Por: Adrián Hernández/ Se cuenta que en la antigua Roma unos dos mil años atrás, sucedió un hecho insólito que vale la pena recordar. Se trata de Androcles, un esclavo Romano que dada su corpulencia fue destinado para combatir con los leones en el coliseo y dar espectáculo a las gentes que se reunían para este deleite.
Era tal el desespero de Androcles que un día aprovechando el descuido de uno de los guardias que dejó una puerta entreabierta, escapó dirigiéndose a las montañas con el único propósito de nunca más regresar a esta deprimente vida. Androcles encontró el calor en el fondo de una cueva, pero justo cuando se disponía a descansar un poco fue sorprendido por un feroz león que se le fue acercando amenazante.
A pesar de los nervios por la proximidad del peligro nuestro arriesgado hombre se dio cuenta que el león estaba gravemente herido en una de sus patas traseras, por lo que no dudó en limpiarle la herida y reconfortarlo con algunos tragos de agua. Habiendo pasado un par de días, el fugitivo esclavo decidió salir de su escondrijo para ir de prisa a la playa y aventurarse al mar. Sin embargo, fue sorprendido de nuevo por los guardias que le llevaron de nuevo a los calabozos.
Días después, Androcles de nuevo en la arena, expuesto y decidido a librar una batalla que él no quería librar vio en el horizonte cómo la figura de un rugiente y hambriento león se fue acercando. Sus músculos se tensaron al máximo cuando la feroz fiera se abalanzó sobre él, pero lejos de atacarlo comenzó a lamerlo y a contenerlo tan fuerte que el mismo emperador atónito por lo que estaba viendo, se levantó y dijo: ¡Libertad de ambos para siempre!
Aquello que se ha trivializado y que lo hacemos a veces hasta de forma inconsciente, es sin duda una de las prácticas espirituales más profundas y a la vez más fáciles de vivir: la gratitud. Puesto que, partiendo de la mera liberalidad, hace que beneficiario y benefactor se encuentren, sin ni siquiera ponerse de acuerdo y, sin embargo, ambos quedan pletóricos de una sensación interior indescriptible.
Lo que pasó con el león de nuestra historia justamente contiene tres partes: El león para ante Androcles, luego lo abraza y le lame la cara, esto es lo mira y finalmente el perdonarle la vida o por lo menos no hacerle daño que se da no solo en el león, sino que además se suma el emperador que a ambos les declara la libertad perpetua, es el seguir.
Desde hace unos 60 años existe un monje benedictino en los Estados unidos quien luego de haber estudiado arte, antropología y psicología y de haberse consagrado como monje, ha venido dedicado a hacer vivir la gratitud como una práctica espiritual, se trata del hermano David Steindl-Rast, es reconocido a nivel mundial por su propuesta de una metodología sencilla sobre cómo vivir la gratitud y vivir en gratitud: Parar, ver y seguir. Sus investigaciones han sido tomadas por la ciencia, con hallazgos asombrosos. Veamos un poco en el día a día cómo aplicar esta metodología.
Su metodología nos plantea la dinámica de la vida en tanto que en el parar está contenido el hacer consciente el día a día. Con mucha facilidad caemos en el modo automático del vivir, nos levantamos, ya sabemos dónde están las chanclas, nos dirigimos al baño, cepillamos los dientes, miramos el celular, nos preguntamos cuántos likes en Facebook, si ganamos algún nuevo seguidor en Instagram, de pronto vemos algunas noticias, luego tomamos café, el baño y ya estamos listos para seguir la jornada.
Seguramente llega la noche y cansados, a duras penas damos alguna mirada a nuestra pareja a los hijos y luego a dormir. Nos llevamos al sueño el acumulado del día: el regaño del jefe, los empujones de los conflictivos en la calle, el sol inclemente que cayó en el rostro durante los recorridos, el almuerzo frío y mal hecho que tuve que comer, sin contar con que las tareas del día no se terminaron a satisfacción, ni tampoco las personas ácidas que tuve que ignorar. Así por mucho tiempo, quizá toda la vida.
El siguiente paso del mirar, sólo se puede dar si se ha parado. Porque el parar no es detenerme a la orilla del camino, aunque también pudiera ser, sino más bien encontrarme con lo real y hacer una lectura distinta. Es encontrar que mi pareja por ejemplo no es la diosa o el dios del noviazgo que no tenía ningún defecto, sino que es asumir que él o ella y su cuerpo emiten sonidos y olores.
En el paso del mirar se descubre la oportunidad. Esta tiene que ver con que cada acontecimiento y cada instante del día trae regalos que son ofrecidos por alguien que unas veces toma el rostro de la pareja, del jefe, del compañero, del forastero, del amigo o hasta del ladrón y sin lugar a dudas de Dios. La lectura entre líneas la hace cada quien, así el llamado de atención del jefe puede ser un regalo dado por él para crecer, para hacer las cosas mejor, para conseguir los resultados. La discusión con la pareja, puede ser una oportunidad para hacer acuerdos y renovar el amor.
En un ejercicio práctico con el personal de la compañía donde trabajo, los invitaba a encontrar un hecho que fuera distinto a tener vida, salud y compañía de la familia para agradecer; resultaron reportes como el reconocimiento recibido del hijo porque por fin su papá le ganó una partida de Play Station, otra persona mencionaba cómo agradecía el que su esposo suspendiera su trabajo para conducir el auto y ella poder ir a cumplir con un compromiso, ella consideraba que era un deber del esposo hacerlo.
Usualmente las personas damos gracias a Dios y está bien no obstante cuando nos pasa algo que no estaba en nuestra lógica, solemos reclamarle y también nos olvidamos de agradecer por lo trivial, insignificante y a veces contradictorio de la vida. Desde la perspectiva religiosa no hay credo alguno en la tierra que no use el agradecimiento como forma de fortalecimiento espiritual. En la Biblia, el misma Pablo de Tarso aún después de haber sido molido a palos invita a: “Dar gracias en todo momento”.
Por último, está el seguir. Dados los dos pasos anteriores queda alegría, felicidad, plenitud, tranquilidad. Estas fueron las palabras manifestadas por un focus group realizado como parte de mi intervención. Si el sueño llega luego de la jornada de trabajo, si el día continúa luego de la práctica de la gratitud, si a pesar de no haber sido un evento agradable por lo que tuve que pasar, pero este es el estado emocional que me acompaña, la gratitud ha hecho su trabajo en mi espíritu y mi vida se hace más plena. Esto es Inteligencia Espiritual.
Basado en investigaciones científicas y sus excelentes resultados propongo una acción para realizarla bajo la metodología parar, mirar, seguir todos los días de acá en adelante: Antes de dormir, encontrar tres distintos motivos para agradecer y efectivamente agradecer.
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*Filósofo y Teólogo. Psicólogo Universidad Nacional. Magister en Biociencias y Derecho Universidad Nacional. MBA Inalde Bussines School. Director Programa Inteligencia Espiritual Medirex.
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