Por: Ludwing Mantilla Castro/ En Colombia día a día, nos encontramos con decisiones judiciales, que avanzan y alcanzan grandes logros para el reconocimiento de los Derechos de los Animales; evidenciando de esta forma, la necesidad de que el legislativo, de el paso primordial para reconocer la existencia de los derechos de los demás seres vivos que se encuentran en el ambiente y los cuales son necesarios para garantizar el equilibrio ecológico.
La acción de tutela que presentamos por la vida del perrito abandonado “Negro” o el habeas corpus del oso “Chucho”; abre el camino para mostrar que él país debe avanzar en la regulación y protección de todos los seres vivos; es por ello que desde hace años se han liderado diversas iniciativas, entre las cuales se encuentra un proyecto de ley que busca salvar a las abejas en el país, las cuales dado el uso desproporcionado de herbicidas, han ocasionado la muerte de gran cantidad de estos seres polinizadores.
En cifras del Colectivo Abejas Vivas, en el año 2017, se identifican 15.677 colmenas envenenadas por agro tóxicos de las 46.186, es decir el 34% de sus colmenas habrían colapsado como consecuencia del uso de herbicidas; desconociendo al interior de nuestro ordenamiento jurídico, que las abejas son de vital importancia para garantizar la seguridad alimentaria y la conservación del planeta.
Las abejas, son insectos útiles para la comunidad y en especial para la conservación de los ecosistemas y la biodiversidad en general; estableciendo de esta forma, que las abejas desempeñan un papel importante para garantizar la preservación de la vida, al ser insectos que tienen la responsabilidad de preservar el equilibrio ecológico global, al tener como función principal en el ambiente realizar la polinización de todas las flores, con gran porcentaje de efectividad. Las abejas, en este sentido y dados diversos estudios científicos, muestran ser indispensables en la cadena de producción de alimentos, porque ayudan a perpetuar la vida vegetal.
A pesar, de que de las diez (10) cosas que comemos, entre un setenta y cinco por ciento (75%) u ochenta por ciento (80%), tienen acción directa con las abejas, expresando los científicos, que las abejas hacen la polinización, si esta actividad no se realiza no habrá comida. En el país, no se ha reconocido la importancia, que estos agentes polinizadores tienen para garantizar la seguridad alimenticia.
No obstante y pese a estar comprobada científicamente la importancia que tienen las abejas para la humanidad y la necesidad de protegerlas; no existe en nuestro país, en la actualidad un ordenamiento jurídico que las proteja en debida forma; es de señalar, que en la actualidad se encuentran en curso diversos proyectos, que abren el camino para el cuidado y protección de estos seres vivos.
Ante la inexistencia de una normatividad clara en la materia, el pasado mes de noviembre, un Juez de Cartagena, reconoce y da un gran paso en materia de protección de las abejas, expresando que es necesario que el Gobierno Nacional, adopte medidas urgentes y prioritarias, para evitar la muerte de estos insectos y garantizar que existan y desarrollen su actividad natural; realizando el juez en su decisión, el llamado para que el país se convierta en líder en la región de la construcción de una política para la preservación de las abejas.
Es de aplaudir y reconocer la decisión de este juez, quien comprendió la importancia de fallar y entender la conexidad que existe entre la vida y el mínimo vital con el derecho al ambiente; dada la importancia de estos seres vivos para avanzar en la construcción de un marco normativo que realice inversiones y establezca políticas para garantizar la vida de estos seres y reconozca su importancia para la seguridad alimentaria de la humanidad.
Las dinámicas propias de nuestra sociedad y la importancia de los seres que conforman el ambiente y contribuyen a asegurar la alimentación de los colombianos, deben ser protegidas. Hoy se exige al legislativo avanzar en el reconocimiento de los derechos de estos insectos polinizadores que desarrollar una labor crucial, la cual no puede ser reemplazada, que contribuye a la preservación de los ecosistemas terrestres.
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