Por: Laura María Jaimes Muñoz/ En los tiempos de honorabilidad se recuerda que cuando se apoyaba a un líder, siempre se tenía en cuenta la calidad de persona, lo que traduce en ver en hechos sus acciones basadas en principios y valores, con una conducta intachable e incorruptible, una persona con integralidad, pues no necesitaba decir a viva voz que era honesto, pues su lealtad y responsabilidad social lograba ser reflejada en su trabajo con la comunidad y en su familia.
Ahora bien, su liderazgo se basaba en el servicio, la dedicación, el bienestar común y los beneficios eran para la comunidad, siendo propositivos, con actitud positiva y trabajando siempre de la mano de quienes serían sus coequiperos, lo que realmente generaba un cambio social, transformador y con evidencias hacia el desarrollo.
Hoy nos damos cuenta que muchos -aunque no todos- quienes han logrado llegar a liderar en muchos escenarios siguen convenciendo con sus ‘ideas’ de cambio, aunque sólo son ideas, pues no se logra realmente ver esa ‘política bonita’ como así se le decía, la política del servicio y quienes aún pueden contar sus hazañas, sus obras y sus muchos proyectos que lograron cristalizar con su gente, hoy ya no quieren o no pueden participar pues son los de la ‘vieja guardia’.
La modernidad exige una acción trasformadora – es cierto- lo que traduce a una acción de cambio, pero para ello es fundamental entender la realidad del otro, la capacidad de ‘ponerse en los zapato del otro’ entendiendo que muchas cosas se han hecho mal, pero también muchas cosas se han hecho bien, razón a ello es entender que cambiar no es acabar con todo y decir a viva voz que todos son ‘corruptos y ladrones’, es lograr mejorar lo que ya tenemos, desde la sensibilización de una realidad que permita evolucionar en la política.
Durante este tiempo de pandemia habíamos pensado que las cosas efectivamente -¡por fin¡- iban a cambiar y que todos tendríamos una actitud diferente pues era (y es) la oportunidad para ser solidarios, para ser prosociales, ya que todo esto generó un cambio trascendental en nuestro estilo de vida, en nuestra forma de vivir, de compartir, de desenvolverse en la cotidianidad, un cambio real donde los padres serían mejores padres y los hijos serían un aporte a la sociedad en valores y principios. Entonces la sociedad encontraría una oportunidad para la justicia, teniendo en cuenta cual emocionalmente estábamos siendo afectados por una ‘virus exterminador’ y que este no ‘mira’ clases sociales, pues llega a todas las familias de todos los estratos donde tenemos que sobrevivir.
Así alcanzaríamos de una manera muy radical una sensibilidad social que se necesitaba con urgencia para lograr un mundo mejor, modificando comportamientos y llegando a una conducta altruista entendida por la capacidad de sacrificio y de ayuda al otro, como las madres lo hacen por sus hijos.
Pero al observar todo lo que está pasando, la realidad es otra, hoy nos damos cuenta que esa trasformación de la realidad no es lo que se pensaba, ya que siguen las noticias sensacionalistas, ya hablar de Covid-19 no está de moda, aunque la gente sigue muriendo de manera alarmante, la corrupción continua igual o peor pues hasta en los mercados que daban con ‘tanto amor’ el 70% queda en un signo de interrogación, pero la gente sigue aguantando hambre, pues dar los mercados y tomarse la foto también pasó de moda.
Y para completar, ahora lo que quedaba en la imaginación, cuando se hablaba de tortura y muerte a un ser humano ya se puede ver por las redes sociales, no queda nada, solo una desesperanza aprendiza en una sociedad con una desigualdad que la deshonestidad, la falta de amor y la tan anhelada solidaridad no existe.
Por lo tanto hoy el político que se ‘respete’ debe ser un ‘youtuber’ -está de moda- como por poner un ejemplo: El que se traslada de paseo al páramo, hace un video y toma la foto, esto para muchos con ese acto pueden decir que cuidan el páramo, es más, invitan a luchar por la causa, la verdad no es comprensible pues como se puede luchar por una causa de esa manera, lo que sí probablemente se puede es generar son likes que permitan ser popular y ganar adeptos que probablemente sean seguidores y probablemente sean votos.
Continuar con estas estrategias para muchos ha dado resultados por lo tanto siguen compartiendo sus ‘hazañas’ traducidas, no en el servicio, si no en un video donde manifiestan su lucha defendiendo -entre muchas cosas- los valores, la honestidad y así continúan con su estrategia hasta el punto que poner en sus redes la defensa de los animales pasando imágenes donde maltratan a uno de ellos con la peor toma, entonces, ¿qué es lo peor? ¿El maltrato animal o tomar la foto? Y decir que va a luchar por su defensa. ¡Que ironía!
Definitivamente hay personas que para llegar al poder no les interesa nada ni nadie y si en ese camino tienen que pisotear al otro para llegar… Lo hacen. Lo importante es tener más seguidores, más votos, teniendo claro que sus objetivos y su horizonte es el poder.
Es así que el significado de la justicia es importante recordarlo el cual nos habla que “el principio moral que inclina a obrar y juzgar respetando la verdad y dando a cada uno lo que le corresponde”, es una gran definición en un contexto donde la injusticia y la sociedad es cada vez más individualista, cada vez más competitiva y cada vez menos prosocial.
*Psicóloga y Especialista en Psicología Clínica y de la Salud.
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