Por: Juvenal Bolívar/ El pasado 8 de enero los ciudadanos fuimos testigos de un acto descabellado de un gobernante en ejercicio. Y, aunque ya le hemos visto varios desatinos, que Rodolfo Hernández, como alcalde de Bucaramanga lance públicamente candidaturas políticas, deja en claro que está dedicado a otras cosas, muy distantes de lo que es administrar una ciudad.
El gobierno de la ‘Lógica, Ética y Estética’ pasará a la historia como el más improductivo en materia de inversión social. De aquel ferviente apoyo ciudadano que llevó al “Ingeniero” al poder, poco queda. La decepción es evidente. Desde timar a 40 mil incautos con carta-cheques hasta atracar el bolsillo de los contribuyentes con desmesurados aumentos del Impuesto Predial, han colmado la paciencia.
Rodolfo Hernández es un experto en volteo de tierras, tiene grandes conocimientos en hacer negocios turbios, él sabe cómo comprar políticos y cómo aprovecharse del establecimiento. De hecho, eso lo hizo un hombre inmensamente rico. Y se eligió alcalde para evitar los intermediarios, para echar de cabeza a sus antiguos socios. En fin, “le dimos las llaves al ladrón”.
Ahora, como retando a los entes de control –que en sus procesos penales, disciplinarios y fiscales han sido extremadamente lapsos- impone candidaturas a diestra y siniestra, les receta a sus ingenuos seguidores unas ‘fórmulas mágicas’ para el próximo cuatrenio y se convierte en ‘consultor’ de gobernantes de otras zonas del país sobre el tema que conoce por dentro y por fuera: Corrupción.
Hernández ya no tiene tiempo para gobernar, eso que lo hagan los firmones que dejó en la alcaldía, que a la postre serán quienes respondan ante la Procuraduría o la Fiscalía. Su tiempo lo dedica al concierto de posibles sucesores suyos, tejiendo alianzas para cargos de elección popular, él sabe que necesita a alguien que le cubra la espalda cuando ya no esté. Rodolfo es la nueva versión de Nicolás Maquiavelo, que como buen príncipe sabe que “el fin justifica los medios”.
Pareciera que Rodolfo Hernández ya no quisiera ser el alcalde, de hecho, todos sus movimientos fríamente calculados están dirigidos a que algún tribunal lo sancione, para hacerse el mártir, para decir que la politiquería lo sacó del poder, para seguir siendo el mesías… En fin, quien quite y ponga.
Entonces, además de atacar a todo el mundo (incluso a los entes de control), de despotricar de la clase política y gremial, de inventarse negocios como el de Vitalogic y de retorcerles el pescuezo a los contribuyentes, ahora interviene abiertamente en política, lanzando nombres, organizado listas y buscando –tal vez del erario- la financiación para sus candidatos. (¿Participación en política? Alcalde destapa sus ‘cartas’ para las elecciones 2019)
Frente a ese hecho, el alcalde Hernández debe ser sancionado por participación en política. La Sección Segunda del Consejo de Estado, dejó en claro la diferencia entre la falta disciplinaria por inaugurar obras dentro de los cuatro meses anteriores a las elecciones por parte de los gobernantes de turno (artículo 38 de la Ley 996 del 2005) y la indebida participación en política (numerales 39 y 40 del artículo 48 de la Ley 734 del 2002).
Utilizar el cargo para participar en actividades o controversias políticas y utilizar el empleo para presionar a particulares o subalternos a respaldar una causa o campaña son faltas disciplinarias gravísimas, las cuales no están sujetas a un determinado momento del ejercicio de las funciones públicas del servidor estatal; por consiguiente, no están condicionadas a ningún requisito particular de temporalidad.
La precisión del Consejo de Estado deja en claro que las recientes declaraciones que hizo Hernández, donde expuso que “tenemos un buen candidato a la gobernación”, refiriéndose textualmente a Leonidas Gómez Gómez, quien hace unos días había anunciado su aspiración al primer cargo departamental, deben tener repercusiones disciplinarias. Eso esperamos.
Qué lástima que de aquellas grandes potencialidades de Bucaramanga dignas de mostrar a nivel mundial, solo se referencie en los grandes medios a Rodolfo Hernández, por sus corretajes, por pegarle a un concejal, por despedir sin justa causa a funcionarios, por dejarle la ciudad al hampa…
¡Qué bajo hemos llegado!
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