Por: Laura María Jaimes Muñoz/ La felicidad “es el fin que busca todo ser humano” (Aristóteles) las personas le atribuyen diferentes significados de prosperidad, como la riqueza, el vivir bien, gozar de buena salud, sentirse amado, amar, ser madre o padre y/o simplemente “vivir la vida”.
Entonces a nivel neurológico podemos darnos cuenta que existen las “hormonas de la felicidad” ya que nuestro cerebro responde produciendo hormonas que regulan nuestro estado de ánimo y la sensación de felicidad, que al describirlas también podemos de esta manera “química” pensar que es posible encontrarla, Por ejemplo:
La serotonina, conocida como la “hormona de la felicidad” contribuye a la sensación de bienestar general, la cual puede fluir activamente si el sujeto hace ejercicio, comparte con la naturaleza, lo que permite regular el estado de ánimo, el sueño y el apetito.
La dopamina es la hormona asociada con la motivación, la recompensa y el placer o la adicción, es está la responsable del amor y el deseo sexual, por eso se conoce como la mediadora del placer, también aquí es cuando el sujeto puede establecer metas y desafíos personales que le brinden una sensación de logro y recompensa.
Las endorfinas, son las hormonas del bienestar físico que actúan como un analgésico natural que se liberan durante el ejercicio, bailando, cantando, trabajando en equipo o también en situaciones de estrés y dolor, lo que puede provocar una sensación de bienestar y euforia.
La oxitocina, conocida como la “hormona del amor” muy relacionada con las relaciones sociales, la empatía y la conexión emocional, se libera abrazando, besando, tomando de la mano a su ser querido, riendo, socializando, sirviendo a los demás o simplemente dándole afecto a su mascota.
Es así, que el cuerpo es tan perfecto que estas hormonas interactúan entre sí para influir en nuestro estado de ánimo y en nuestra percepción de felicidad.
Por lo tanto, al pensar en felicidad podemos hacer una mirada introspectiva que permitan identificar: ¿Cómo te sientes? ¿Qué sientes? Reconociendo por ejemplo si en ese momento el sujeto siente culpa, frustración o en cambio, se siente a gusto consigo mismo.
Empezar a buscar estilos de vida saludable sería una oportunidad de felicidad, -creería- ya que el significado para cada sujeto de felicidad y el cómo puede alcanzarla, siempre está dependiente a la percepción de calidad de vida que tiene cada ser humano.
Es allí donde sería oportuno revisar y preguntarse, ¿qué es lo importante para su vida? que le permita lograr la realización de metas, deseos personales y relaciones significativas, con el sentido de propósito de vida.
Pues la felicidad es multidimensional que varía de una persona a otra, eso sí, buscando siempre el equilibrio entre el bienestar emocional, las relaciones positivas y el sentido de propósito que puede ser la clave para encontrar la felicidad, por eso, “ve, anda y sé feliz”.
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*Psicóloga, especialista en psicología clínica y de la salud.
Muy buenoel artículo, felicitaciones a la autora.
Excelente columna de laura Jaimed