Por: Jairo Vargas León/ La Anomia es un término que proviene del griego “anomos”; acuñado por el sociólogo Emile Durkheim, quien lo usó para calificar la condición de una sociedad debilitada por la ausencia de normas o, en otros eventos por la falta de cumplimiento de las normas a pesar de que estas existan.
la anomia también se da por la incapacidad en la sociedad de facilitarle a los ciudadanos posibilidades, formas o mecanismos para lograr sus metas; los medios de comunicación y en particular la publicidad alienta en el individuo necesidades, ilusiones, sueños, pero cuando este se propone no encuentra la facilidad de obtenerlos, ¿qué hacer ante ello?
No se trata de hacer un culto por las normas, la norma no lo es todo, una sociedad fija sus reglas de juego para convivir como parte del llamado “contrato social” para poder autorregularse, para que su radio de acción tenga claridad acerca de lo que puede y debe hacer.
Es importante entender que las normas jurídicas deben ser el punto de llegada, infortunadamente por el fetichismo o culto por las reglas, el derecho lo usamos como punto de partida, ante la imposibilidad de comportarnos como ciudadanos. Una sociedad madura, civilizada, atiende y le importa más acatar las normas sociales de: ser respetuoso, observar las normas de tránsito, preservar la tranquilidad en el vecindario, acatar los parámetros de convivencia.
Cuando el ciudadano es incapaz de ajustarse a los preceptos sociales pretende que la norma jurídica le resuelva lo que él fue incapaz de tramitar, los despachos judiciales se llenan de asuntos de poca monta que pudieran resolverse por el respeto, la decencia, la convicción de ser un buen ciudadano o por la vía de la amigable composición
En diversos eventos la publicidad deforma, distorsiona valores, trastorna culturas, tanto en la órbita pública como privada. Lo que se informa exacerba el gusto por lo prohibido, aliena la mente, difunde estereotipos que no corresponden a nuestros códigos culturales y configura un ser humano enajenado en el laberinto de un espejo resquebrajado que muestra diversas caras, menos la que se parece a nosotros; es decir, se esconde nuestra identidad.
El comportamiento normativo está ligado al conocimiento que tiene el ser humano del instrumento legal, en ello la familia y el sistema educativo tienen un papel preponderante en el cumplimiento de las normas y a su vez en la aceptación de las instituciones como parte de la sociedad.
El expresidente de Uruguay Pepe Mujica pronunció una frase muy significativa: “No le pidamos al docente que arregle los agujeros que hay en el hogar”, esta afirmación tiene que ver con el compromiso que deben tener las familias en la formación elemental de capital humano, sin esa base no hay razón para trasladarle la responsabilidad a los docentes.
El tipo de conflicto que más se ha registrado en el Área metropolitana de Bucaramanga-AMB[1] en los dos últimos años está asociado con: relaciones vecinales, exceso de ruidos, inconvenientes sufridos por mascotas, problemas con el pago del canon de arrendamiento, del universo de problemas el ítem conflictos en el vecindario ocupa el primer lugar con un 17% de la totalidad de estos. Es decir el desconocimiento del respeto por el otro es la causa más relevante para que se genere un corto circuito en la cuadra, en el conjunto o en el barrio.
Adicional a lo anterior un 32% de los ciudadanos no acudió a ninguna instancia para que se le resolviera el conflicto por cuanto tiene la creencia que es mejor resolverlo a su manera. Un 48% de los encuestados considera que la justicia se demora mucho en resolver los casos; con ese imaginario en la que la justicia es lenta, paquidérmica pero además goza de poca credibilidad, conllevan a que se deslegitime el ejercicio de convivencia ciudadana.
La justicia en Colombia ha perdido majestad, escándalos como el “cartel de la toga” impactan sensiblemente a la sociedad, la legalidad de la justicia se pone en vilo, la legitimidad ciudadana se desmorona cuando el derecho no ofrece respuestas adecuadas, correctas y oportunas a una problemática. ¿Acaso que valor puede otorgar una sociedad al incumplimiento de las normas si la institución cuya función es asegurar ése cumplimiento no le es confiable?
La debilidad de las reglas sociales conlleva a la desorganización social, se configura un escenario que deforma a la sociedad; la potencialidad creativa del colombiano es reconocida en el mundo, el profesor Takeuchi científico Japonés quien ha sido el principal profesor de Matemáticas en Colombia, nos describió muy bien: “Un colombiano es más inteligente que un Japonés, pero dos colombianos no son más inteligentes que dos japoneses”. Ello denota nuestra capacidad individual, pero nos cuesta crear un proyecto colectivo, somos incapaces de asociarnos y pensar socialmente.
El 72% de los ciudadanos en el Área metropolitana de Bucaramanga-AMB[2]” no participa en ninguna instancia organizativa, espacios o redes, poco le importa lo público. Los partidos políticos son los que más mala imagen tienen en cuanto a la incidencia o aporte para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, solo un 1% considera significativo el aporte de los partidos políticos. Si la dirigencia política es cuestionada y no logra liderar el desarrollo de la región, el atajo (léase caminos desviados y/o equivocados) hacen que la ciudadanía se desboque, haga lo que le parezca, sin importar los medios, privilegia resultados al costo que sea, así sea pasando por alto sus reglas morales, éticas y por supuesto jurídicas.
Un dato revelador de la anomia lo ha evidenciado la coyuntura que padecemos por efectos de la pandemia en el mundo, la cual ha obligado a miles de millones de personas a quedarse en casa, pensar el desarrollo de su cotidianidad desde su nicho, preservar la salud pública frente a la informalidad económica que poseen, nos enfrenta a una dicotomía: Normalidad cotidiana Vs. Preservación de la salud pública.
Las condiciones de emergencia han obligado a aplicar el rasero general para protegernos, he ahí las posibilidades reales de hacerlo: lavarse las manos, ponerse en cuarentena; en el mundo más de mil millones de personas viven en asentamientos informales, en el Área metropolitana de Bucaramanga-AMB, hay alrededor de 290.000 personas en vivienda informal, cuyo déficit cualitativo es visible en cuanto a las carencias que impiden el goce de vivienda digna.
En el AMB se han impartido más de 34 mil comparendos desde que comenzó el aislamiento preventivo obligatorio, cifra aún por consolidar del último trimestre, el 80% ha recaído en el ciudadano común, multas aplicadas a personas que han vulnerado las medidas de bioseguridad y la cuarentena, ¿cuántos de ellos lo hicieron por garantizar su subsistencia y cuantos producto de su negligencia? Como corolario de ello se puede inferir que la anomia actúa como una conducta deliberada del ciudadano en desconocer las reglas, pero otro tanto también cuando el Estado no le brinda posibilidades al ciudadano. En ese péndulo actúa la anomia como un tumor que gangrena la sociedad.
*Abogado-Economista, Magister en filosofía, Doctorando en Derecho, Docente Universitario
(Esta es una columna de opinión personal y solo encierra el pensamiento del autor).
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[1] Cámara de comercio de Bucaramanga, programa “Bucaramanga como vamos” encuesta de percepción ciudadana 2019
[2] Cámara de comercio de Bucaramanga, programa “Bucaramanga como vamos” encuesta de 2019