Por: Carlos A. Gómez/ Muchos colombianos en los últimos días han salido a las calles a pronunciarse principalmente por la reforma tributaria que el gobierno del presidente Iván Duque presentó ante el congreso. Ingenuo o no el señor presidente sigue dando más pasos hacia atrás que adelante. No logra con éxito tener comunión con las necesidades actuales del país. Parecería que se esmera por ser cada vez más impopular.
Los cientos de colombianos que han salido a la calle, con justificación, lo hacen cansados de la gran incertidumbre que deja la administración del actual gobierno. La propuesta para recaudar más impuestos no ha sido bien recibida, el Ministro de Hacienda el señor Carrasquilla, cuenta con mucha menos popularidad y aceptación que su jefe directo.
Ante la constante falta de garantías sobre el futuro económico del país, la recuperación social, los planes para ir cerrando las gigantescas brechas que con la pandemia salieron a la luz y tomaron más protagonismo, los ciudadanos de todos las regiones y estratos sienten preocupación sobre el futuro inmediato.
Con la esperanza de la llegada de las vacunas el panorama cambiará y generará una mejor seguridad frente a los tiempos actuales. La vacunación inició con un impulso breve y frenético que no lograron los gobernantes locales mantener. No estaban preparados y tomaron decisiones poco objetivas sobre los planes de vacunación (la semana pasada la Secretaría de Salud de Bucaramanga, salió a improvisar ofreciendo vacunas a los mayores de 60 años, terminó con mucha inconformidad) . La capacidad de adquisición de las dosis para los países también deja ver las brechas que existen a nivel mundial. Los países más ricos del mundo son los que han asegurado la mayor cantidad de dosis para sus habitantes. Aunque Colombia hace parte de la OCDE sigue en la larga fila de espera.
Pero, ¿la raíz de todo esto que pasa con el país de donde sale? La democracia permite que por medio del derecho del voto se elijan los gobernantes que hay actualmente. Ese derecho a voto lo hace responsable y le da el derecho de pedirle por quien usted votó y haya ganado que cumpla con lo que prometió en el plan de gobierno.
Colombia lleva dos siglos soportando entre otros males: guerra interna con grupos al margen de la ley, corrupción que ha dejado más de 100 billones de pesos perdidos en bolsillos de delincuentes en 20 años, las instituciones se convirtieron en la caja menor de los gobernantes de turno y la lista es larga. Si no tuviera la riqueza que tiene el país, seríamos un pueblo olvidado y sumergido en una pobreza extrema general. Gran parte de ese contrapeso se logra gracias a las industrias y el sector privado que hace su trabajo con mucho más merito.
Una mujer de Guaduas, Cundinamarca hizo su lucha como lo hizo otras próceres de Santander. Trabajaron hasta su muerte por lograr la independencia de un reinado que tenía sumido a la naciente patria colombiana. Policarpa Salavarrieta dijo: «Vosotros sois los tigres y en breve seréis corderos; hoy os complacéis con los sufrimientos de vuestras inermes víctimas, y en breve, cuando suene la resurrección de la patria, os arrastraréis hasta el barro, como lo tenéis de costumbre». Una verdad que se aplica a nuestros días.
Esta nación seguirá siendo la cereza del pastel de los políticos que por décadas han usado la posición privilegiada que se le da con los votos, para seguir prometiendo puentes donde no hay ríos (Silva y Villalba).
No se necesita fusilar a una mujer para que vuelva a decir la verdad: «¡Pueblo indolente! ¡Cuán diversa sería hoy vuestra suerte si conocieseis el precio de la libertad!».
*Ingeniero Industrial y Magister en Responsabilidad Social y Sostenibilidad
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