Por: Wendy Vanessa Serrano Fernández/ El instituto nacional de mujeres, en la ciudad de México, en su manual de comunicación ‘no sexista’ hacia un lenguaje incluyente, nos refiere que el uso del idioma es un reflejo de las sociedades; transmite ideología, modos y costumbres, valores.
En las sociedades patriarcales, el lenguaje está plagado de androcentrismo que se manifiesta en el uso del masculino como genérico, lo que produce un conocimiento sesgado de la realidad, coadyuvando a la invisibilidad y la exclusión de las mujeres en todos los ámbitos.
El sexismo se observa en el uso diferenciado en los tratamientos, en los usos de cortesía, en la enorme cantidad de formas peyorativas que existen para nombrar a las mujeres, en las designaciones asimétricas, los vacíos léxicos, las figuras retóricas, el orden de aparición de las palabras y en la referencia a las mujeres como categoría aparte, subordinada o dependiente en las ciencias, la historia y las artes, en las leyes y las religiones; en lo privado y lo público.
El lenguaje expresa una compleja trama de dimensiones humanas que van desde lo cotidiano y práctico hasta lo simbólico; abarca sentimientos, mandatos, experiencias, circunstancias históricas y situaciones actuales.
En el lenguaje también se manifiestan las asimetrías, las desigualdades y las brechas entre los sexos. Esto es así porque el lenguaje forma un conjunto de construcciones abstractas en las cuales inciden juicios, valores y prejuicios que se aprenden y se enseñan, que conforman maneras de pensar y de percibir la realidad.
Uno de los mecanismos de reproducción de los estereotipos que discriminan e invisibilizan a las mujeres es el lenguaje, que es el espejo de nuestras prácticas socioculturales. Los estereotipos dominantes reproducen las percepciones de quien tiene el poder y, como consecuencia, las relaciones desiguales entre los sexos.
De acuerdo con Victoria Sau: “(…) Los estereotipos son conjuntos de ideas ‘empaquetadas’, basadas en pre-juicios, sobre las que por comodidad la mayoría de las personas no ejercen ningún juicio crítico” (2001:48).
Encontramos que a las mujeres se les relaciona con estereotipos de belleza, seducción, dulzura, sumisión, abnegación, sacrificio, que exaltan el matrimonio y la maternidad, y a los hombres con estereotipos de fortaleza, de insensibilidad, de proveedor, de jefe de familia, orientados hacia la competitividad. Los estereotipos, como refiere Unicef-Unifem, “se convierten en agentes de discriminación” (2000:14).
El lenguaje es el medio fundamental para la expresión del pensamiento, por tanto, es el vehículo para la expresión de nuestras ideas. A través del lenguaje nombramos, interpretamos y creamos. El lenguaje refuerza y refleja la ideología patriarcal, aunque también puede contribuir a modificarla. Por medio del lenguaje creamos identidad.
Por ultimo es importante, que, la Real Academia Española acaba de incluir el pronombre «elle» en su reciente Observatorio de palabras, una plataforma de la institución que pretende apostar por la transformación digital y que recoge nuevos términos y expresiones usados por los hablantes del español pero que aún no aparecen en el diccionario. Según la definición de la RAE, «el pronombre ‘elle’ es un recurso creado y promovido en determinados ámbitos para aludir a quienes puedan no sentirse identificados con ninguno de los dos géneros tradicionalmente existentes».
Aunque la RAE añade que «su uso no está generalizado ni asentado», lo cierto es que este pronombre es cada vez más frecuente y se ha estado expandiendo a través de los usuarios de las redes sociales que quieren dar mayor visibilidad a las personas de género no binario. Sin embargo, la RAE deja claro que «la presencia de un término en este observatorio no implica que la institución acepte su uso».
*Psicóloga con énfasis clínico y enfoque holístico; Consultora de género & terapeuta individual y grupal; Directora y Fundadora del Centro de Suicidiología y Prevención del Suicidio – ECSU.
Instagram: @psi.wendyserrano.co