Por: Paola Guarín/ Es evidente que la pugna presidencial tiene desesperados a los distintos partidos políticos y los pactos externos e internos de los tentáculos políticos colombianos, sumando la coyuntura social y económica, donde la inseguridad a la institucionalidad, es sin dudas una puesta en escena que apuntan a encantar votantes.
El gobierno Duque ostenta características muy exóticas si de notables avances históricos destacan a diferencia de los anteriores periodos antecesores, pues si bien, tuvo que afrontar una pandemia y el deceso considerable a causa de la misma producto del Covid-19, los esfuerzos por dar cumplimiento a los programas de vacunación y la cobertura nacional de los sistemas prioritarios de salud hacen de su gobernabilidad en aspectos de salud pública un reto nacional.
Sin embargo, los proyectos de ley fallidos o inconstitucionales, como algunos apartados del plan de desarrollo, la suspensión a la modificación a la ley de garantías, la inútil ley de financiamiento, dejan en claro que al igual de que las apuestas a mejorar la economía del país con supuestas buenas intenciones a la hora del té, dejando entrever con ello medidas desesperadas y de poco fondo, que solo apuntan a sumar más puntos a la inflación y poca reactivación económica.
Sembrar y construir una mejor calidad de vida, es igual al “todos ponen” de la pirinola; es decir incluir a todos los sectores del país y garantizar el bienestar de agricultor, el pequeño y gran empresario, profesionales independientes, la academia y estudiantes, desempleados, la banca, el fisco, medios de comunicacional, la informalidad entre otros, donde más allá de grabar o crear nuevos impuestos o modificar las figuras jurídicas de presupuesto o contratación pública expandir los días sin IVA.
Lo realmente importante en todo el trasfondo es vincular desde lo público y lo privado, el resurgimiento de estrategias y medidas efectivas para minimizar los impactos económicos de productos importados, oxigenar y reducir los gravámenes a la canasta familiar básica, modernizar la malla vial de las zonas rurales más apartadas del país y masificar la universidad educación pública con programas utilices y efectivos en el desarrollo del país con alto impacto especialmente en la economía.
Más que promesas, la institucionalidad debe ser ejemplarizante atreves de hechos y garantías, sembrando confianza legítima de los ciudadanos, pues de nada sirve, si se pretende elegir el máximo representante del gobierno nacional sí a modo de ejemplo, desde los mismos organismos como la Registradora nacional de estado civil, donde los difuntos están habilitados para votar, siendo objeto de presuntos ataques cibernéticos, que muchos expertos señalan como cortinas de humo a la merced de reducir especulaciones.
Los candidatos presidenciales no la tienen nada fácil, pues captar empatía y receptibilidad de los futuros electores, más que un reto en debates y propuestas, se requiere ostentar más empatía y brindar capacidad de verraquera y pujanza, afrontando las adversidades que deja los rezagos de un gobierno impopular, malversado y poco asertivo, que en ultimas, es el refleja todo aquello que no representa una sociedad colombiana.
…
*Abogada.
Correo: paolaguarin1985@gmail.com
Twitter: @Bupagu