Por César Mauricio Olaya Corzo/ Pues bien, diciembre llegó con su ventolera (esto lo entienden muy bien los barranquilleros), pero este será tema de letras más allá, porque la intención de esta columna, es rendir un homenaje a esa música de todos los años, que trasciende moda, edad, tiempos y oyentes, haciendo parte de nuestro ADN tropical y muy colombiano.
Empezando por la conjugación del verbo fiestar en presente, sin lugar a dudas, no podemos dejar de ovacionar el posicionamiento que hoy ha alcanzado el canta autor santandereano Feizar Orjuela, conocido artísticamente como Heredero, nacido en la Vereda Pajarito, del municipio de Macaravita, la ventana mayor de la sierra nevada del Cocuy o Chita como también se le conoce.
Un representante de la llamada Carranga, término acuñado por el Maestro Jorge Veloza, para identificar sonoramente la música campesina, interpretada bajo los acordes de tiples y requintos, con el golpe de la carraca y que ha acompañado por siglos, la fiesta tradicional de las veredas en los campos colombianos y que hoy viene ocupando los primeros lugares en las listas de los más escuchados y vistos (videos) en las plataformas digitales, el remplazo por largo tiempo, de los acetatos, los casetes y los Cd´s que acompañaron nuestros diciembres en tiempos no muy lejanos.
De celebrar este fenómeno musical que no solo se irrumpe en el panorama discográfico nacional con canciones de momento, sino que goza de un repertorio donde cada canción, compite pelo con pelo, con la siguiente por ser número uno. Versiones como Le Pregunté, Martha, Muero Llorando, Pero te quiero, Los encargos de mí mamá y Tamarindo; todas unas verdaderas joyas tanto por la calidad interpretativa del artista, como por una letra poética, entrañable y con esencia de la vida cotidiana de nuestros hombres y mujeres del campo.
Aquellos diciembres
Sin querer ahora tocar las profundas fibras de la emoción que desatan los recuerdos, voy intentar recrear como se gozaban las fiestas de diciembre, empezando por decir, que para la época y hablo para el caso de nuestra Bucaramanga, la oferta de sitios para rumbear no es que fuera muy amplia, figurando lugares emblemáticos como El Venado de Oro y El Everest, los dos localizados en inmediaciones del barrio Morrorico, así como la discoteca Tijuana, localizada en cercanías al Parque Bolívar, complementando el panorama, las llamadas casetas, que se levantaban en los alrededores del barrio La Feria, precisamente para la época de las fiestas (esto para la década de los 60´s).
En los siguientes dos lustros, aparecerían en la escena la emblemática Discoteca Eva y por los lados donde hoy se ubica el epicentro de la rumba, la mal mentada Cuadra Picha, el sitio de moda era la discoteca El Socavón y otras menos mentadas.
Obviamente, las citas con las fiestas decembrinas de entonces eran mayoritariamente al interior de cada casa, donde las llamadas radiolas, multiplicaban las notas musicales grabadas en los surcos de los discos de vinilo y los Catorce Cañonazos Bailables, compilaban año a año, los éxitos de la rumba del respectivo diciembre.
De esas épocas, no pueden dejar de citarse a las orquestas más renombradas: los Corraleros del Majagual, Los Hispanos, Los Melódicos y la Billos Caracas Boys de Venezuela, Chico Cervantes, Rodolfo Aicardy, Gustavo ¨El Loco¨ Quintero con Los Graduados, las tradicionales orquestas de Lucho Bermúdez y sus porros, Pacho Galán el Rey del Merecumbé, la voz y el acordeón de Alfredo Gutiérrez ya marcaba tendencia y obviamente, los hits del momento se lo disputaban La Pollera Colorada y para la juventud de la nueva ola, llamados por entonces los ¨Cocacolos¨, las versiones del twiss con La Gallinita Josefina y Despeinada.
Juanito preguntaba con deseos de saber
las cosas que a sus años no podía comprender:
Yo quiero que me digan
cuando me va a crecer
así como le crece
la barba a Don Fidel
Juanito Preguntón – Los Graduados.
Grabado en los afamados estudios de Toño Fuentes, versiones como La Paloma Guarumera interpretada por los Corraleros del Majagual, con el acordeón y la voz de Alfredo Gutiérrez, puso a azotar tableta a nuestros padres.
Como se evidencia, a nuestros ancestros no les faltaba su cuota de doble sentido a cada paso bailado y apretado.
Una vez bailaba yo con mi novia en el Calla’o
yo bailaba cerradito y ella bailaba pegado
le apretaba la cintura y estaba ya entusiasmao
cuando cheqé que mi suegra me tenía el ojo clavao
El Bailador – Julio Erazo con los Corraleros del Majagual.
Si hablamos de la historia musical del Vallenato, necesariamente no podemos dejar de citar al tres veces Rey Vallenato, su majestad Alfredo Gutiérrez
Si bien la apuesta por la música provincial venía ganando merecido ascenso entre la cachaquería, la presencia del acordeonero y cantante Alfredo Gutiérrez, determina un antes y un después para la música del Valle de Upar, sin desconocer obviamente, la aceptación de las canciones de Rafael Escalona, interpretados con las guitarras de Bovea y sus vallenatos.
Ya tengo tus besos ya soy feliz
al fin esta pena se pudo acabar
Ya tengo tu amor no hay pa’ que sufrir
solo quiero vida pa’ poderte amar
Antes con mirarte recibía martirio
que sufrido fui para ser feliz
Y hoy que somos novios todo es distinto
un inmenso amor guardo para ti
Los setenta llegan con salsa
Y si para la década de los sesenta, las agrupaciones citadas hicieron de la fiesta su trono, la siguiente década irrumpiría con fuerza un ritmo de origen caribeño, pero que como su nombre lo indica, era la perfecta fusión de muchos sones, voces e instrumentación esencialmente latina: la salsa.
De estas primeras orquestas, se recuerdan en especial las cubanas y neoyorquinas, con voces que dejaron un legado casi imposible de superar: La Sonora Matancera, la Orquesta de Aragón y la voz de la reina Celia Cruz, así como la irrupción de los sellos discográfico que eran marca de referencia con este ritmo, como La Fania, que se convertiría en una verdadera aplanadora con la presencia de voces de antología como las de Héctor Lavoe; el máximo representante de la salsa con historias, el panameño Rubén Blades;»El Malo del Bronx», Willie Colón y la impecable dirección creativa y orquestal de Johny Pacheco
Muchas fueron las versiones de esta tripleta de cantantes que se posesionaron del público latino: Cheche Cole, Plantación Adentro, La Murga de Panamá en la voz de Colón; Timbalero, Calle Luna Calle Sol, Todo tiene su final, Songoro Cosongo, Escarcha y Periódico de Ayer, en la voz del cantante de los cantantes Héctor Lavoe y cerrando, el panameño Blades que coronó en esa primera década de su larga producción discográfica con canciones como Paula C., Periódico de Ayer, Pedro Navaja y Plástico.
Con la misma frialdad que tú me das
que me hace de ansiedad enloquecer
voy a darle a tu invierno soledad
una brisa glacial en cada anochecer
Me iré corriendo de tu frio pasional
tienes la piel hecha en cristal de hielo
y me parece que tienes al mirar
un resplandor sin luz ni fuego
Escarcha – Héctor Lavoe
Por supuesto que la irrupción de la salsa no terminaba con estos tres grandes, puesto qué, sin atreverme a darle un posicionamiento ordinal y teniendo en cuenta que para los gustos… los colores, imposible dejar de nombrar el impacto de agrupaciones como las de Richie Rey y Bobby Cruz, El Gran Combo de Puerto Rico, el venezolano Óscar de León, Frankie Ruiz, Ray Barretto, Andy Montañez y sin poderla rebajar de su trono, Celia Cruz: ¡Azúcar!
De la década de los sesenta, el nombre que siempre la acompañaría, La Guarachera, sería el título de la primera canción del exitoso álbum que presentó Celia Cruz, en compañía de Tito Puentes.
Yo soy la cumbanchera del solar
la negra más linda que nació
en La Habana en el barrio e Belén
Yo soy la que llega al baile
y al bailar con mi cinturita de panqué
arrastro a los hombres más guapos
y valientes de la población
La Guarachera – Celia Cruz
Pero si la salsa tenía sus máximos representantes en los hijos de Puerto Rico, Cuba, Panamá y New York, en nuestro país nacía un fenómeno musical que abriría las puertas al género. Bajo la dirección de Julio Ernesto Estrada, aparece en la escena musical Fruko y sus Tesos, con las voces de dos enormes: Joe Arroyo y Wilson Saoko.
Bajo el título de Fruko El Grande, aparece en 1970 el primero de los discos de esta agrupación, bajo el título de Tesura, presentando sus éxitos: Esencia del Guagancó y El Vidriero.
No obstante, la entrada real a la discografía nacional sería en 1973 cuando lanzan su disco Fruko el Grande, con canciones históricas como Manyoma, Los Charcos, El Preso, Flores Silvestres y Confundido.
En el mundo en que yo vivo siempre hay cuatro esquinas
pero entre esquina y esquina, siempre habrá lo mismo
para mí no existe el cielo, ni luna, ni estrellas
para mí no alumbra el sol, pa´mi todo es tinieblas
Condenado para siempre en esta horrible celda
donde no llega el cariño, ni la voz de nadie
aquí me paso los días y la noche entera
solo vivo del recuerdo eterno de mi madre
Ay, ay, ay, solo espero que llegue
Ay, ay, ay, el día que la muerte
Ay, ay, ay, me lleve a estar con ella
Ay, al fin, ay, cambiará mi suerte
El Preso – Wilson Manyoma – Saoko.
La lista de éxitos que coronaría esta tripleta sería muy grande durante la toda la década de los 70´s y parte de los 80´s, donde no se pueden dejar de citar las versiones como El son del tren, Tania, La memoria del muerto, Cara de payaso, Negro Chombo, Catalina del Mar, El ausente y El cocinero mayor, entre muchos otros.
El vallenato a la escena
A finales de los 70´s con mucha discreción y con claras tendencias de favoritismo en las tierras vallenatas de donde era originario, comienzan a sonar en las emisoras los primeros éxitos vallenatos, que arrancó con la presencia similar a un tsunami, casi de manera imperceptible, para luego posesionarse y ponerse al frente de buena parte de las ciudades del interior, donde Bucaramanga, sin lugar a dudas, sería uno de los epicentros de este sismo musical.
De esas primeras agrupaciones, obligatorio citar a los Hermanos Meriño con sus éxitos Llegaste a mí, Huellas de un recuerdo y La Medicina. Con ellos los siempre vigentes Hermanos Zuleta, Poncho y Emiliano, que con El Río Crecido (1974), Homenaje a la vieja Sara (1975), Cóndor Legendario (1977), Río Badillo (1978), Tierra de Cantores (1978), Tanto que te canto (1979) , Luna Sanjuanera (1979), Mi hermano y yo (1980), Así fue mi querer (1980) y Corazón Martirizado (1981).
Con esta dupla representativa de toda una dinastía musical del folclor de la caja, la guacharaca y el acordeón, se le sumaría la aparición en la escena de Jorge Oñate, el Ruiseñor del Cesar y la agrupación que definitivamente llevaría este ritmo a la más alta de las dimensiones, el Binomio de Oro con el acordeón de Israel Romero y la singular voz de Rafael Orozco.
Del primero deben citarse grandes clásicos bailados por toda una generación como el Cantor de Fonseca (1973), No voy a Patillal (1973), La parranda y la mujer (1974), Campesino Parrandero (1976), Costumbres viejas (1976), Noche sin luceros (1976), Adalina (1978), Nido de amor (1978), Canasta de ensueños (1979), La Vieja Sara (1980), Alicia Adorada (1981), Corazón atormetado (1981), Sanjuanerita (1981), Ruiseñor de mi Valle (1981), Paisaje de sol (1982), La Gordita (1982), Calma mi melancolía (1983), el cariño de mi pueblo (1985), el jilguero (1987), la vida del artista (1988) y cerraría esta década con No comprendí tu amor (1989) y Mujer Marchita (1989), continuando año tras año sembrando éxitos que nunca perderán vigencia.
Nace en la nevada, donde muere el sol
el lecho de río que baña mi pueblo
se ven sus aguas bajar corriendo
vienen descalzas y no van sufriendo
porque van alegres pa´la tierra mía
Alegre llegué yo
como esas aguas de la serranía
pa´mi terruño que tanto quiero
donde dejé la novia mía
Pero noté que nada había cambiado en mi pueblo.
todas las cosas que yo había dejado seguían
el mismo cerro lleno de tristeza
la misma torre vieja de la iglesia
dándole bienvenida al forastero
Mi novia y mi pueblo (fracción) – El Binomio de Oro
La carrera musical de los barranquilleros Israel Romero y Rafael Orozco empezaría en 1976 con el lanzamiento de su disco El Binomio de Oro, donde presentaron sus éxitos La Creciente, La gustadera y Momentos de amor. Al siguiente año presentarían el álbum Por lo alto, con temas como Sueños de Conquista, Lágrimas de Sangre, Reconozco que te amo y Necesito de ti. En 1978 presentarían su disco Los Elegidos, donde presentaron éxitos como Campana, Relicario de besos y Despedida de verano. Su siguiente álbum sería Enamorado como Siempre, donde se destacarían las canciones La parranda es pa´amanecer y Déjame quererte. El año de 1980 sorprenderían con dos grandes álbumes cargados de éxitos: De Caché, con canciones como Sombra perdida, Mi novia y mi pueblo, Muere una flor y Villanuevera; presentando pocos meses después, Clase Aparte, donde las canciones El que espabila: pierde y La colegiala, serían los favoritos de su fanaticada.
Y si el vallenato quería tener un verdadero ídolo del pueblo, nadie mejor para alcanzar esta dimensión que el Cacique de la Junta, Diomedes Díaz Maestre, quien dotado de una gran capacidad vocal que lo hacía inigualable, además de un verdadero genio de la composición, marcaría un record de vigencia que lo sigue trascendiendo más allá de su muerte.
La historia musical de Diomedes Díaz traduce todas las formas de resiliencia posible, pues a pesar de que tempranamente empezó a ser tenido en cuenta como compositor y muchos de los cantores de la época llevaron con su voz, los cantos de amor del Cacique, las oportunidades le eran esquivas a la hora de lograr que las puertas de un estudio de grabación se le abrieran. De hecho, dos de los grandes del momento, Rafael Orozco y Jorge Oñate, le grabaron dos de sus composiciones que fueron éxito: el primero con Cariñito de mi vida y el Ruiseñor del Cesar con Razón Sentimental.
La suerte comenzaría a cambiar para Diomedes Díaz, cuando el recientemente Rey Vallenato, Nafer Durán, lo invitó a grabar el que seria su primer álbum, que lamentablemente no tuvo mayor difusión, pero que le abrió las puertas como cantante, lo que se confirmaría con su segundo disco: Tres canciones, grabado con ¨El Debe¨ López en el acordeón, donde aparecieron los éxitos Cristina Isabel, Surgió una voz y la titular del álbum, Tres canciones que sería la catapulta de su nombre.
A partir de ese momento y hasta el año de su muerte, el artista grabaría 36 álbumes y el listado de sus éxitos sería tan extenso, que daría solo para hacer un escrito sobre su gran legado musical.
Voy a pone´ una tiendecita pa´ vender cerveza
para yo tomarme una de vez en cuando
para evitarme el problema de andarla buscando
porque así es que me la paso de mesa en mesa
y destapar una cerveza pa’curar el guayabo
Yo que paso tomando
pa´ curar las penas mías
con una cerveza fría
me voy a quitá´el guayabo
La tiendecita se llama los recuerdos de ella
porque por ella es que bebo casi todos los días
y amanezco enguayado y salgo pa’ la tienda
en busca de conseguir una cerveza fría
pero me he puesto a pensar
que si la tienda es mia
solamente es levantarme y abrir la nevera
Los recuerdos de ella (fracción)
El vallenato a través de estas voces que hoy hacen parte de los clásicos de este ritmo que ya puede considerarse como marca nacional, tuvo otras voces que dejarían una indeleble huella en la memoria de aquellos diciembres.
Como olvidar a Los Betos: Villa y Zabaleta, Otto Serge y Rafael Ricardo, Aníbal Velasco, Omar Geles, Miguel Morales y muchas otras voces qué, con solo escuchar el primer acorde, traen recuerdos de romances y momentos vividos, mientras sonaba un acordeón.
Un verso bien sutil y dirigido
delicado y sensitivo
quisiera componer yo
le ruego mi señora que comprenda
que no se si usted se ofenda
pero es mi declaración
Comprenda que el amor no tiene redes
no hay nada que lo pueda detener
y si usted es la mujer que me conmueve
respeto al dueño que tiene, pero se lo digo a usted
Pa´ cantar entonces una canción
Y que en plena reunión, usted me esté entendiendo
Y el mensaje que allí mandé yo
se quede entre los dos, aunque mil estén oyendo
Y cuando la quiera saludar
uso una clave que los dos sabemos
con su segundo nombre puedo hacerlo
quizá diciendo el color de su pelo
no importa que muchas puedan tenerlo
pa´que se rían cuando usted se esté riendo
y si es caso, de acuerdo nos ponemos
Señora (fracción) – Otto Serge y Rafael Ricardo
Dos clásicos de esos vallenatos que siempre nos traerán una experiencia vivida, pues retaría al primer bailador que no hubiera aprovechado los catorce minutos que dura el poético canto de la Miseria humana, para no hacer sus lances de conquista, con la certeza de que, si no lo logró en ese tiempo, lo mejor es tensar el arco de cupido hacia una diana distinta.
Aunque me haya alargado exageradamente en estas letras y les queda debiendo una segunda parte para dar paso a la llegada del merengue, la carranga de Jorge Velosa, el rock en español y otros ritmos que nos hicieron felices, creo que la fecha amerita la excusa.
…
*Comunicador Social y fotógrafo.
