Por: Carolina Rojas Pabón/ millones de colombianos desde el pasado nueve de septiembre observan con horror y dolor de patria la muerte de Javier Ordóñez, la destrucción de nuestras instituciones, los cuerpos atrapados por balas perdidas en las protestas y los actos de odio traducidos en vandalismo.
Todas las ciudades de Colombia de luto, invadidas por el silencio y la solidaridad. De repente en Bucaramanga, el Alcalde Juan Carlos Cárdenas Rey rompe el luto y como si nada pasara convoca a una caravana.
Y sin cuestionar en absoluto el motivo de la caravana, pues el páramo de Santurban, merece toda la atención, no era el momento, para salir con pitos, papayera, en chiba, como si estuviéramos de fiesta.
Despierta un sentimiento confuso ver un Alcalde y a su equipo de asesores en bicicleta, liderando una marcha pacífica y muy alegre (por lo que muestran las imágenes), mientras el país está golpeado.
El pasado viernes 11 de septiembre Bucaramanga encarnó la indiferencia y la tan nombrada frase “mientras no me toque a mí”.
La caravana no solo desentonó en solidaridad con el resto del país; también incumplió las normas de bioseguridad al permitir bandas de músicos dentro de una chiba tocando instrumentos hombro a hombro; además toda marcha es sinónimo de aglomeración.
Las entidades bancarias cerraron sus puertas a las personas que tenía su pico y cédula por temor a actos vandálicos y algunos establecimientos de comercio que anhelan una recuperación económica se cohibieron de atender público.
Sin embargo, el Alcalde logró registrar en medios nacionales, donde obviaron que dicha caravana fue excusa para destruir parte del Palacio de Justicia de la ciudad.
Aunque el Alcalde en redes aclaró que esto no fue parte de su convocatoria, a todas luces es claro que esa convocatoria es la cuartada para quienes tienen sed de destrucción en estos días.
Si bien es cierto, los Municipios gozan de la descentralización administrativa; también lo es que hay temas nacionales, especialmente este año, que obligan a los gobernantes a liderar de manera sincronizada con el resto del país.
Las estrategias, o mejor, campañas digitales del equipo asesor del Alcalde conectan quizás con la nueva forma de hacer política, pero con los temas serios de ciudad en coherencia con la situación del país… por ejemplo, la caravana.
Se rumora un rompimiento con su mentor y movimiento político, lo que no genera sorpresa en los casos en donde la elección parece más un endoso de poder que un triunfo en democracia.
Lo que sí es extraño es que esa ruptura no se vea reflejada en el “hacer”, con un plan de desarrollo reflejado en obras, crecimiento de la economía, proyectos transversales, fortalecimiento institucional y reacción eficaz para el control de la pandemia.
Ese tipo de rompimientos vienen muy bien a los ciudadanos cuando despiertan liderazgos para hacer las cosas de manera diferente en procura del crecimiento y la sostenibilidad de una región.
Los gremios en Bucaramanga que necesitan la presencia del Alcalde, sin caravanas, ni concursos en redes.
La ciudad que hasta hace poco estaba dentro de las cinco ciudades más importantes del país también requiere hacer equipo con el Gobierno Nacional y volver a registrar con indicadores.
El líder tiene la capacidad de transformar su hogar, empresa y la ciudad que lo elige; así como de él se aprende la sensibilidad social o la indiferencia; y eso también hace parte de la marca ciudad.
Hay momentos para todo, unos donde los asesores pueden advertir un cambio en la agenda del gobernante, y otros donde el gobernante debe dar ejemplo de solidaridad y sensibilidad, ya es tiempo de abandonar la caravana.
*Abogada Unab, Especialista en Derecho Administrativo U del Rosario y Especialista en Derecho Constitucional U del Rosario. En curso Maestría en Políticas Públicas y desarrollo Unab.
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