Por: César Camilo Hernández Hernández/ El cambio climático, la escasez de recursos naturales, la contaminación atmosférica e hídrica, extinción de la biodiversidad y otras problemáticas ambientales, son, en los últimos años, el efecto de la mala conducta e intervención de los seres humanos.
La humanidad debe entrar en un acto de conciencia de preservación de la vida y el futuro de las nuevas generaciones. El uso desmedido de recursos naturales, genera una insostenibilidad de supervivencia de los seres vivos, poniendo en riesgo el ecosistema madre de todos, la tierra. El mundo fue hecho a la medida para que cada uno de sus habitantes, autorregulara su persistencia, por medio de los recursos que Dios creo como herramientas de conservación del mismo y su hábitat.
En la última década, la revolución industrial y tecnológica, han llevado al uso de nuevos procesos para la manipulación de los recursos naturales, afectando su entorno y ambiente. El ritmo acelerado mundial, produce que de manera insostenible y desequilibrada se profanen los bienes naturales y riquezas de la vida. El cambio de chip debe ser enfocado a mejorar y preservar la calidad de vida, la fórmula es rentable y eficiente, por medio del incremento uso de recursos renovables y la desaceleración en el habito y necesidad de los recursos no renovables.
La WWF o el Fondo Mundial para la Naturaleza, en su lucha constante y enérgica por el medio ambiente, ha reiterado el incremento de la explotación de los recursos naturales, sobrepasando límites de uso. Las consecuencias devastadoras no han sido solamente a nivel ambiental, sino tienen un colapso en lo social, económico y la salud. Las diferentes organizaciones no gubernamentales y gubernamentales, han hecho una invitación a la utilización de buenas prácticas en los procesos de los recursos no renovables, con responsabilidad social, mediante una compensación ambiental, social y económica, esto con el fin de estabilizar la balanza.
Los cambios bruscos generan traumatismos, inconsistencias y resultados negativos; la transición de utilización de recursos no renovables a renovables, debe ser sostenible y equilibrada. La industria, el gobierno y las comunidades, deben dar el primer paso en concientizarse del buen uso, conservación y preservación de estos atributos de la vida. El ser humano siempre se ha visto como un todo, pero es hora de despertar, viendo la necesidad y dependencia de las riquezas de la tierra.
La casa se debe limpiar, cuidar y conservar. Los procesos deben ser encaminados a la implementación de la mejor tecnología y modernización en procedimientos de recursos no renovables, siempre salvaguardando el recurso, su entorno y la regeneración del mismo. Soy partidario de la re ingeniería a cualquier escala e implantación de casos de éxito, lastimosamente no hay tiempo de experimentar, los ejemplos logrados a nivel mundial deben ser los aplicados a nivel nacional, regional y local.
En cuanto, a los recursos renovables, si aplica la innovación y emprendimiento para usufructuar responsablemente. La intromisión del ser humano en el medio ambiente debe volver a los antepasados, donde había respeto, sostenibilidad y concordancia en el trato. Estos recursos se deben utilizar amigablemente, devolviéndoles su importancia y valor. El rescate del bienestar del futuro va implícito, en el buen manejo de esta riqueza que nos regaló la vida. El aprovechamiento es necesario, pero es subsidiario al mismo tiempo.
El progreso y el desarrollo de las regiones y el mundo entero, se debe basar en una administración eficiente y responsable de los recursos naturales. Esta probado que es pertinente el buen uso de los no renovables con buenas prácticas, siendo compensados los aspectos ambientales, sociales, económicos y de salud. Pero la realidad es emigrar a retomar la buena relación con los recursos renovables, dándoles su sitio y categoría. El futuro de las nuevas generaciones depende de cómo vamos a preservar y conservar el hogar que les vamos a dejar.
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