Por: Óscar Prada/ El máximo tribunal constitucional de Colombia en el año 2010, limitó la protección animal en actividades tanto religiosas, como alimenticias, científicas y manifestaciones culturales de las personas.[1]
Por lo dicho, se restringe la protección animal en las corridas de toros; al ser una manifestación cultural. Ello explica como persiste la tauromaquia en la actualidad; pese a la existencia de una ley que castiga el maltrato animal.[2]
Convertir en espectáculo el derramamiento de sangre de un toro indefenso, mientras lidia con su propia agonía, ¿promoverá una cultura de paz en la sociedad?
La cultura se construye en la colectividad, y puede reinterpretarse. Con esta tesis el legislador promovió el proyecto de ley que prohíbe la tauromaquia en Colombia. De salir avante, la medida cobrará vigencia en los próximos tres años.
Una norma no lo soluciona todo; no obstante, es un avance importante ante años de promoción al maltrato sanguinario y vil de seres sintientes como los toros de lidia.
Bien lo dijo Einstein: «Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo». No se puede reforzar el valor de la paz y la vida a través de una práctica violenta e incompatible como la tauromaquia.
Somos instintivos, y las personas que disfrutan de las corridas de toros no merecen ser estigmatizadas. Ahora bien, las pasiones pueden resignificarse; y que mejor que en la búsqueda de una sociedad más humana y pacífica.
El reconocido torero colombiano César Rincón, ante la prohibición de la tauromaquia; resalta la omisión del congreso al no acabar también con los coleos, las peleas de gallos, las corralejas, y las cabalgatas.
Las prácticas mencionadas arriba fueron objeto de decisión años atrás por la corte en mención; indicando que es competencia del congreso regularlas o prohibirlas[3]; todo porque el legislativo es la representación del pueblo.
Lo anterior para indicar, que la tauromaquia es solo una de las muchas formas de maltrato animal. Actualmente persisten diversas prácticas crueles y reprochables, arropadas en el manto injustificable de lo cultural; cuyo debate debe abordarse por la rama legislativa.
Una sociedad que concibe la crueldad animal como ritual cultural, pone en tela de juicio la reafirmación de su dignidad humana; al despreciar sádicamente la vida de los animales. La humanidad aspira a ser humana cuando no se comporta como tal.
El entretenimiento y los réditos económicos, cimentados en el sadismo y bestialidad en contra de seres que sienten como los animales; desdice mucho de una sociedad hastiada del derramamiento de sangre de sus miembros.
Un cambio de mentalidad social, acarrea inevitablemente el transformar hábitos sociales. La tauromaquia debe ceder frente a la construcción de un imaginario social, en donde la crueldad sea desterrada como forma de entretenimiento.
El reconocer el dolor que sufren otras especies, y no disfrutar de aquel; es el primer paso para edificar la propia dignidad humana. Cuando se desecha el sadismo[4] y el maltrato hacia los animales, se es un poco más humano.
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*Estudiante de Derecho
Contacto: 3017716507
X: @OscarPrada12
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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[1] Corte Constitucional, Sentencia C 666 de 2010.
[2] Ley 1774 de 2016: “ARTÍCULO 1. Objeto. Los animales coma seres sintientes no son cosas, recibirán especial protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente par los humanos, por lo cual en la presente ley se tipifican comas punibles algunas conductas relacionadas con el maltrato a los animales, y se establece un procedimiento sancionatorio de carácter policivo y judicial.”
[3] Corte Constitucional, Sentencia C 133 de 2019
[4] Sadismo: Crueldad refinada, con placer de quien la ejecuta.