Es la cuarta huelga ferroviaria desde noviembre pasado, y comienza apenas dos semanas después del anterior paro. De acuerdo con Deutsche Bahn, la medida afectará a 80% de las rutas de larga distancia, e impactará la cadena de suministros de productos químicos y siderúrgicos.
«El tráfico europeo de mercancías a través de los Alpes, Polonia o hacia Escandinavia, así como los puertos marítimos de Holanda o Bélgica, también se verán afectados», advirtió Deutsche Bahn.
El volumen de carga ya se había visto mermado, pues numerosos clientes habían cancelado envíos, incluso antes de la huelga.
Desacuerdos en torno a los salarios y las jornadas laborales han disparado esta serie de protestas del sindicato GDL, que no ha logrado cambios en la posición de la empresa de capital estatal que maneja la operación ferroviaria en el país.
Sin avances
Los conductores han solicitado una reducción de 38 a 35 horas semanales sin recorte salarial, a lo que Deutsche Bahn ha respondido negativamente, calificando la exigencia como una “repetición de demandas máximas bien conocidas”.
La huelga ha obligado a los usuarios a buscar alternativas en transporte terrestre y aéreo, como lo hicieron durante las anteriores paralizaciones. Las dos primeras duraron 24 horas, y la última tres días.
Sólo uno de cada cinco trenes de larga distancia permanecerá activo durante la parada, que se extenderá hasta las 6:00 de la tarde del lunes. El impacto es menor en rutas locales o interregionales, que en algunos casos son operadas por compañías privadas que siguen funcionando con normalidad.
Un portavoz de la operadora señaló que era hora de sentarse a la mesa a dialogar, ante el “masivo impacto en la economía” que tendrían los seis días de huelga, y el líder del sindicato Claus Weselsky aseguró que estaban listos para ceder, pero lamentó que su contraparte no estuviera en sintonía.
“Tenemos que pararnos por más tiempo y de forma más radical porque la gerencia ferroviaria se resiste a los consejos”, se quejó Weselsky.
El ministro de Transporte alemán, Volker Wissing, advirtió en declaraciones a la radio pública Deutschlandfunk que no descartaba llevar adelante un proceso de arbitraje, dadas las escasas perspectivas de que haya un acercamiento entre las posiciones.
«Si las cosas están tan estancadas que obviamente ya no podemos hablar entre nosotros, entonces necesitamos urgentemente la mediación o el arbitraje», indicó Wissing.
Economía deprimida
Expertos aseguran que las paralizaciones podrían costar hasta 1.100 millones de dólares a la ya debilitada economía alemana.
La protesta de los maquinistas se suma a otras manifestaciones que reflejan el descontento social creciente en el país, como una toma nocturna de Hamburgo por parte de agricultores, que recorrerán la ciudad con más de 100 tractores.
Las cadenas de suministro ya están sufriendo las consecuencias del conflicto en el mar Rojo, donde rutas marítimas han sufrido ataques de los rebeldes hutíes de Yemen.