Por: Carlos A. Gómez/ Se conmemoran cinco años desde la firma de los acuerdos de paz con las extintas Farc-EP. De hecho, en los próximos días será eliminado de las listas de grupos terroristas de los Estados Unidos.
Esta semana estuvo de visita, en el marco de esta conmemoración, el señor Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas. Visitó uno de los centros de reincorporación en el Urabá Antioqueño acompañado del ilustre y joven presidente Iván Duque. Mientras que ellos hacían el recorrido, el ciudadano Álvaro Uribe Vélez se esforzó en escribirle una misiva al señor Guterres. Comenzó diciendo: “Acuerdo de paz no ha habido”, y continuó: “En materia de impunidad, Colombia se salió de la regla de la democracia […]”. En fin, todo un muro de lamentaciones que me recuerda la imagen del presidente Duque orando arrodillado en Jerusalén.
Leyendo la misiva completa, me parece que el señor Uribe lo que estaba haciendo no era quejarse sobre la implementación de los acuerdos de paz, ni mucho menos sobre la forma como el gobierno del expresidente Santos la firmó. Lo que hizo el señor Uribe fue describir en 26 puntos exactamente lo que ha hecho el Centro Democrático en los últimos 21 años en Colombia.
Sin pensarlo, imagino yo, que mientras redactaban la carta al señor Guterres, la intención era clara: dejar en ridículo las gestiones hechas por Juan Manuel Santos, pero inconscientemente lo que hicieron fue describir de manera juiciosa la imposibilidad que tienen ellos de gobernar un país tan diverso como Colombia.
¿Qué hay de nuevo en la misiva? Nada. Lo que parece es una carta de un novio arrepentido porque le fue infiel a su novia, muy al estilo de Egan Bernal: “la embarré y lo siento”. Pero la novia cansada de tanta infidelidad ya no le cree.
Como él mismo lo describe en el punto 26 de la misiva, Uribe dice que: “En Colombia el amor no ha sido escaso”, pero ya está bueno de tanta infidelidad, de tanto maltrato, de tanto engaño. Como lo dice Robin Norwood en su libro Las mujeres que aman demasiado, el amor expuesto al maltrato termina siendo asumido y normalizado. Nos pasó lo mismo: nos acostumbramos tanto a los maltratos de la clase política que ya ni nos afecta. Y seguimos recibiendo golpes, pero ya “amamos demasiado”.
Con el descaro absoluto del congreso legislando para ellos mismos, perdieron el pudor y la capacidad de sonrojarse. El mínimo de ética ya ni les interesa. Les vale lo mismo si tienen cargos de alta dignidad. Debería ser a la altura de su elección el tener que renunciar cuando se les ha llamado la atención por un plagio hecho en una tesis de maestría. Se sonrojan y alzan la voz, pensando que al gritar su ética se ve representada.
He hablado, visitado y visto la forma como a los excombatientes tuvieron que enfrentar la desmovilización. Cargar con esa etiqueta de exguerrilleros no se logra borrar simplemente usando otras palabras para adornar su proceso. Ya han muerto más de 300 desmovilizados en manos de grupos que siguen delinquiendo sin que las investigaciones arrojen los resultados esperados.
Pero claro, el Fiscal está de comisión viajando por todo el país saliendo en las redes sociales de la Fiscalía General de la Nación anunciando sus grandes logros matando a los otros colombianos a los que no les fue bien y tuvieron que pertenecer a los grupos al margen de la ley no por gusto, sino porque les tocó.
Pero, no solo se trata de lo que ha hecho el Centro Democrático con su gran líder, sino que se trata también de lo que no han dejado hacer. Las reelecciones en los últimos 21 años en nuestro país nos han dejado con cuatro conclusiones clarísimas:
1- No sabemos para dónde vamos. No hay una ruta clara, ni siquiera la famosa economía naranja sirvió para mucho. Pasaron 4 años y nadie la entendió porque a nadie le importó.
2- No sabemos qué tenemos. Es increíble que con la capacidad económica, social y ambiental que tiene Colombia, todavía no sea claro el panorama del progreso, ni los mismos políticos saben que hacer con tanto recurso. Pero lo que sí saben hacer es llenarse sus bolsillos con los recursos públicos.
3- La culpa es del virus. Ahora resultó que todavía le están echando la culpa al Covid-19 de las desgracias que tiene el país. La pandemia lo que sí hizo fue abrirnos más los ojos y sacar más a la luz las brechas enormes de desigualdad que tiene Colombia. Los pobres en las zonas urbanas y los campesinos fueron los que tuvieron que aguantar más el coletazo de la pandemia.
4- Los jóvenes alzaron su voz. Y espero que no solo se quede en alzar la voz, sino que el otro año también quede claro en su voto.
¿Y qué dijo el señor secretario general de la ONU? Pues contestó lo que muchos colombianos estamos viendo, menos el señor Uribe Vélez: “El acuerdo ofrece a Colombia mucho más que la terminación de un conflicto. Es la oportunidad para una paz más inclusiva y resiliente”. Guterres la tiene clara. Uribe no.
Así son las cosas, hay un “líder” viejo comportándose como adolescente, dando quejas producidas por él mismo y la falta de capacidad gubernamental de quien puso a presidir este país que no se lo merece.
No es la culpa de Colombia, es la culpa de sus electores.
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*Ingeniero Industrial y Magíster en Responsabilidad Social y Sostenibilidad
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