Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 24 de enero como el Día Internacional de la Educación. Análisis de Eduardo Escallón (foto), decano de la Facultad de Educación y Jorge Baxter Grant, profesor y director de investigaciones, ambos de la Universidad de los Andes.
El boom de las tecnologías, impulsadas por la pandemia del Covid-19, y los desafíos y las necesidades de los jóvenes, han llevado a la creación de nuevas plataformas online que ofrecen cursos virtuales, con innumerables beneficios como: horarios flexibles, ahorro de tiempo y dinero, clases desde cualquier parte del mundo, entre otros.
Si bien, estas metodologías representan una gran oportunidad de usar nuevas herramientas o fortalecer conocimientos, surge la inquietud entre los académicos de si ¿está en peligro la educación presencial tradicional?, ¿qué retos tienen las universidades? y ¿qué le espera a la educación del futuro?
En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 24 de enero como el Día Internacional de la Educación. Allí, se destacan los compromisos internacionales que buscan: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Por esta razón, en esta fecha clave, expertos analizan el futuro de la educación con miras a lograr los objetivos establecidos, reflexionando sobre los retos frente a la digitalización.
La virtualidad y la deshumanización
Eduardo Escallón, decano de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, plantea la necesidad de que los seres humanos se formen con otros seres humanos, pues “la base fundamental de ser útiles para los demás, es un proceso educativo que implica una serie de socializaciones”.
A esto le suma que gracias al proceso de socialización es posible usar el lenguaje, el habla, la mente, el pensamiento y aprender otros idiomas. Permite entender la música, las matemáticas, la química y otros conjuntos de símbolos y signos desarrollados para explicar o crear procesos en el mundo natural y cultural.
Lo anterior, con el fin de acceder a los bienes de la cultura, el cual es, de acuerdo con el decano, el fin de la educación.
“Se pueden tomar cursos para perfeccionar ciertas habilidades, profundizar o ampliar conocimientos, pero no es posible formarse como ser humano tomando cursos online”, explica Escallón.
Por su parte, Jorge Baxter Grant, profesor y director de investigaciones de la Facultad de Educación de Los Andes, asegura que “las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, deberían potenciar el aprendizaje” y brindar solución a los problemas en la cotidianidad.
“Lo anterior reside en el valor humano de nuestros saberes, pues las competencias humanas transversales como la inteligencia socioemocional, el pensamiento crítico, la comunicación intercultural, la creatividad y el espíritu emprendedor, deben ser el centro de nuestro diferencial con las nuevas tecnologías”, resalta.
Innovación tecnológica vs. Innovación pedagógica
Eduardo Escallón invita a pensar la digitalización como un facilitador de ciertos procesos de comunicación.
“La tecnología permite que todos los estudiantes puedan responder mediante el teléfono lo que antes respondían con papel y lápiz. Lo importante es cómo está preguntando el profesor y qué espera de las respuestas de sus estudiantes”, asegura.
Propone un cambio en la manera de enseñar, para saber cómo abordar los problemas complejos que presenta el mundo contemporáneo, por medio del análisis que realizan los seres humanos.
Adicionalmente, Baxter identifica que la responsabilidad de las instituciones educativas debe estar enfocada en una alfabetización digital, en la cual los estudiantes conocen los límites, peligros y oportunidades de las nuevas tecnologías en la realidad práctica.
“Esto llama a nuevas metodologías y estrategias pedagógicas, donde los aspectos más rutinarios y mecánicos del aprendizaje y la administración educativa serán más fáciles. Los robots harán las tareas tediosas y burocráticas, mientras que el aprendizaje más complejo, creativo, contextual y aplicado tendrá que convertirse en una prioridad para el ser humano”, agrega el profesor.
Retos para sistemas y educadores
Baxter comparte cuatro factores a tener en cuenta para garantizar el derecho a una educación de calidad para todos:
Desafío ecológico: Propone una educación enfocada en el cuidado del medio ambiente y del entorno. “Tenemos que abordar los retos de la sostenibilidad. Nos enfrentamos a un reto existencial. Si no cambiamos nuestros comportamientos individuales y colectivos, es probable que se produzca una pérdida masiva de vida humana y no humana en el planeta”, afirma.
Desafío democrático: La crisis política aumenta la polarización, el populismo y las fake-news centralizadas en las redes sociales y la web. Baxter explica que “necesitamos promover un pensamiento crítico y una alfabetización digital en los estudiantes para que puedan descifrar lo que es real y lo que no. Esto, con el fin de educar una ciudadanía más activa y participativa a nivel democrático”.
Disrupción tecnológica: Está protagonizada por la inteligencia artificial y el biohacking (el enfoque de aumentar la capacidad cognitiva o física mediante tecnologías implantadas en el cuerpo humano). Para esto, el profesor plantea integrar de forma estratégica y ética estas nuevas tecnologías para complementar y elevar nuestra enseñanza en las aulas. “Estas deben apoyar -y no sustituir- a las escuelas. Debemos conectar y complementar los mundos presenciales, semivirtuales y virtuales en la educación”, define.
Desafío económico laboral: Dentro de cinco años se crearán nuevos empleos que requieran competencias transversales e interculturales. “Estos cambios económicos laborales implican una necesidad de actualización de nuestros conocimientos y habilidades con mayor periodicidad. Tendremos que volver a la universidad con mayor frecuencia para aprender cosas nuevas, desarrollar o perfeccionar determinadas competencias”, puntualiza.
Comenzar para cerrar la brecha
De acuerdo con el decano de la Facultad de Educación, la sociedad debe centrarse inicialmente en la primera infancia, con el fin de prepararse para el futuro y cerrar brechas.
“Un error muy grave es poner solo o toda la atención en la educación superior, porque eso es empezar por el final”, señala.
Para el historiador y doctor en filosofía, se debe invertir en las personas que tienen interacciones con niños y niñas: padres, madres y, sobre todo, cuidadores y maestros, para que las interacciones sean de calidad pedagógica y sean ellos quienes puedan estimular y generar el desarrollo y las bases sólidas que van a permitir formar a unas personas completas en el futuro.
“Las brechas comienzan cerrándose allí para que nadie comience la carrera con desventaja”, dice.
Como bien mencionan los académicos, la tecnología y la humanidad deberán coexistir para lograr una educación donde el análisis, la comprensión del entorno, la crítica, las emociones, la creatividad y la opinión de las personas siempre estén acompañadas de herramientas tecnológicas que sean facilitadoras del proceso de enseñanza y aprendizaje.