Por: César Mauricio Olaya Corzo/ Hace nueve años la ciudad vio levantar el telón de una de las obras de arte donde la pasión, los sueños, el tesón, el aguante, las lágrimas, muchas y muchas sonrisas, demasiados corazones felices, carcajadas a montones, piel de gallina sin resquemores y todo un desfile de protagonistas de todas las tallas artísticas posibles estarían tras sus bastidores y harían posible creer que la esperanza de una ciudad donde cupiera el arte era posible.
Hace nueve años una mujer santandereana como la que más, se echaría sobre sus hombros la pesada carga de hacer viable su sueño y el de todo un ejército de soñadores que la secundaron. Una mujer de voz fuerte que se hacía sentir para domar los leones que debió enfrentar en su titánica labor. La misma mujer que vimos llorar muchas veces, al borde de la angustia ante la posibilidad de ver derrumbarse la seguidilla de sueños que llegaba con cada proyecto, con cada obra, con cada presentación, con cada levantada del telón.

Este es un homenaje sencillo a un teatro que llevamos en el corazón y a una mujer que admiramos, respetamos y queremos por todo lo que nos ha sabido regalar, no solo a los que amamos el arte, sino a miles de bumangueses que aprendieron a amarlo en una cualquiera de las oportunidades que ocuparon una de sus sillas rojas, incólumes en el tiempo desde los años 60´s cuando se fundara el por entonces llamado Teatro Analucía, perteneciente a la familia Díaz, pioneros del cine teatro en Bucaramanga.
Un homenaje a la heroína de la cultura en Santander, doña Sandra Barrera, que hoy con la grandeza que le es propia, poniéndole el pecho a la decepción de un gobierno insensible e ignorante de lo que vale la cultura en la formación de ciudadanos de bien y que muchas veces la dio la espalda, ignoró sus solicitudes, hizo oídos sordos a sus clamores, la ilusionaron con sus promesas politiqueras y al final la dejaron sola, enfrentando los vientos huracanados que le generaban las de deudas, las inversiones hechas basadas en la creencia de la palabra falsa e hipócrita de tanto principillo de ocasión, adornado de un título o un cargo inmerecido.
Pero a los peores vientos sobre vivió la tesonera, porque en su alma había un escudo inmenso que la cubría, el escudo del amor por su trabajo, por sus sueños, por esculpir con la fuerza de su valentía las obras más impensables.

De su mano llegaron los Festivales de Cuenteros y los cierres apoteósicos con artistas que la ciudad jamás soñaría ver en vivo y lo mejor, gratuitamente. Gracias a Sandra Barrera por los escenarios de la ciudad desfilaron artistas de la talla de Piero, La Oreja de Van Gogh, Fito Páez, Yordano y una lista de artistas nacionales que la cuenta se pierde con mucha facilidad.
Bucaramanga sin Corfescu no volverá a ser la misma ciudad, así no se deje de reconocer lo que representa la entrada en función del Teatro Santander y por supuesto, el máximo escenario de la UIS, el auditorio Luis A. Calvo. Por el teatro que hoy baja su telón de fondo hoy el luto se siente entre todos los cultores de una ciudad donde las pesadillas de la incultura suelen ser las que más aplausos reciben.
Estaremos atentos Sandra de tus proyectos, de acompañar hasta donde nos sea posible tus avances de Quijote, pues sabemos de tu creatividad, de tu verraquera y de tu fuerza de voluntad.
Gracias Sandra por todo lo dado, por lo que disfrutamos y por lo que nos perdimos de disfrutar. El telón se baja por el momento, pero el sueño permanece incólume.
*Fotógrafo.
Twitter: @maurobucaro