Por: Beatriz E. Mantilla/ Con la cuenta regresiva para el #findeaño, inician los tradicionales balances corporativos, sociales y, por supuesto, personales, sobre los estados, relaciones, propósitos, objetivos, alianzas, planes desarrollados durante el desafío que representó 2020.
Irónicamente, esa tan deseada y sonora combinación numérica con que se denominó este periodo de tiempo, que inició con euforia, nos fue conduciendo a una cadena de hechos inesperados que, aunque ya estaba latente en el contexto global al finalizar 2019, se percibía muy lejana o incluso ignoraba como ocurrió con el inicio del brote del Covid-19 y su posterior declaratoria de pandemia.
Surgieron en la jerga colectiva expresiones como “reinvención” con la cual muchos emprendedores definieron la actitud que asumieron ante los cambios que se dieron con el nuevo escenario global y medidas como el confinamiento. Respecto a la reinvención hay quienes aseguran haber logrado sobrevivir a la recesión económica, pero también hay muchos otros que aún los cambios que implementaron en sus canales, ofertas, precios, servicios, se quedaron por el camino y hacen parte de los ex – dueños de locales, negocios, oficinas que hoy engruesan esa serie de instalaciones físicas con anuncios de “Se vende” “Se arrienda”, esos que en la actualidad empapelan cuadras y cuadras enteras a lo largo y ancho de la ciudad, y de los cuales nadie habla.
Las ausencias tempranas de amigos, excompañeros de trabajo, colegio, también es otro hecho que se presentó con frecuencia en nuestras vidas este 2020. Seres queridos que aún sin estar en ese perfilamiento de pacientes de riesgo, enfermaron de un momento a otro, muchos de los cuales ni siquiera tuvimos conocimiento que adquirieron el Covid hasta cuando un anuncio en redes sociales, una cadena en WhatsApp, nos informó su partida.
Termina 2020 con el vacío de la ausencia, cuando el telón de la vida se cerró para algunos de nuestros seres amados, pero también con la reflexión e introspección acerca de lo prioritario, del foco al cual le estamos prestando atención y con el firme propósito de acercarnos, cuando sea posible, a través de todos los medios disponibles, con aquellas relaciones, personas, espacios, dinámicas, que dan sentido a nuestra existencia.
En asuntos productivos, hay quienes plantean en su balance la adquisición de nuevas habilidades, la aprehensión de nuevos conocimientos, como parte de la dedicación intensiva de horas en periodo de confinamiento; también existen compañías que aprovecharon la circunstancia para fortalecer sus plataformas, infraestructura tecnológica, con la cual gestionar sus diversas áreas administrativas y de relacionamiento con los diversos grupos de interés.
Sin embargo, también existen quienes aseguran que tanto tiempo en casa aumentaron el sistema de domesticación de los seres humanos a los dispositivos tecnológicos y el consumo no crítico de contenidos que crean adoctrinamientos y aumentan las brechas sociales.
En el área educativa, hay quienes disfrutaron este periodo en la comodidad de casa, sin embargo, muchos otros sin acceso a internet ni herramientas informáticas quedaron en posición de desventaja, más aún cuando hay varios estudiantes pequeños en casa y en una misma jornada, dado que tomar clase por más de cuatro horas en la diminuta pantalla de un celular no atrapa, ni genera la misma conexión que se da en la educación presencial. Y en ese sentido, como sociedad quedamos con pendientes, con un grueso sector de nuestra población estudiantil en desventaja. Pese a ello, también hubo un intento de evolución en el canal de enseñanza que impulsó a algunos docentes a replantear su metodología y revisar esos contenidos, en muchos casos, empolvados por el uso sin actualización a través de los años.
Consultores y docentes aprovechamos en el #2020 para reflexionar, implementar buenas prácticas, suficientemente teorizadas sobre cambio y modelos de gestión de crisis.
Y ¿qué decir de lo que pasó en nuestro fuero interno? ¿Qué nos ocurrió en la estrechez de ese espacio corporal – espiritual – intelectual – emocional, nuestro frente a todo lo ocurrido? Desde voces de fanatismo religioso, otras más espirituales, muchas otras negativas y hasta tóxicas con el día a día se dieron; surgieron situaciones de insomnio, ansiedad y aumento de nivel conflictivo con los alimentos y la relación con nuestro cuerpo, tensiones familiares, dificultades con el manejo del tiempo y la creación de una nueva agenda; también expresiones como que “seremos mejores después de esto”, que nos replantearemos lo importante de la vida… pero más allá de todo ello, creo firmemente que al cerrar este 2020 resulta valioso, estimulante, verlo, recordarlo con bondad, con amor, sembrar en nuestro interior esa semilla de esperanza, paz y armonía con todo lo que ocurrió para dar paso a nuevas y transformadoras experiencias, sintiendo profundamente, que dimos lo mejor, que nos pasó lo mejor y que en todo caso la vida nos está protegiendo.
Al finalizar 2020, en este periodo de Navidad, a diferente de otros años hay más gratitud por lo valioso de la vida. Razones como el estar sanos, unidos, vivos, haber tenido un refugio físico, pero también emocional, seguro como lo representa nuestro hogar y familia cobran vigencia en esta etapa coyuntural; agradecer por el empleo, estudio, cuando muchos iniciaron con estos y lo concluyen sin estas oportunidades, también hace parte de los discursos que se escuchan con frecuencia y que antes no se daban de forma tan espontánea e intensa.
Creo firmemente, y es esta una invitación, en lo poderoso de observar el 2020 como un espacio de recuperación de energía, de oxigenación cerebral, ese que requerimos todos en la carrera de la vida, como ese periodo de tiempo para ser lo que quisimos ser. Los animo a observar este año con amor hacia nosotros y los otros, que dimos atención, tiempo, afecto y recibimos ingratitud. ¡No importa! Lo que los otros nos dan NO nos define, solo habla de ellos, de sus carencias, vacíos, soledades, heridas. Que amamos y nos pagaron con distancia, frialdad, mal trato, ¡no importa! Quizá hay tanta falta de evolución, consciencia, paz, amor, en ellos que en actos auténticos de respeto y amor propio solo nos queda alejarnos de quienes son tóxicos y aún no nos merecen, no tienen la capacidad y riqueza interior, para identificar la nuestra.
Iniciemos 2021 recargados, sintiendo el privilegio de estar vivos, sanos, con nuestros seres amados, de construir sobre bases sólidas, de conocernos más, auto gestionarnos con la certeza de esos valores que nos caracterizan y nos hacen resilientes al tiempo, a la ingratitud, a las despedidas tempranas, a no tener ingresos. Avancemos con la actitud de campeones, de ser seres amados, protegidos, de tener la claridad que todo lo que pasa es por nuestro bien, que seguimos teniendo oportunidades de crearnos experiencias de valor, momentos de sentido y que desde ya, con nuestros pensamientos, sentimientos, acciones, estamos dando pasos para la apertura de nuevas puertas, para caminar nuevos trayectos que nos llevarán a más etapas de plenitud y felicidad en nuestra vida.
*Comunicadora Social organizacional y periodista; docente universitaria y consultora en asuntos corporativos y de Responsabilidad Social Empresarial.
