Por: Roberto Aponte/ Durante semana santa una criatura curiosa se asoma en un potrero en Chinácota, Norte de Santander. El lugar donde apareció se caracteriza, por estar rodeado por bosques de niebla y el animal mencionado, es un oso de anteojos. Si bien, se podría considerar la especie de oso más herbívora después del panda, alimentándose principalmente de frutas, bromeliáceas y hojas, la carne sigue siendo parte fundamental de su dieta, aunque por lo general caza animales pequeños como conejos, reptiles o peces.
Los depredadores siempre han tenido mala fama ante los humanos, desde tiempos primigenios han sido una amenaza directa a nuestras vidas, aunque con la llegada de la ganadería, aquellos animales empezaron a tener buenas presas para cazar, pero trajo dos consecuencias.
Primero se destruían los bosques donde ellos habitaban para sembrar los campos para que el ganado pudiera pastar y segundo debido al riesgo representaban ahora para el ganado, la gente los mataba.
Su impacto puede notarse en los ecosistemas en los cuales son ausentes debido a que controlan las poblaciones de sus presas, pero sus beneficios al ambiente son mucho mayores.
En Sudamérica se presenta una dinámica diferente, a diferencia de otros lugares, los osos no se considerarían propiamente el mayor depredador, ya que aquí dicho título lo tendrían especies de grandes felinos como pumas y jaguares. Debajo de estos se encuentran mesodepredadores, es decir animales cuya función es alimentarse de presas más pequeñas, en este grupo se encuentran carnívoros como ocelotes, tigrillos y jaguarundis.
Los superdepredadores además de controlar poblaciones de herbívoros, también ejercen presión ecológica sobre los mesodepredadores. Ambas acciones presentan sus beneficios; si no se mantiene una cantidad moderada de herbívoros, estos impedirán el surgimiento de especies vegetales; en el caso de los mesodepredadores, si proliferan en exceso, acabarían con poblaciones de animales pequeños.
Otra comparación con los mesodepredadores, es el hecho de que los depredadores tienen menos crías y mayor cuidado parental, por ejemplo, un jaguar tiene entre dos y tres crías, mientras que un mesodepredador yendo un entorno más familiar como los perros y gatos tienen una camada entre cuatro y ocho cachorros. Es decir, una población de mesodepredadores que no esté controlada en un ecosistema puede esparcirse con mayor facilidad.
Otro efecto de los depredadores en el ambiente, es la concentración y distribución de nutrientes, los cuales se encuentran en sus presas, es decir un jaguar al matar un venado, y llevarse su cadáver a su madriguera, puede esparcir en el suelo nutrientes como nitrógeno y fósforo.
Dicho esto, es momento de tener en cuenta los mayores depredadores del departamento de Santander, el titulo se lo llevaría el jaguar, debido a que puede pesar entre setenta y noventa kilogramos, tener una altura de hasta setenta centímetros y medir entre ciento setenta y ciento ochenta centímetros.
Este depredador se le ha visto merodear en el área del Magdalena medio y en el parque natural Serranía de los Yariguies, zonas que tienden las condiciones climáticas y ambientales en las que vive este felino, son selvas densas y húmedas, ya que su cuerpo robusto y corto y su pelaje de manchas que le permite camuflarse, son adaptaciones idóneas para este entorno. Su potente mordida le permite destruir el caparazón de una tortuga o la cabeza de un toro con facilidad, lo que le ha generado muchos conflictos con los ganaderos. También se caracteriza por ser un felino al que le gusta el agua. El león tiene el título de rey de la jungla, pero el jaguar también se merece este título majestuoso, aunque igualmente las culturas precolombinas le rendían culto, demostrándole respeto a este amenazador animal.
Teniendo en cuenta las funciones de los superdepredadores, nos damos cuenta que el jaguar, primero, controla las poblaciones de grandes presas como venados, dantas o pecarís; segundo, ejerce presión sobre poblaciones de tigrillos o jaguarundís y tercero pueden arrastrar hasta ocho metros grandes presas como toros, esparciendo los nutrientes del suelo a otros lugares.
En resumen, podemos ver como los grandes carnívoros ayudan a mantener la armonía en el ecosistema, aunque la situación es que el hombre incluso ha afectado con la cacería y tráfico de especies a mesodepredadores y herbívoros salvajes. La reflexión es tener en cuenta el impacto de la perdida de cualquier animal fuera de su hábitat.
*Ingeniero Ambiental y escritor.
Twitter: @robustories
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Fuente: Ver.