Por: Jhon F. Mieles Rueda/ A lo largo de los años como nación soberana y debido -en la mayoría de veces- a la negligencia del Estado en la aplicación de políticas eficientes, diversos sectores de la ciudadanía colombiana han alzado sus voces de rechazo haciendo uso del legítimo derecho de la protesta social.
Cabe resaltar que la protesta social es un derecho muy importante ya se dice que, a través de esta, se garantiza en gran medida que se hagan realidad todos los demás derechos de los ciudadanos.
Se podría decir que, en nuestra época contemporánea, las protestas sociales del 21 de noviembre del 2019 denominadas como ‘Paro Nacional’ marcaron el inicio a una serie de protestas y descontento social a gran escala que de no ser por la pandemia del SARS-CoV-2 (Covid-19) que parcialmente las opacó, hubieran puesto en serias dificultades al gobierno del presidente Iván Duque.
El motivo de las protestas fue principalmente debido al descontento de algunos ciudadanos frente a las políticas económicas, sociales y ambientales del Gobierno Nacional, así como el manejo que se le estaba dando a los acuerdos de paz con las FARC, el homicidio de líderes sociales, entre otros motivos.
Así también, en días pasados, la Minga Indígena protagonizó una movilización que llegó desde el Cauca a Bogotá y a la que también se sumaron estudiantes, comunidades campesinas, afrocolombianas y colectivos culturales para protestar por los asesinatos de líderes sociales, incumplimiento de los acuerdos de paz, incumplimiento de pactos alcanzados en movilizaciones anteriores y la presunta concentración de poder por parte del presidente de la república.
Y aunque esta movilización se llevó de manera pacífica, lo cierto es que en Colombia las protestas sociales suelen tener un significado particular, ya que a menudo son infiltradas por personas inescrupulosas que carecen de un sentido de patriotismo y pertenencia por la nación, para llevar a cabo actos vandálicos que lo destruyen todo a su paso.
Así mismo muchas protestas a pesar de llevarse a cabo por motivos legítimos y justificados, pierden credibilidad ya que muchas veces son llevadas a cabo por jóvenes y estudiantes que en ocasiones están bajo los efectos de sustancias psicoactivas y que ven las protestas como una oportunidad de liberar energía lanzando piedras y atentando contra los bienes públicos, representando de esta manera un gasto adicional para la ciudadanía que tiene que pagar las reparaciones con sus impuestos.
Por otra parte, el gobierno también tiende a estigmatizar y en algunos casos a criminalizar las protestas para no ceder terreno ante las exigencias y evadir responsabilidades, por ello es que también muchas de estas movilizaciones sociales terminan en desmanes.
En términos científicos, la protesta social es una puesta en público que busca llamar la atención de una autoridad o en algunos casos, de una entidad privada para forzar a solucionar un problema que no ha podido ser solucionado a través de los medios diplomáticos e institucionales.
Es importante resaltar que garantizar las protestas sociales es algo necesario para la supervivencia y la legitimación de los estados que se hacen llamar democráticos y por ello se debe permitir que la ciudadanía pueda expresarse libremente ante sentimientos de frustración, enojo e ira por las injusticias reales o percibidas que a menudo son atribuidas al estado o a facciones sociales con poder.
No obstante, hay que tener presente que dentro de una democracia y que por muy bien que el gobierno de turno este haciendo las cosas, siempre habrá descontento en grupos ciudadanos que saldrán a protestar en las calles, ya que una de las desventajas de la democracia es la polarización social avivada por discursos políticos que buscan poner los unos contra los otros.
Por ello es imperativo que en estos tiempos “modernos” el gobierno y la ciudadanía cumplan a cabalidad el papel que les corresponde para fortalecer la confianza en las instituciones y así mismo establecer mecanismos y canales de atención alternativos y eficaces para que las personas puedan expresar sus quejas e inconformismos, garantizando que sean escuchadas y atendidas sin necesidad de salir a las calles.
Es el momento de saber elegir líderes que se preocupen por garantizar efectivamente los derechos básicos de las masas, pero sabiendo emplear las políticas necesarias para darle al pueblo lo que en verdad necesita a pesar de las críticas.
Tenemos que aceptar que la protesta social es un derecho que por mucho tiempo seguirá vigente y que mantener a todos contentos a todos en una democracia y sobretodo en una sociedad como la nuestra, es toda una utopía.
*Tecnólogo Agroforestal, pensador y político.
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