Por: Jairo Vargas León/ El paro del 28 de abril estuvo motivado por diversas razones entre esas la cereza del ponqué la simbolizó un eufemismo titulado “solidaridad sostenible”, cuya hermenéutica permite inferir que la solidaridad se predica para quienes detentan el poder económico y su sostenibilidad está dada en preservar su poder, los más avezados la mencionan con la crudeza que corresponde simple y llanamente: una nefasta reforma tributaria.
Por ello para entender algunas perspectivas del conflicto cabe citar a uno de los agitadores intelectuales contra la ignorancia, la intolerancia y el fanatismo, el filósofo y abogado francés Voltaire quien murió el 30 de mayo de 1778, este pensador no alcanzó a dimensionar que 243 años después de su muerte su pensamiento seguía teniendo gran vigencia. Por ello en el conflicto suscitado en las barricadas estuvo presente este vándalo ilustrado quien en tres frases significativas dilucida un alcance crítico que permite abordar la coyuntura suscitada por el conflicto.
1- “El arte de gobernar consiste en tomar tanto dinero como sea posible a una clase de ciudadanos para dárselo a otra” (Voltaire).
En efecto el Gobierno a través de la reforma tributaria se propuso un recaudo ambicioso de 23 billones de pesos, acogiendo la receta de eruditos tributarios dirigida a golpear indiscriminadamente a sectores medios y de bajos ingresos con medidas regresivas como ampliar la base gravable a más productos aplicándoles IVA, cobrar el impuesto a los servicios públicos, pensionados, y asalariados cuyo rango bordea los 4 salarios mínimos; un propósito fiscalista que ni el Leviatán en sus peores momentos concibió atreverse a implementar en detrimento de la estabilidad socioeconómica de un país.
Entretanto la laxitud del gobierno con quienes verdaderamente tienen capacidad de pago ha sido vergonzante, la capacidad de recaudo del Estado es del 14% del Producto interno bruto-PIB, la administración Santos el 2019 le concedió a las grandes empresas y a los ricos del país una devolución del 1% de este porcentaje, lo cual es un despropósito este tratamiento privilegiado. ¿Cuál es la faceta social del Estado? ¿A quién beneficia?
2- “Es peligroso tener razón en asuntos en los que las autoridades establecidas están equivocadas”. (Voltaire).
El país tiene un contexto crítico, el informe de pobreza monetaria del Dane registró que en el año anterior 3,5 millones de colombianos cayeron por debajo de la línea de pobreza, y 2,7 millones, en pobreza extrema. Es decir, la pobreza medida por ingresos, la estiman en un 42,5% de la población, los niveles de indigencia el 15,2%, el desempleo al 14,5% y la informalidad laboral supera el 51% de la Población Económicamente Activa (PEA).
El escenario se agudiza más con un país que ha sufrido 14 meses de pandemia, tal situación ha deteriorado más la economía nacional, en el año en que el Covid-19 ha golpeado duramente a nivel internacional y nacional, solo se ha vacunado un 10 % de la población, un ritmo que para lograr la mentada inmunidad de rebaño implicaría una tentativa hacia la normalidad hasta el 2023.
Es contradictorio que una situación de emergencia económico social se le trate con medidas fiscalistas, aprobar impuestos en plena recesión económica es inconveniente, descomedida, por el contrario, la ciudadanía necesita una mayor protección social, el que se le apoye con una renta básica para los sectores más deprimidos económicamente. En ello hay que aprenderle al pentágono, Biden en su reciente propuesta tributaria consideró el 39,6% para las personas más ricas del país, y en su plan para las familias estadounidenses ha orientado inversión en educación. Licencia remunerada para trabajadores, créditos favorables a los padres de familia.
Por el contrario la orientación gubernamental en Colombia no ha apalancado a la pequeña ni mediana empresa, el plan de subsidios a la población pobre tampoco se ha materializado más allá de una intención trimestral, el subsidio a servicios públicos se enredó en trámites jurídico-administrativos, no es golpeando a los sectores productivos y populares que se conjura la crisis, reactivar la economía del país no puede estar sujeta al oprobio de que la población pague por lo que no ha causado, la sensibilidad oficial debe nutrirse de un contexto que supere la magnitud generada.
No se puede pretender corregir el rumbo si se hace de manera repetitiva y torpe lo mismo. El que el ministro de hacienda le haya dicho al país que una docena de huevos cuesta en el mercado $1800 expresa que tan conectado está con la realidad, la burbuja Neoliberal enredada en tecnicismos conlleva a que el ministro esté en el país de Alicia con la diferencia que no encuentra el menor asomo de una maravilla. ¿Qué tan distantes está de las 7 maravillas?
3- “Los pueblos a quienes no se hace justicia la toman por sí mismos más pronto o más tarde”. (Voltaire).
La represión ha sido la respuesta estatal más común para tratar el conflicto, es una tradición que explica la violencia política que se ha desarrollado como una subcultura de la sociedad colombiana.
Existe un hilo conductor con ribetes similares: desmanes a los bienes públicos, bloqueos a las vías, muertos y heridos, parálisis de la producción, violencia callejera. Estas características se han dado en la protesta callejera, desde el primer gran paro cívico nacional del 14 de septiembre de 1977 en el gobierno de López Michelsen, se han presentado cientos de paros por reivindicaciones sociales; sin embargo, los dos paros más recientes han tenido una connotación política, el del 21 de noviembre de 2019 contra la reforma laboral, y el del 28 de abril reciente contra la reforma tributaria.
Human Rights International documentó el 8 de mayo unos datos alarmantes: 43 homicidios, 1330 heridos (1040 civiles y 290 policías) y 105 ciudadanos reportados como desaparecidos. Infortunadamente la violencia callejera ha escalado en modalidad e intensidad, la condena internacional por la agresión policial contra las manifestaciones populares ha sido visible y pone en el reflector como los cuerpos policiales han afectado los derechos humanos de la población inerme que ha asumido la protesta callejera.
El Estado ha usado diferentes recursos para reprimir al pueblo, las denuncias documentadas contra el Esmad, la policía, evidencian como se ha atentado contra los manifestantes. Nunca se había usado el helicóptero Black Hawk como si las dimensiones de la protesta correspondieran a una guerra contra multitudes indefensas y lo más conmovedor: una guerra contra nuestro capital: la juventud.
Otro capítulo aparte se evidencia con la indignación de los ciudadanos que han salido a la calle y en el cual se han producido desmanes y afectación a bienes públicos y privados, estos eventos registran algunos grupos que han sido excluidos que no ejercen vocería colectiva, no tienen expresión política, su actitud corresponde a la deslegitimación del Estado que no da respuesta a la desesperanza ciudadana, el gobierno parte del supuesto de la legalidad como si con ello resolviera los desequilibrios sociales, la desigualdad y la falta de oportunidades en particular para nuestra juventud.
Por ello Voltaire sigue vigente en registrar en la triada: gobierno-autoridad-democracia que: “El optimismo es la locura de insistir en que todo está bien cuando somos miserables”. La miserabilidad estatal conduce que hasta Voltaire sea un vándalo.
*Abogado-Economista, Magister en filosofía, Doctorando en Derecho, Docente Universitario