Por: Érika Bayona López/ Las redes sociales son en la actualidad, uno de los medios de interacción más usados por las personas. A través de estas, las conexiones interpersonales se han extrapolado del plano físico al cibernético. En estas, los usuarios comparten fotos, experiencias, e inclusive datos personales, que han sido usados por los “ciberdelincuentes” para cometer delitos de carácter económico. De la mano con estos, se ha venido evidenciando la presentación de otros delitos. La flexibilidad y la precaria vigilancia de estas redes sociales, han dado pie para que se presenten casos de injuria y calumnia entre los usuarios, afectándose su derecho a la honra y la intimidad.
Pero no solo, la preocupación e indignación más grande hoy en día es que algunos usuarios se han prestado para realizar actos humillantes y degradantes que representan violencia contra la niñez, prohibida explícitamente en ley 2089 del 2021. Esta misma legislación debe representar una limitación no solo para que este tipo de hechos no ocurran, sino para que no sean divulgados a través de redes sociales, explotando, en este caso, la imagen de los niños con fines comerciales.
La exposición de los niños en las redes sociales es el recurrente actual y creo que este tema debió ser tratado desde tiempos inmemorables debido a toda la controversia que este le ha generado a la sociedad.
Actualmente, hemos visto como diferentes influenciadores han abusado de su control y participación en las redes sociales para extralimitar su poder y generar exceso de confianza de algunos menores, involucrando la participación de niños con acciones inapropiadas y conductas que como figuras públicas y padres de familia dejan mucho a la figura de respeto, cariño y protección que se debe generar con un menor. Pero la verdad es que estamos consintiendo y permitiendo diariamente que estos actos afecten la integridad física y moral de estos pequeños seres humanos, apoyando las vistas en estas redes sociales y tolerando que se califique como normal este tipo de atribuciones que afectan su libre desarrollo.
Hoy en día las redes sociales no tienen ningún tipo de restricción a la hora de mostrar cualquier tipo de actividad que genere vistas, y esto lo hemos visto en demasía con la participación de padres que exponen sus niños a burlas y bromas macabras para así ganar un like.
Si lo miramos más allá del trato cruel o humillante que están recibiendo algunos niños en particular, vemos también que hay un asunto de explotación con fines comerciales, porque estos influencers además monetizan la publicación de esos videos, entonces ahí estaríamos también en ese marco de limitaciones (establecido por la Ley 2089) porque esto ni siquiera podría ser considerado trabajo infantil, ya que no media la voluntad y el entendimiento de los niños.
Esto incluye también la violencia psicológica. Ese derecho a la protección que está consagrado en la ley de infancia habla de protegerlos contra toda clase de abusos, improperios y de maltrato, especialmente por parte de los padres y cuidadores.
La responsabilidad civil que tienen los influencers y demás personas que hacen uso de las redes sociales es gigante y parece que aún no se dan cuenta al tomar esto como un juego.
Estamos empezando a normalizar una situación de violencia que no está bien. No está bien tratar a los niños mal, no está bien hacerlos sentir menospreciados, no está bien arrebatar la inocencia de un niño utilizándolos para fines lucrativos. Esto va en contravía de toda la construcción de autonomía y de autoestima que queremos que los niños y las niñas tengan. Son formas de agresión que no podemos seguir dejando que se vuelvan virales
¿Qué estamos propiciando con todo esto?
Lo que desconocen muchos influencers es el impacto que tiene el internet actualmente ya que cada cosa expuesta a una red social persistirá por años. Esto sumado a que, sin darse cuenta, cada contenido que se comparte de cualquier persona es un contenido completamente público y esto perdurará por una infinidad de tiempo.
Así como se hizo una ley para tener regular y tener más control sobre la publicidad que hacen los influenciadores y así verificar qué es publicidad y qué es recomendación, debería también existir más control sobre lo que se publica de los menores de edad en cualquier tipo de red social.
El manejo y la importancia que se le debe dar como ayuda psicológica a estos niños y personas afectadas es un tema también importante aquí, ya que muchos se resguardan simplemente en la ayuda divina y dejan de lado la importancia de los acompañamientos psicológicos. Ahora es normal no solo afectar la moral de un niño sino también la tu pareja, afirmando y normalizando que esto sucede en cualquier tipo de familia basándose en que por ser “famosos” solo a ellos se les juzga.
Lo cierto es que no es normal, este tipo de acciones solo tienen un nombre y es abuso. Y, recordemos que la normalización del abuso comienza en casa, siendo el abuso a la intimidad una de las múltiples formas de maltrato hacia los niños y es posible que en cada parte del mundo haya ciertas creencias o pensamientos que promueven y acepten este delito.
Estas creencias han generado tanto impacto que terminaron considerando esta situación como algo habitual y se empezaron a adoptar en las familias de los diferentes grupos sociales. Y Recordemos que detrás de la pantalla siempre hay una persona.
En términos de normalización del abuso en el ámbito familiar, es posible resaltar en primera medida, que la familia es el núcleo, o la base del desarrollo de los niños, ya que dependen de los valores, las motivaciones del menor y en gran medida su estabilidad emocional, no solo en esta etapa sino en la vida adulta. El agresor hace uso del poder que tiene como adulto y manipula el vínculo que se le confiere hacia el niño, haciéndole creer que tiene algunos privilegios como paciente y que el menor debe someterse a estos.
La realidad es creer e idealizar a estas personas influenciadores y no darnos cuenta que son personas común y corrientes, asimismo idealizamos la vida de ellos como si fuera perfecta.
Muchas veces detrás de cada publicación se esconde una historia que nadie conoce y algunas veces estas historias no son las que se muestras en las redes sociales; estas suelen ser historias mucho más oscuras de lo que creemos.
Los traumas de la infancia sí existen, las bromas son una muestra de maltrato, la figura parental es sumamente importante en el desarrollo del menor, ya que eres de adulto lo que hicieron contigo en tu niñez.
Los padres pueden minimizar el riesgo de que sus hijos desarrollen trastornos psiquiátricos evitando errores comunes en la educación infantil como pasar muy poco tiempo con el niño, no mostrarle afecto, no supervisar su conducta y basar la formación en el castigo, la culpa y el abuso psicológico. Ahora está muy de moda ser “influencers” pero, ¿a costa de qué?
No apoyemos este tipo de contenido disfrazado en “broma”, porque en realidad estamos violentando a un menor. Es preocupante que este tipo de conductas consuman y parezcan atractivas como contenido. Quien ama protege, no normaliza la violencia camuflada de ‘solo es un juego’.
Rompamos la cadena de la normalización, debemos reconocer que la comunicación es fundamental dentro de las familias, sobre todo para que el niño/a se sienta en la confianza de comentar situaciones negativas que le generan preocupación, miedo o incomodidad. Por eso, siempre es necesario posibilitar espacios de conversación para expresar emociones y pensamientos frente a determinados hechos. Sabemos que muchas acciones normalizadas hoy en día son inicio de un posible abuso, que las consecuencias son visibles y sus huellas son dolorosas y muchas veces imborrables.
¡Necesitamos una pedagogía dialogante y no una humillante!
¿Esto es lo que queremos para nuestros hijos y para la sociedad?
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*Acount Auditor-QA / MBA y Máster en Project Management. Auditor interno BASC. Administradora de Negocios Internacionales y Especialista en Mercadeo Internacional de la Universidad Pontificia Bolivariana.
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