Por: Renato Baldovino Guevara/ Ante la inminente crisis social generada por la pandemia en todos los sectores de la economía de Colombia y el mundo, es necesario adaptarnos a las alternativas disponibles en todos los campos para contener y enfrentar con éxito los escenarios que se avecinan.
El sector rural es el responsable de la seguridad alimentaria de todos los colombianos, por esto es importante ser conscientes que una distorsión en nuestro sistema agroalimentario podría generar una crisis sin precedentes en todos los estratos de nuestra sociedad. Es por esto que debemos darles las herramientas necesarias a nuestros pequeños, medianos y grandes productores agropecuarios, para que continúen llevando a nuestras mesas alimentos sanos, inocuos y de calidad.
La bioeconomía es un nuevo concepto ha venido tomando fuerza en el ámbito internacional, aunque su génesis se localiza en la Unión Europea, en Latinoamérica se vienen haciendo importantes esfuerzos por investigar su impacto en el incremento de valor a la producción primaria, el desarrollo de la biotecnología y la diversificación de las economías regionales. En este orden, la bioeconomía implica que, a través de la ciencia, la tecnología y la innovación, se desarrolle un mejor aprovechamiento y eficiencia de los recursos naturales sin alterar el medio ambiente, para beneficiar tanto a los productores agropecuarios como a los consumidores.
El origen de este concepto comienza en 1975 cuando el rumano Nicholas Georgescu-Roegen establece un enfoque de la bioeconomía para subrayar el origen biológico de los procesos económicos debido a los riesgos que plantea para la humanidad la existencia de recursos naturales limitados y distribuidos de forma desigual. Pero fue hasta mediados de la década del 2000 que en la Unión Europea se discutieron asuntos relacionados con políticas de desarrollo e innovación, donde se consolida el concepto de bioeconomía.
En la última década distintas organizaciones como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe – CEPAL y el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura – IICA han publicado una serie de documentos relacionados con la bioeconomía en América Latina y el Caribe, y aunque el concepto ha recibido poca atención en las políticas públicas de los países la región, existen algunas iniciativas relacionadas con la bioenergía, biodiversidad, biotecnología y los servicios ambientales.
Entre las utilidades de la bioeconomía se destacan: el uso de los recursos de la biodiversidad, la ecointensificación, las biorefinerías y bioproductos, las aplicaciones tecnológicas, los servicios ecosistémicos y la eficiencia de las cadenas de valor. Cabe destacar que el uso eficiente de los recursos biológicos es distinto en cada país.
En Colombia, la bioeconomía se convierte en una herramienta para el aprovechamiento de los recursos naturales debido a su gran biodiversidad, ya que existen cultivos y especies animales en todos los pisos térmicos, lo que permite aprovechar los diferentes climas y suelos para la producción agropecuaria, así como sus paramos, ríos, mares y selvas para los servicios ecosistémicos.
Son varios los aportes que este concepto puede generar al desarrollo de nuestro país, destacando el gran potencial en servicios ecosistémicos por tener grandes extensiones de páramos, parques nacionales naturales, santuarios de fauna y flora, áreas naturales únicas y reservas nacionales naturales; que hacen parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, por lo cual este tipo de ecosistemas pueden generar nuevos modelos de comercio administrados por el Ministerio del Medio Ambiente y las Corporaciones Autónomas Regionales de cada una de las regiones.
Otro ámbito de aprovechamiento son los recursos de la biodiversidad, Colombia por ser un país altamente biodiverso, posee gran cantidad de especies vegetales y animales que aún no han sido explotadas. La recuperación y explotación de las especies nativas se puede generar por iniciativa de las comunidades campesinas, indígenas, raizales y afrodescendientes, que ancestralmente han utilizado estas especies a pequeña escala como insumos de la medicina tradicional, la alimentación y la fabricación de artesanías con las cuales han subsistido durante siglos.
Un avance que ha proporcionado esta pandemia es el uso de las tecnologías de la información y la comunicación para facilitar la comercialización de productos a nivel local e internacional mediante las plataformas digitales, que le permiten tanto al vendedor ofertar sus productos a distintos compradores (incluyendo comercializadores intermediarios) como al consumidor final, tener la oportunidad de escoger productos sanos e inocuos directamente de los productores.
La aplicación de esta plataforma también ha permitido la adopción de acuerdos de pago mediante contratos a término fijo, para que las empresas y compradores le garanticen al productor una estabilidad en los precios durante el año, independiente de las fluctuaciones normales del mercado. También dispone la prestación del servicio de asistencia técnica y extensión agropecuaria por parte de estas empresas que establecen lazos comerciales con los productores.
Al igual que estos, existen diversos ejemplos del empleo de la bioeconomía en Colombia, y aunque en 2019 entró en vigencia la ley 1876, mediante la cual se creó el Sistema Nacional de Innovación Agropecuaria – SNIA, se necesita consolidar una estrategia pública relacionada directamente con el desarrollo y fomento de la bioeconomía, que además del aprovechamiento de los recursos naturales, permita generar acciones de mitigación, reducción de emisiones y adaptación al cambio climático.
*Ingeniero Agrónomo y Magister en Desarrollo Rural
Twitter: @renatobaldovino
Facebook: Renato Baldovino
