Por: Óscar Castro/ En mi columna anterior, Pasión por Santander: 7 provincias, 7 riquezas por conocer, expliqué de manera general, las siete razones para visitarnos.
Hablamos de la composición regional básicamente en siete provincias incluida la recién creada metropolitana mediante ordenanza departamental el año 2019 y las razones por las cuales se consideró su establecimiento.
Pues bien, tal como lo señalé, las columnas subsiguientes rendirán un homenaje a esos atardeceres cargados de un espléndido sol que golpea los muros construidos en tapia pisada por nuestros antepasados, conectados con callejuelas impecables de caminos empedrados que ineludiblemente nos transportan a las épocas de la nueva granada, evocando momentos memorables de nuestros Nonos y próceres no solo del departamento, sino de nuestra cautivadora patria colombiana.
Hoy el turno es para la bendecida provincia Guanentina, en la que Dios magnificó su benevolencia, al fundir dentro de ella, algunos de los tremendos atractivos naturales más destacados en el continente Americano. Conformada por los municipios de San gil, Aratoca, Barichara, Cabrera, Cepitá, Coromoro, Curití, Encino, Jordán, Mogotes, Ocamonte, Páramo, Pinchote, San Joaquín, Valle de San José, Villanueva y Onzaga, es el epicentro de los deportes de aventura, ecoturismo, senderismo, en donde miles de food lovers, amantes de la comida, encuentran riqueza nutrida en fauna y flora, que alimenta a diario a sus pobladores e inspira su creatividad para la fabricación de diversas artesanías en cobre, cerámicas, yeso, arcilla, fique, madera, algodón y otros.

Barichara como pueblo Ancla, de conexión turística para los diecisiete restantes de la provincia, fue declarado monumento nacional mediante decreto 1654 de 1978 y en consecuencia, dadas sus inigualables características arquitectónicas, riqueza histórica, gastronómica y cultural, sumado a la mágica orografía que la compone, le merecieron el titulo del ¨Pueblo mas lindo de Colombia” que con gratitud de recibo, sus habitantes han sabido valorar y administrar, brindando hospitalidad, empatía, felicidad y sobre todo la sensación relajante de mostrar la autenticidad en sus expresiones culturales, artísticas y humanas.

Cuesta trabajo precisar cual es el mejor punto gastronómico de la región cuando en cada esquina o lugar visitable de las dieciocho perlas Guanentinas, nos reciben con impecables sabores artesanales, de enormes aportes nutricionales en proteínas, vitaminas y minerales extraídos de sus tierras, en las mismas que se alimentan los Cabros, el fornido ganado, las exóticas hormigas culonas, entre otros manjares, siendo la primera, la producción más autóctona, de crianza tranquila y herbal propia de su hábitat natural que se reproduce en todos los mencionados municipios pero emerge principalmente en Cepitá, pueblo anclado a la profundidad del Majestuoso Cañón del Chicamocha que conecta limites entre las provincias García Rovira y Soto a las que me referiré en mis próximos escritos.
Y es que Cepitá, como exponente de las bondades caprinas de Santander del Sur y su cercanía a metros con el Río Chicamocha, facilita el descanso en rústicas construcciones que al sonido armónico del correr de los manantiales de agua, nos recarga de inmensa energía para iniciar con ahínco nuestro paso a la acción, a los desafiantes deportes de Aventura que nos dan la bienvenida en San Gil, a tan solo setenta minutos por carretera, en donde la música se une con las impactantes imágenes del verde natural que arropa las montañas del segundo cañón más grande del mundo y primero en el continente Americano, que incluso al ser más profundo en mil doscientos metros que el afamado Gran Cañón del Colorado de los Estados Unidos, lo mantiene en fila, camino a ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, lo que en consecuencia traerá enormes beneficios a sus alrededores, alcanzando incluso municipios circunvecinos del bello departamento de Boyacá en estribaciones de Soacha, Pisba y Chita, así como los ríos Suárez y Chicamocha que desembocan con el Flamante Sogamoso.
La carretera que lo bordea serpentea en descenso hasta conectar con el puente pescadero y provincia metropolitana cuya ciudad capital es Bucaramanga, la ciudad bonita, a escasos setenta minutos. Y en ascenso conecta el reconocido Panachi (Parque Nacional del Chicamocha, cuyo teleférico permite, de paso, conocer las bondades de la mesa de los santos y otros vivideros de la zona) permitiendo recorrer el resto de municipios ya mencionados que combinan en proporciones cuasi semejantes, las peculiaridades narradas a lo largo de estas líneas.

El hilo de fique y algodón, es aún tejido en cientos de hogares con vocación comercial, replicándose en diversos vecindarios que conforman la provincia, expandiendo una maya empresarial de artesanos, que hoy exporta sus talentos a diversos países como Brasil, Ecuador, España, entre otros, en respuesta al llamado de conservación de las tradiciones heredadas por los pueblos indígenas Guanes, de donde emerge su denominación provincial y que prolonga los rasgos de trabajadores y valientes, propios de la raza del Gran Santander.
Los caminos del empresario alemán Geo von Lengerke, que se construyeron a lo largo y ancho del departamento con fines de conectividad rural de donde subyace el desarrollo económico, social y político de la región tal como lo ilustraré en mi próxima columna, constituyeron el despertar financiero del departamento y permiten que hoy los caminantes del mundo hagan un estupendo e inolvidable senderismo paralelo al deleite de un buen Sabajón, bebida típica local, un buen caviar criollo como son denominadas las ya referidas hormigas culonas, arepas de maíz, tamales entre otros manjares, que en el caso del pueblo Guane, a veinte minutos en Tuk Tuk (motos cabinadas con capacidad para tres personas) desde Barichara, se convierten en uno de sus mayores fuentes de ingresos y producción.

Posdata. Son tantas las maravillas que se pueden explorar en la provincia Guanentina, que describirla requiere una extraordinaria serie con dieciocho episodios y cinco temporadas. Aquileo Parra, presidente de la República entre 1876 y 1878 hombre de negocios, militar y político, nació en Barichara, quien con su gallardía y coraje, reflejó las características idiosincráticas del pueblo Guane, en el que hoy por hoy actores, diplomáticos, artistas, grandes empresarios y gente agradable nacional y extranjera, edifican, conservando el contexto arquitectónico, las que serán sus casas de retiro.
A propósito de antepasados, en Netflix encuentran la película Free State of Jones que muestra lo que sucedía en otras latitudes mientras aquí se confeccionaba el patrimonio histórico que hoy me inspira.
¡Vayan a verla!
*Empresario, abogado especialista en dirección de empresas, Máster en gestión internacional del turismo de Barcelona. Músico. Degustador de la vida.
Instagram @oscarcastrocol