Por: Carlos A. Gómez/ La vida es diferente por causa de las épocas donde se haya nacido y criado. No es igual la crianza de un joven que haya hecho su bachillerato en los años 90 a la de un joven que haya estudiado su bachillerato en la década del 2010. La gran diferencia entre el uno y el otro es el acceso a la información y su efecto en la forma como se puede ver la vida.
El internet marcó la forma como se enseñaba. Los medios y redes sociales actuales permitieron tener información a la mano. En los años 90 la información a la mano estaba reducida a una enciclopedia llamada la Encarta de Microsoft que se publicó en 1993. El acceso a la información parece que se ha convertido en un instrumento para proceder a la queja continua, el descontento por todo y la lucha por los derechos de cualquier cosa, objeto que se mueva o que represente algún tipo de valor en la vida de algunas personas.
Pocos adultos que no han terminado de crecer, y especialmente algunos jóvenes que no son mayores de 20 años, han tomado la costumbre ahora de quejarse por todo y nada en las redes sociales. Los medios de comunicación social han sido ahora el refugio de una generación que es completamente delicada y a la que no se le puede decir las cosas de frente porque se genera un trauma que puede finalizar en una tutela, denuncia o simplemente una frase de 280 caracteres diciendo que es el fin de mundo porque su pensamiento ha sido atacado.
Si una mandataria dice que unas personas que han asesinado a un policía en un evidente acto delictivo son de Venezuela, algunos se rasgan sus vestidos porque es un terrible ataque xenofóbico. ¡No!, no es un ataque xenofóbico, es la verdad y si por decir la verdad su burbuja de cristal se rompe, es un problema suyo.
Si una persona se toma personalmente todo lo que se publica y piensa que es un continuo ataque a su persona, debería considerar que la vida está mas allá de un comentario o publicación. Tomarse las cosas personalmente es un ejercicio tóxico que lo único que genera es un estado ligero y un carácter débil sobre la capacidad que usted tiene de asumir las diferencias de la vida. No permita que los comentarios de otras personas afecten su pensamiento.
Las generaciones actuales han estado siendo criados por diferentes tipos de padres. Algunos se han dedicado a cumplir y proveer de todo lo que sus padres no les ofrecieron a sus hijos. Dedican todo lo que tienen para matricularlos en los jardines o colegios más caros, en vestirlos con ropa de marca, porque su frustración de hijos no les permite asumir que, en su época, posiblemente sus padres los vistieron con lo que estaba a su alcance y tomaron la mejor decisión de no endeudarse simplemente para complacer a otras personas.
Sus hijos tal vez no necesiten los jardines o colegios más caros, ni la ropa más cara; sus hijos posiblemente lo que necesiten es su atención y cariño. Eso es algo que, si sus padres no le ofrecieron a usted, debe ser lo primero en su lista para ofrecerle a sus hijos.
Una crianza de carácter fuerte (la definición de esto no es la violencia física, ni emocional) es no ser permisivo con sus hijos; no es aceptar pataletas porque pueda estar hiriendo sus sentimientos y esto le pueda causar un trauma en la adultez. No piense que su trauma actual puede ser heredado a sus hijos, lo que sí se «hereda» es la mala crianza.
La escritora socióloga Angela Marulanda en su libro De la culpa a la calma, lo resumió perfecto:
Parece que en nuestro intento por ser los padres que soñamos tener, pasamos de un extremo al otro. Así, somos los últimos hijos regañados por los padres y los primeros padres a quienes los hijos nos regañan; los últimos que les tuvimos miedo a los padres y los primeros que les tememos a los hijos; los últimos que crecimos bajo el mando de los padres y los primeros que vivimos bajo el yugo de los hijos; y los últimos que crecimos buscando la aprobación de nuestros padres y los primeros que vivimos buscando la aprobación de nuestros hijos.
La capacidad que se tiene de aumentar el nivel de protección por lo que se escribe o comenta sobre una situación es un trabajo individual y constante. Usted decide si su caparazón está hecho de un delgadísimo cristal o de un carácter propio que le ayude a enfrentar la vida en la dura lucha por mantenerse a salvo.
*Ingeniero Industrial y Magister en Responsabilidad Social y Sostenibilidad
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