Por: Luis Eduardo Jaimes Bautista/ No puedo decir dentro de “la interpretación de los sueños” de Sigmund Freud, que todos estén en una jaula de pájaros de alguna forma controlados, sin tener la libertad y poder tomar sus propias decisiones, encierro confinado, recibiendo mensajes subconscientes de otra realidad que les ha tocado vivir. Hecho fortuito que todos conocemos por la pandemia del Covid-19 que recorre y envuelve el mundo de los homo sapiens, sin distingo de clases.
Este es un tiempo de reloj sin cuerda. No sé, cómo tomar los cantos de la “Divina Comedia” de Dante Alighieri, sacando los pájaros de la jaula, según su categoría de gorjeos y plumajes a los pasajes descritos en el infierno, el purgatorio y el paraíso, para que encuentren reflexiones a sus culpas en el sentido de la vida, llevados de la mano por los iluminados.
Ya cumplimos parte de la cuarentena. Días y horas y seguimos escribiendo los acontecimientos y la conducta de tantos ciudadanos y gobernantes que se han entregado sin descanso a enfrentarse al enemigo invisible, el coronavirus; como otros a subvertir el orden para llevarnos al caos de la pandemia.
En todo este encierro he empezado a tener visiones para acumular en la mente el relato más hermoso, jamás leído construido con pedacitos de poesía que recorre la muerte de muchos abuelos que no fueron seleccionados para el “Arca de Noé”:
Cuarenta días cuarenta noches /Se recogen los pasajes al arca de Noé, /Refúgiense no del agua, sino del contagio. /Él llegó en puesto de primera clase /Abordado por los turistas que no vieron muertos. /Desde el aire voló como murciélago, /Desafiando el sonido ultrasónico /Nadie vio, ni dijo nada, toda era calma lúgubre. /El Pentágono, mira el Obelisco, /los ejércitos del mundo no jugaban a la guerra /Ellos compiten en sus juegos olímpicos… /Nadie les preguntaba dónde viajan… /felices regresaron sobre los pájaros de lata. /La inocente humanidad, /cae al mandato de sus gobernantes. /Guardan silencio al presagio de la pandemia. /Langostas imaginarias ocupan las vías respiratorias. /Muchos quieren dejar el arca a las sombras grises /En las noches negras sobre el planeta. /Una telaraña con pista de palabras viaja desde la China /Avisándole al Vaticano que se prepararan para otra peste negra. /El tiempo deja de ser trabajo /La economía cierra su boca grande, /Es el símil de la pandemia /Ella toma estómagos pobres del hambre. /Los medios tienen la “chiva”, /el coronavirus es un ejército invisible de oriente /comienza la batalla contra la vida /las ciudades cierran sus fronteras /nadie permea en las calles. /Hay una nueva metáfora, cuarenta días, cuarenta noches /los médicos en los hospitales enfrentan la lucha sanitaria. /No ha terminado el contagio sin entender el cambio social / ¿Cuántos muertos esperan la lucha contra la batalla final?
¿Por qué, a medida que el virus viaja de una ciudad a otra, el mismo patrón se repite una y otra vez? Primero, en un patológico reflejo de negación de la realidad, los gobernantes tratan de convencer(se) de que no pasa nada –es allá, no será aquí, nosotros somos fuertes y otros amuletos. Cuando el Covid-19 cruza la frontera, “No es tan grave, es como una gripe, basta lavarse las manos, no cambien nada en sus vidas”. Más tarde: “¡Ay, está falleciendo gente por centenas, los hospitales desbordan las UCI! Ok, continúen todos a quedarse en sus casas”.
“Para tener este dato presente, muy duro y concreto de la realidad: el 90% de las muertes por el Covid-19 son personas mayores de 50 a 70 años con jubilaciones y pensiones que ganaron trabajando y aportando toda su vida. Los bancos financieros se hicieron al manejo de sus depósitos e ingresos, e hicieron grandes negocios y negociados a partir de estos fondos de pensiones y jubilaciones mientras aportaban. Ahora que cobran y gastan, la expectativa de vida se extiende más allá de los 80 años, los bancos consideran que ya no sería un ‘negocio’ para sostener en sus manos y piensen en devolverlo a los gobiernos nacionales. Acá con una jugada maestra del Presidente, sus ministros y los magnates financieros ya dieron la primera estocada.
Esto se suma a un capitalismo financiero que destruyó el sistema laboral formal, flexibilizando, rotando, deslocalizando transnacionalmente empresas y trabajadores; de modo que estos ya no aportan a los fondos de pensiones y jubilaciones, lo cual crea este estado de situación donde los grandes bancos se encuentran quebrados porque no pueden sostener el sistema con altas ganancias que están acostumbrados desde el 2001. Además, porque los dineros de los fondos han sido usados por los bancos, en inversiones que quebraron en el 2008, 2013 y en el 2019, 2020. Y se mantienen desde el 2008, solo porque sus funcionarios gobiernan y acceden a la emisión sin respaldo desde los bancos centrales de EEUU, Inglaterra, Europa y Japón. Por lo tanto, se encuentran no frente al abismo, sino cayendo en sus dominios oscuros e imprescindibles. Hoy parece que llegó el tiempo de un cambio y despertar de los sueños, donde es posible alcanzar la justicia social”.
*Poeta y escritor.
Twitter: @bizonteamarill1