Por: Julio Cesar Ardila Torres/ En medio de esta pandemia es muy común escuchar aconsejarnos cualquier medicamento, infusión, brebaje o yerba con las palabras claves que abren nuestro instinto de supervivencia al oír decir “esto si es buenísimo contra el Covid”, y terminamos en que muchos ya estamos purgados contra parásitos, piojos y ácaros con la ivermectina y desinfectados con el químico limpiador de superficies el dióxido de cloro, todo ello con el pretexto del que soldado prevenido no muere en guerra.
Pero la verdad es que hasta hoy no existe certeza científica del que todo aquello que promueven en redes o nos recomiendan en pastillas, cremas, gotas, menjurjes y brebajes sirvan para combatir el virus convirtiéndose todo lo aplicado o ingerido en una esperanza del que pueda que, si sirva echando de menos efectos secundarios en problemas de salud que al futuro nos puedan ocasionar.
Preocupa eso sí, que muchos están negociando y llenándose de plata con nuestros miedos y como estrategia ya a la mayoría de productos algo le ponen para hacerlo ver como efectivo para combatir el virus y es tal que hasta a una esponjilla para limpiar loza ahora la presentan como esponjilla antivirus Covid-19 y muchos otros productos nuevos y viejos tal como lo vemos desarrollaron estrategias de aceleración de publicidad en redes y medios debido a que esos negociadores de la salud ven que con la vacuna se les acaba el negocio.
Existen actualmente múltiples estudios e investigaciones sobre medicamentos que puedan servir para combatir el coronavirus algunas en etapa inicial y otras bastante avanzadas lo que genera una gran posibilidad el que entre tantos medicamentos existentes utilizados para curar o aliviar de otras enfermedades alguno pueda ser comprobada su eficacia contra el Covid-19, de allí las ultimas expectativas creadas con la colchicina que es un medicamento utilizado para controlar los ataques de gota, y el fármaco plitidepsina utilizado para el tratamiento de tumores del mieloma múltiple que es un cáncer de las células plasmáticas que se encuentran en la medula ósea, pero falta aún más investigación no solo sobre su efectividad y eficacia contra el virus sino también de los efectos secundarios que puedan ocasionar al ser humano.
La única realidad es que mientras no estemos vacunados debemos protegernos en extremo con gafas, tapabocas, lavado constante de manos y mucho alcohol procurando eso si no permitir acercamientos, y estar lo más saludable posible, porque en esta etapa de la pandemia ya es el sálvese quien pueda que es igual a lo que llaman autocuidado.
No es esta la primera o la última pandemia que soportara el ser humano y de ellas la historia enseña que siempre el mejor mecanismo empleado ha sido el de protegerse del contagio y que dado el caso de ser infectado estar física y mentalmente preparado para superar la enfermedad, por eso además de adoptar medidas para no ser contagiado mayores deben ser las adoptadas en forma temprana para en caso de serlo, evitando al máximo pasar largo tiempo de exposición al virus como en reuniones y agasajos expuestos a una mayor carga viral lo que ocasiona muchos desenlaces fatales que bien pudieron evitarse.
Entonces creer en todo lo que dice de pastillas y remedios que sirve para prevenir el contagio o para curarlo a la fecha es supremamente arriesgado no solo por el detrimento económico que nos ocasiona sino en especial por los problemas de salud que nos puede generar a futuro esa droga, bebedizo o ungüento “antiviral” ya que de todos es conocido que la mayoría de medicamentos y esos brebajes generan efectos secundarios que a veces son más graves que la propia enfermedad.
*Abogado.
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