Por: Jesús Heraldo Rueda Suárez/ Dos hechos me llevan a tocar este tema, superamos gracias a Dios la pandemia y después de dos años pasamos una semana santa diferente donde pudimos compartir en familia, con amigos, y salimos, es decir hicimos algo que teníamos aplazado, de ahí surge esta pregunta: ¿Por qué aplazamos las cosas? Todos hemos dejado para más tarde, algo que hemos querido hacer y no me refiero a cosas como ese pago que debemos hacer, esa obligación que tenemos, o a un requerimiento de alguna autoridad, (una infracción, etc.), me refiero es a ese algo que nos haría feliz, y que si tuviésemos completa libertad lo haríamos por gusto y con gusto, preguntémonos: ¿Hemos dejado de hacer ese algo para más tarde?
Cuantos de nosotros, me incluyo, cuando comenzó la cuarentena pensamos listo ahora si voy hacer esto, porque pensamos que íbamos a tener tiempo para hacerlo, el solo hecho de no tener que desplazarnos a la oficina y de la oficina a la casa, nos iba a dar un buen tiempo libre, así como no tendríamos esas otras rutinas del trabajo que quitan tiempo y que aparentemente no sirven para nada, pero oh sorpresa no entendemos como o porque, no tuvimos ese tiempo, entonces esas horas que usamos en transporte, en desplazarnos que se hicieron?
De lo que si estoy seguro es que esta experiencia nos recordó nuestra fragilidad y lo breve de la vida, tuvimos esa sensación de que nuestro futuro puede no ser tan largo como a veces nos empeñamos en creer, estamos acostumbrados a ver nuestro tiempo futuro como si se tratara de una cuenta corriente en la que hubiésemos depositados miles de millones y que los pudiésemos gastar sin temor a que se acaben, y de pronto, viene esta enfermedad y nos dice que quizá no es tan cierta nuestra fantasía de longevidad, que lo que creemos que es permanente puede cambiar de un momento para otro.
No pretendo ser trágico, más bien reflexivo para el tema, así que preguntémonos, ¿para cuándo estamos dejando esas cosas que tanto apreciamos? Esas, que no hacemos porque pensamos que podemos hacerlas mañana, o cuando salgamos de “esto” y de “aquello” “o “cuando cumpla no sé cuántos años”.
Tampoco se trata del tradicional “lo urgente impide hacer lo importante”, ni del “no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy” frases que tienen un tono muy de mi tema, muy de ventas, hablo de aquellas cosas que estamos aplazando para cuando dispongamos de tiempo libre, para cuando podamos hacer “lo que queramos”, por ejemplo, algo sencillo, ese libro interesante que nos ha estado esperando desde hace años, ese curso de cocina, de guitarra, de jardinería, de italiano, etc., que hemos ido postergando y así seguro que tenemos muchas otras cosas bonitas que nos harán felices y que las tenemos pendientes, la pregunta es: ¿para cuándo?
Esa indecisión para pensionarnos, porque estamos esperando a que lleguemos a X edad, ¿será que llegamos a esa edad? o porque si me pensiono entonces que voy a hacer? o porque pierdo dinero por mis cesantías, ¿Será que no le podemos devolver al mundo parte de lo que nos dio?, cuantas cosas para hacer: podemos reunirnos con nuestros amigos de estudios, de infancia, con ex compañeros de trabajo, colocar una fundación para ayudar niños o ancianos o simplemente dedicar un día de la semana para visitar ese ancianato etc., o aprender ese idioma, en fin tantas otras acciones que nos darían más vida, que simplemente pensar en el dinero, ya la vida nos premió con ese buen trabajo, el cual disfrutamos, y que seguramente realizamos con éxito, aprendamos a vivir diferente, demos esa oportunidad a las nuevas generaciones, usemos nuestra sabiduría y experiencia para beneficio de otros.
Otro tema que seguramente aplazamos es; ese café pendiente con ese buen amigo (a), esa conversación con algún familiar y que seguramente hemos estado aplazando porque sabemos que contamos con su cariño incondicional.
Insisto en esas obras de caridad que sabemos, debemos y podemos hacer, pero que por su misma naturaleza son siempre aplazables, aun sabiendo que hay personas pasando necesidades apremiantes y somos conscientes que podemos ayudar; es más queremos hacerlo y siempre sale ese “Pero” y es que hoy, precisamente hoy, tenemos todas esas reuniones, llamadas e informes que presentar, de manera que dejamos nuestra ayuda para mañana, y mañana para el nuevo mañana y así semana tras semana.
La invitación es a que seamos capaces de vencer esa inercia y empecemos a hacer ya, hoy, todas esas cosas satisfactorias que, de seguir aplazándolas, puede ser que no las hagamos nunca y que sería una verdadera lástima el que nos perdiéramos de tener esa felicidad que proporciona hacer el bien y hacer lo que nos gusta y lo que queramos.
Como seres humanos que somos tenemos un montón de sueños e ideas en la cabeza y que de seguro nos encantaría hacer, cada vez que nos subimos a esa bicicleta, o en nuestro carro, empezamos a pensar: dónde nos gustaría estar, que nos gustaría estar haciendo o en qué lugar nos vemos en unos años, y eso está bien la idea es pasar de esos bonitos y positivos pensamientos a la acción y no se trata solo de viajes, si no de cosas más pequeñas, incluso hasta disfrutar más el día, y así entre tanto pensamiento de donde nos gustaría estar, volvemos a nuestro escritorio, y volvemos a hacer lo mismo, la pregunta es: ¿por qué lo hacemos? démonos esa respuesta
Cuantos de nosotros y en repetidas ocasiones abrimos Instagram, Facebook, y vemos a amigos, a desconocidos que están viajando y están en lugares increíbles, cerramos esas redes y a los minutos ¡Qué ganas de hacer lo mismo! Y la respuesta que nos damos es “el próximo año puede ser”, “cuando me pensione” Y así sumamos días, meses, años siguiendo esas redes, viendo videos y fotos de amigos que se aventuraron, ¿entonces que hacer? La fácil no ver Instagram” ni Face, error, simplemente no estamos cumpliendo nuestros sueños por estar “ocupados”.
Lo que sí sabemos es que estamos ocupados, demasiado ocupados para pensar en nosotros. ¿Cómo pasó esto? Sencillo es que nos mantenemos siempre sin tiempo para nada y funcionando como un reloj, como una marioneta, a esta hora tengo que hacer esto, y mañana me levanto temprano porque después tengo que hacer otra cosa.
Hagamos una lista rápida de todo lo que nos gustaría hacer: viajar, conocer, reunirnos con viejos amigos, ese viaje a los pueblos de nuestro departamento o recorrer nuestra bella Colombia sin afanes, quedándonos en hoteles de carretera en aventura, o ese viaje por Sudamérica etc. recuperemos el tiempo perdido pensando en ese: “algún día haré esas cosas”, hagamos que sucedan esas cosas, pero ya, empecemos a armar un plan ahora, empecemos a ser espectadores de nuestros propios viajes y aventuras, en vez de estar horas y horas viendo historias de otras personas en redes.
Hay una canción de julio Iglesias que dice: “caballero hay que gozar la vida que de pronto el tiempo se te va, caballero gózate la vida, caballero no lo pienses más, disfruta lo que tienes, que cuando te vas no te llevas nada, camina palante no le tengas miedo de los que critican, todos nacemos con un ticket que dice principio y final”, vale la pena oírla se llama “Gozar la Vida”
¿Para qué y porque postergamos las decisiones importantes de nuestra Vida?, ¿para qué aplazamos nuestra felicidad? Todos estos aplazamientos vienen motivados por el hecho de creernos inmortales, por el hecho de ignorar que cada día que vivimos es un regalo, por el hecho de pensar que sólo los demás se mueren, aplazar los proyectos constantemente para otro momento es una ilusión mental, una huida que nos lleva al autoengaño de creer que el futuro será infinito.
…
*Profesional en Mercadeo
Twitter: @heraldoru