Por: Javier García Gelvez/ En el intrincado panorama de la política colombiana, la propuesta de tener un presidente contador público no solo emerge como una formalidad, es una bofetada de sentido común en medio de décadas de gobiernos caracterizados por la ineptitud, la improvisación y la falta de visión en el manejo de los recursos públicos.
En Colombia los últimos gobiernos han brillado más por sus errores que por sus aciertos en la gestión financiera, ¿por qué no considerar una alternativa que promete una perspectiva más fundamentada y menos proclive a los titubeos? La asignación de la responsabilidad de otorgar fe pública sobre asuntos contables a los contadores públicos, se torna no solo en una formalidad legal, sino que además garantiza que las decisiones estarán respaldadas por un análisis concreto e integral de los escenarios posibles y no por pataletas políticas.
Frente a la ineficacia gubernamental de las últimas dos décadas, la Contaduría Pública emerge como una profesión que ha demostrado su capacidad para anticipar y adaptarse a los cambios económicos en un país en donde la improvisación ha sido pan de cada día, contar con un líder que pueda anticipar y reaccionar con agilidad a las transformaciones económicas es más que necesario; es imperativo.
La relevancia de las habilidades blandas, como la ética, resalta aún más en un contexto político marcado por la corrupción y la falta de transparencia. La presencia de un contador público en la presidencia no solo sería un respiro para la integridad ética, sino un golpe a una clase política que ha perdido la confianza de la ciudadanía debido a sus prácticas dudosas.
En un país donde las cifras contables han sido manipuladas y tergiversadas en el juego político, tener a un contador público liderando la nación podría ser la única forma de asegurar una toma de decisiones basada en la realidad financiera y no en promesas vacías.
La participación creciente de contadores en entidades gubernamentales no debería ser vista como una simple coincidencia, sino como una respuesta pragmática a la necesidad de afrontar la complejidad de la realidad económica ante un historial de gobiernos que han desaprovechado recursos y cometido errores monumentales, tener a contadores en posiciones clave es un paso lógico hacia una gestión más fundamentada y eficiente.
Los contadores públicos son aliados indiscutibles en la lucha contra la corrupción y la garantía de una gestión financiera eficiente en el sector público, en medio de desaciertos y escándalos gubernamentales su presencia se presenta como la salvación de la integridad financiera del país.
La constante inestabilidad gubernamental, la influencia de las redes sociales y la eterna pugna política, ha desviado la atención de la ejecución presupuestal de la anterior vigencia que se evidencia en la falta de gestión y por la toma de decisiones cuestionables. Esta turbulencia deja ver no solo una carencia de proyectos de reforma concretos al asumir el poder, sino también una preocupante falta de conocimiento sobre el manejo presupuestal y financiero de una entidad pública.
Solo basta con revisar la ejecución presupuestal del actual gobierno que ha estado marcada por una preocupante falta de transparencia y eficiencia, revelada en la notable brecha entre los recursos comprometidos y los efectivamente destinados.
La ausencia de un contador público en la presidencia ha contribuido a esta crisis, la presencia de un profesional con la capacidad de proyectar escenarios económicos, financieros, tributarios y contables podría haber evitado la catástrofe presupuestal del actual gobierno y la desconcertante situación financiera, la desaprobación en el Congreso y las propuestas radicales podrían haberse mitigado con proyectos que garanticen el buen uso de los recursos públicos.
En un país cansado de la ineptitud gubernamental, ¿por qué no darle la oportunidad a una profesión que ha demostrado su capacidad para enfrentar los retos económicos con seriedad y responsabilidad?
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*Contador Público, Especialista en Revisoría Fiscal y Magister en Gestión de la Tecnología Educativa.