que permitan un entorno fresco y con condiciones ambientales agradables, además de que debe respetar el plan de ordenamiento territorial y estar ubicado en una zona que no sea vulnerable a desastres, en entre esos casos alejado a una distancia considerable de las fuentes de agua.
El planteamiento anterior es la base de un plan urbanístico de calidad, los cuales se han cumplido con rigurosidad desde antaño en la previa expansión de varios municipios del país. Actualmente el panorama es diferente y muchas veces las intenciones de la planeación municipal están lejos de embellecer al municipio y otorgarles plenitud a los habitantes, muchos dirigentes y contratistas malintencionados o incompetentes toman decisiones que resultan inocuas, todo con tal de generar un contrato del cual puedan sacar su buena tajada de dinero.
Desafortunadamente cuando se trata de las poblaciones más vulnerables, la ejecución de los proyectos que buscan beneficiarles puede tener resultados más descarados. Por eso las viviendas de interés social se han convertido en una excusa para realizar desfalco a costa de la dignidad de las personas que iban a ser beneficiadas.
Las casas construidas por esos contratos amañados presentan muchos inconvenientes: el calificativo coloquial de “cajitas de fósforos” las definen adecuadamente, su simple diseño y la forma en que se distribuyen van en contra del sentido de la estética y la identidad del pueblo. Estas viviendas están conformadas por espacios angostos y no solo en el interior, las casas están condensadas en espacios pequeños, creando grandes áreas de cemento que le niegan a los beneficiarios no solo el derecho a una vivienda digna debido al hacinamiento sino también al disfrute de un medio ambiente sano, en aquellos lugares no existen áreas verdes ni siquiera un árbol se ha mantenido en pie para cobijar a los futuros habitantes, ni siquiera se les da una zona para que puedan tener un pequeño jardín en el que la hierba brote, todo lo que se consigue es un proyecto urbanístico carente de dignidad. El problema empeora cuando estos emplazamientos son situados en zonas de alto riesgo y cerca de los cauces de quebradas, por lo que los beneficiarios pasan a ser damnificados al verse afectados por inundaciones evocando una tragedia que pudo evitarse.
Ahora con estos lugares creados, muchos de los involucrados se salen con la suya y los que reciben esos hogares se ven resignados a habitarlas y someterse a la reglamentación a la que se atienen sus viviendas. De esta forma se crea un lunar opaco en el área urbana de un municipio, pero lo ideal es que este lunar no abarque cada vez más el área total.
Es necesario un mayor control e intervención en los procesos urbanísticos en la fase de planeación para evitar estos casos que a largo plazo afectan la sostenibilidad del municipio. Todo plan de ordenamiento territorial debe garantizar zonas verdes que aporten condiciones de vida sostenibles. Los árboles permiten un entorno oxigenado y un clima fresco.
El concepto de vivienda y urbanización no debe estar ligado a poner más cemento, en vez de eso es necesario comprender como la naturaleza contribuye a generar bienestar en las personas, el suelo fértil en el que brota de la hierba es parte fundamental en el derecho a una vivienda digna.
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*Ingeniero Ambiental y escritor
Twitter: @robustories