Por: Holger Díaz Hernández/ “En este mundo de cambios climáticos, migraciones masivas y cada vez mayor complejidad -aprenderemos a convivir, a cooperar unos con otros y a reconocer la dignidad de los demás, o pereceremos”. Memorias Presidenciales: Barack Obama.
“Quisiera haberme equivocado en mi predicción sobre los huracanes”: Kerry Emanuel, meteorólogo, quien en 1987 correlacionó el aumento letal de los huracanes con el cambio climático.
El año 2020 pasará a la historia por muchas cosas, desafortunadamente la mayoría negativas para la humanidad.
La pandemia de Covid-19 que paralizó al mundo entero como nunca antes había ocurrido, la crisis económica secundaria a esta qué ha producido más pobres y muertes que las pasadas guerras mundiales. Y la temporada de tormentas tropicales que fueron este año 31 identificadas con su nombre, de las cuales 13 se convirtieron en huracanes.
Cifras que son las más altas desde que se llevan registros en el Océano Atlántico, como lo advierte la Agencia Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA).
Las tormentas tropicales ocurren cíclicamente entre los meses de junio a noviembre en la zona Caribe, el Golfo de México y la costa Este de EE.UU. especialmente en los estados de Florida, Texas, Lousiana, las Carolinas y Georgia.
Cuando estos fenómenos ocurren en noroeste del Océano Pacífico se denominan tifones y si lo hacen en el sur o en el Océano Índico son llamados ciclones.
Todos son ciclones tropicales pero el término “huracán” solo se usa para los del Atlántico Norte y el NE del Pacífico.
En el Atlántico sur no existen “ondas tropicales” lo que inhibe su formación afectando muy poco a las zonas cercanas al Ecuador, por lo cual estos fenómenos son muy raros en este hemisferio.
Inician como una onda tropical que es una alteración atmosférica que crea un área de baja presión haciendo que el aire húmedo y caliente suba y se enfríe alimentando las nubes y engrosando la tormenta, los vientos convergen y ascienden girando en dirección contraria a las manecillas del reloj -por influencia de la rotación de la tierra- dando paso en ocasiones a la formación de un huracán.
Podríamos decir que son monstruos que: crecen, se elevan, se enfrían, crean nubes y comienzan a girar dejando el ojo en el centro del huracán, sin viento. Una bestia rodante de cientos de kilómetros de diámetro.
Nacen como una depresión tropical, si aumenta la fuerza de los vientos pasan a la categoría de tormenta tropical y si sobrepasan los 118 km/h se convierten en huracán.
Y estos se clasifican en cinco categorías de acuerdo a la escala Saffir-Simpson: Desde los 119-153 km/h la 1, hasta más de 252 km/h la categoría 5, desatando además tormentas de lluvia cuando tocan tierra.
Producen vientos muy violentos, mareas de tempestad e inundaciones costeras, que son las causantes de la destrucción y pérdida de vidas.
La fuerza de los vientos de un huracán podrían producir la mitad de la capacidad de la generación eléctrica del mundo entero; de esa magnitud es la fuerza que poseen.
Uno de estos- el huracán Iota- fue el que arrasó con las Islas de Providencia y Santa Catalina y afectó a San Andrés con la fuerza de un huracán 5; el primero de este nivel que impacta a Colombia.
Esta temporada de huracanes termina el 30 de noviembre, pero ya se avizoran dos depresiones tropicales en el Atlántico que podrían continuar el daño, en un 2020 fatídico.
El sistema de nombres fue ideado por el meteorólogo Clement L. Wragge, actualmente se ordenan a partir de 21 letras del alfabeto y se intercalan con nombres de hombres y de mujeres, si exceden ese número se les otorga caracteres del alfabeto griego.
Los geólogos afirman que los huracanes han existido desde hace miles de años, hay evidencia de eventos en el lago de Alabama con sedimentos del Golfo de México de hace 3000 años.
En los anales de la historia, el huracán del Río Hugli en Calcuta es referenciado como uno de los desastres naturales más mortíferos de todos los tiempos, ocurrió en octubre de 1737 y fallecieron entre 300.000 a 350.000 personas.
Después está el “Gran Huracán” de 1780 en Barbados que afectó además a Martinica, Santa Lucía, Puerto Rico y a República Dominicana dejando una estela de muertos superior a 25.000.
El tifón de Haiphong (Vietnam) en octubre de 1881, afectó toda la costa y mató más de 300.000 personas.
En Galveston (Texas) un huracán categoría 4 en 1900 arrasó con casi la mitad de su población, unas 12.000 personas. Esta ciudad del Golfo de México también fue atacada por el huracán Alicia y el Ike más recientemente.
El Súper tifón Nina en 1975 tocó tierra en Hualien (China) y causó el colapsó las represas de Banqiao y Shimantan destruyendo todo lo que encontró río abajo, provocando más de 200.000 muertes.
Entre los más recientes está el Katrina en New Orleans en el 2005 donde solo murieron unas 2.000 personas, pero produjo pérdidas económicas por alrededor de 108.000 millones de dólares.
Todos estos fenómenos han aumentado por efecto de cambio climático que provoca que la temperatura del océano y la capa gruesa sean más calientes. Un océano cálido genera tormentas más fuertes e intensas y estas áreas se están extendiendo con el paso del tiempo por el efecto depredador del hombre y la emisión de gases de efecto invernadero que calientan aún más el planeta tierra.
Cada vez hay menos selvas y bosques protectores, se derriten los casquetes polares y los glaciares desaparecen, los páramos como el de Santurbán están siendo devastados, el mar está subiendo, se registran olas de calor, incendios forestales y sequías.
Cientos de especies animales y plantas desaparecen cada día ante la mirada impávida de todos, la lucha final de la humanidad será por el agua y mientras tanto estamos haciendo muy poco o nada por proteger la naturaleza.
Nos espera un largo camino en el intento de reversar el daño que hemos producido.
“Las palabras se las lleva el viento, las acciones ni la fuerza de un huracán”: Anónimo.
*Médico cirujano y Magister en Administración.