Por: Diego Ruiz Thorrens/ Debimos, pero no lo hicimos. Una vez más, nuestro país demuestra no estar preparado para una segunda o incluso una tercera ola de Covid-19, ni aun teniendo presente el cierre de cifras en infecciones, muertes y del gruesísimo número de casos del 2020. El estudio de seroprevalencia, estudio de porcentajes en el subregistro de casos por Covid–19 en principales ciudades del país, incluída Bucaramanga, tampoco sirvió del algo.
Sencillamente, no estamos preparados para un nuevo confinamiento. Por esta razón, encontramos factores que ayudaron al avance del Covid–19 entre nosotros: la negación de la existencia del virus, las multitudes en sitios cerrados, la no cultura del uso de tapabocas cuando estamos afuera, etc.
No obstante, existe un elemento clave, sumamente grave en toda esta situación, y es la improvisada respuesta por parte de los gobiernos locales (municipal, departamental) y, principalmente, del gobierno nacional, dirigido a la atención y respuesta de emergencia sanitaria en tiempos de pandemia que vive todo el país.
Iré por partes. En este momento, dos escenarios emergen debido a su gravedad: por un lado, el reconocimiento de cifras reales de ocupación de camas en salas de emergencia y UCIS; por el otro, la escasez, tanto de medicamentos esenciales para atender pacientes de alta complejidad (entre ellos, el Midazolam 50 ml, el Fentanilo de 50 microgramos que son analgésicos muy fuertes, entre otros) como de implementos (jeringas, guantes, tapabocas, hasta ventiladores para cuidados intensivos) y herramientas de uso diario en centros de salud y hospitales públicos y privados.
Sobre el primer escenario, han sido precisamente los gremios de la salud quienes han venido exigiendo al gobierno nacional mayores respuestas que permitan contener la expansión de la pandemia y evitar el sobre cupo hospitalario.
Mientras que los gremios médicos repetían insistentemente que en los centros de salud las camas UCIS y los servicios de urgencias habían colapsado desde varios meses atrás, los reportes oficiales presentados por el ministerio de salud contradecían esta realidad, haciendo oídos sordos ante el clamor de los profesionales de la salud.
Por ejemplo: Según el Ministerio de Salud y Protección Social, para inicio del mes de septiembre la ciudad de Cúcuta presentó una ocupación de camas UCI del 40%. Para los meses de octubre y noviembre, dicha ocupación había tenido un ‘leve aumento’ que rondaba entre el 15% y el 20% (total del 59%), con capacidad para seguir atendiendo a toda la población que así lo requiriera.
No obstante, según la red hospitalaria de norte de Santander, entre los meses de septiembre, octubre y noviembre, la ocupación real de camas UCI era del 100%, especialmente en el hospital Erasmo Meoz, manteniendo la tendencia durante el último trimestre del año.
La ciudad de Bogotá enfrenta la misma situación. En la realidad, la ocupación de camas UCI en algunos de los centros de salud de la red hospitalaria superó ya el 100%.
El departamento de Santander tampoco escapa de este preocupante contraste. Desde mitad de noviembre de 2020, la red hospitalaria departamental ha insistido en la urgente acción de restringir la movilidad ciudadana para minimizar la expansión del virus, reducir los casos positivos y fallecimientos por Covid–19. Transcurrió diciembre y nada de eso sucedió.
A pesar del aumento vertical en los casos y los fallecidos por Covid–19 en el último trimestre, sumado a la proyección en el aumento de casos en la primera semana de enero de 2021, tampoco hubo restricciones. En los últimos días, el país superó (nuevamente) los récords de casos y fallecimientos desde que inició de la pandemia (incluido Santander).
El segundo escenario tiene que ver con la demanda (a nivel mundial) y la escasez de sedantes, analgésicos y otros medicamentos vitales para atender pacientes ubicados en atenciones de mediana y alta complejidad hospitalaria, complicando los procesos de adquisición. Sin sedantes ni analgésicos no se puede atender los pacientes.
Uno de los municipios afectados es el Socorro, municipio que ya no cuenta con medicamentos. Según Pablo Cáceres, gerente del centro hospitalario del municipio, la problemática es muchísimo más profunda de lo que se registra: “En medicamentos estamos desabastecidos, no ha llegado al departamento, estamos a la espera, no nos han dado respuesta, estamos al 100%, estamos ocupados, un paciente que necesite UCI crítica no se puede atender, porque no tenemos medicamentos”, manifestó a medios de comunicación nacional.
Algunos municipios más pequeños viven la tragedia de otra manera: Onzaga, municipio de la provincia de Guanentá al sur de Santander, sólo cuenta con 1 (un) profesional de la salud para la atención de toda la población del municipio, debido a que su personal (médicos y enfermeros) están en cuarentena por infección de Covid–19.
El actual escenario debe obligar a que gobiernos locales y departamentales sincronicen verdaderas acciones que ayuden a frenar la expansión del virus. En Santander, desafortunadamente, esto no pasa entre la ciudad de Bucaramanga y el resto del departamento. La ciudad maneja su propio ‘pico y cédula’, permitiendo mayor la movilidad de población, afectando los demás municipios que optaron por medidas mucho más rígidas.
Recordemos que a pesar que el ministerio de salud manifestó que a mediados de febrero (sin dar una fecha exacta) iniciarían la ejecución del plan nacional de vacunación, hasta que alcancemos un alto nivel de inmunización no podemos cantar victoria. Esto implica que seguirán emergiendo nuevos casos y nuevos fallecimientos por Covid–19.
También, queda pendiente resolver las distintas barreras que históricamente presentan EPS e IPS en la atención de salud de todos los colombianos, barreras que saldrán a relucir una vez arranque el plan nacional de vacunación contra el Covid–19.
Debimos estar preparados, pero no lo hicimos. La invitación es a mantener las medidas primarias para evitar la propagación del virus, cuidar de nosotros, cuidar de los demás, y seguir presionando, haciendo veeduría para que la atención de pacientes con Covid–19 sea diligente, siempre exigiendo y nunca, nunca desconociendo la atención en salud de pacientes que viven con distintos tipos de patologías, muchos de ellos, personas que pueden encontrar comprometida su salud si alcanzaran adquirir el virus de Covid–19.
*Estudiante de Maestría en Derechos Humanos y Gestión de la Transición del Posconflicto – ESAP Santander.
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(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).