Por: Érika Bayona López/ La niñez es el futuro y como tal es imprescindible defender con tesón y moralidad, todo lo que atañe el presente de ellos especialmente su subsistencia. Aunque pocos consideran importante resaltar, es el tema que más nos invade en Colombia últimamente debido al visible abuso que se está generando en las calles de nuestro país.
Es de vital importancia velar por los infantes, ya que para nadie es un secreto, que día a día crece la magnitud del tema como real y actual, ya que se volvió un negocio bastante rentable el utilizar niños, menores de edad, como alquiler para situaciones de mendicidad.
Se trata de una red de mafiosos que ha convertido este negocio como el más rentable en la actualidad, drogando a niños menores de edad para que se presten para estas situaciones de abuso sin su consentimiento. Brindándoles a los padres de estos, unos cuantos pesos para sobrevivir a cambio de utilizar estos niños en las calles y en los buses, generando pesar solo para que así la gente se compadezca y les den dinero, lo que nadie sabe es que estos niños son prestados además de utilizados para nefastas actividades, las cuales entre drogas y falta de comida hacen que estos niños parezcan aún más desamparados de lo que están.
El maltrato y la desprotección no ha sido solamente física por parte de los agresores, sino que también la norma aplicable a la teórica protección de la situación de los menores ha fallado en ocasiones y para no ir más lejos, muy a pesar de tener una rigurosidad legal del tema y tener todos los indicios posibles, que busquen alternativas reales en contra de la violencia infantil en todas las regiones del país.
No bastando solo con drogarlos, también abusan de ellos golpeándolos para que parezcan aún más tristes de lo que están. Estos abusadores utilizan en su mayoría niños venezolanos, ya que son sus padres los que necesitan más dinero debido a su actividad de inmigrantes.
Esta información merece conocerse para que dé una vez por todas se circule y se lleve hasta las últimas consecuencias. Merecemos niños alegres y felices, no niños desamparados por sus propios padres que en medio de la desolación y de falta de oportunidades utilicen sus niños para explotación infantil. No es justo.
Los derechos de los menores son indiscutiblemente los más vulnerados hoy en día y ello se evidencia en las denuncias por maltrato intrafamiliar, las cuales ascendieron en pandemia y que a hoy representan un boom, si de cifras y estado de arte social se habla. La desprotección y el maltrato de menores ha sido una constante a lo largo de la historia, por lo que hoy decido apostar fuerte para que los derechos de los indefensos y marginados se puedan aplicar y que no sea una mera plasmación existente en los textos escritos.
Un menor no es un objeto del que se puede disponer, cambiar o canjear. Los primeros años en la vida de un niño son fundamentales en su futuro inmediato y la legislación no puede permitirse el lujo de cometer errores en la regulación de situaciones que se repiten día a día.
Estamos hablando de niños que sufren, sienten y padecen, pero que en el fondo de su desconocimiento sobre el porqué de la situación que viven, tampoco llegan a comprender cómo los mayores no aciertan a solucionar su problema.
En una sociedad cada vez más deteriorada, giran este tipo de hechos en la depravada conducta de unos pocos que, para su satisfacción personal y económica, utilizan todos los mecanismos legales e ilegales a fin de obtener sus obtusos fines, que no son otros que utilizar a los menores para obtener importantes beneficios económicos.
En nuestro país no queremos más casos de violencia a menores y para ello hay que seguir insistiendo en la plasmación de políticas que tiendan a prevenir y evitar casos de explotación a menores, de maltrato físico y psíquico y de cualquier tipo de conductas en las que los derechos mínimos del menor puedan verse vulnerados.
No olvidemos que, dentro del género humano, el niño es el ser más vulnerable, como lo es cualquier ser vivo en los primeros días o años de la vida. Desde su nacimiento el niño necesita calor, no solo en el sentido físico sino en el afectivo.
El problema sin lugar a duda tiene una gran magnitud. Cuántas parejas anhelan tener un hijo y recurren a los avances de la ciencia para conseguirlo o incluso a la adopción a veces de niños de otros países y razas, ya que existe en alguno de ellos un impedimento que les priva de ese fruto; por el contrario, cuantos niños vienen al mundo sin ser deseados renunciando sus padres biológicos a ellos o sometiéndolos a sufrimientos y vejaciones impropias para un ser humano.
Para prevenir el maltrato infantil en los niveles sociales comunitarios, es importante la introducción de reformas jurídicas y cumplimiento de derechos. Las nuevas generaciones no solo son el futuro, sino el presente de nuestro país.
Seamos conscientes sobre el compromiso y responsabilidad de los adultos de criar y educar a la niñez desde el respeto, la alegría y la innovación.
Por último, pero no menos importante, el futuro está en la niñez y como tal es relevante para la sociedad y desde la institucionalidad, liderar una completa armonía jurídica y protección social, cuyos protagonistas sean desde la pedagogía y al judicializado, garantizando a los futuros ciudadanos tener un arraigo social sea más prometedor y efectivo.
«Para ejercer una influencia benéfica entre los niños, es indispensable participar de sus alegrías«: Don Bosco.
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*Acount Auditor-QA / MBA y Máster en Project Management. Auditor interno BASC. Administradora de Negocios Internacionales y Especialista en Mercadeo Internacional de la Universidad Pontificia Bolivariana.
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